Prólogo

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Todo el tiempo bloquearon la sensación de ojos en sus pieles. Los gritos y llantos de los integrantes del clan abordaban los oídos de los últimos tres miembros de la familia principal. 
Nunca imaginaron que la derrota iba a ser tan dolorosa como esta, pensaron que iban a ser aniquilados ante los ojos de su pueblo, pero jamás humillados por su segundo género. El complejo Senju se encontraba cubierto de llamas que devoraban todo a su paso, mientras que los sobrevivientes fueron capturados y obligados a observar la degradación de los tres miembros de la línea sucesoria. 

Tobirama se encontraba tenso, tratando de ocultar su rostro, luego de ser abusado de tal manera ante los ojos de todo su pueblo mientras compartía la tierra frente a donde lo obligaron a arrodillarse junto al resto de su familia. 
Podía escuchar con claridad a su lado derecho el llanto amortiguado de Hashirama porque lo amordazaron en el momento en que intentó morder a Madara. Sabía a la perfección que su hermano estaba furioso por esta traición, pero sus ojos emanaban el gran dolor que sentía su hermano por percibir esta traición por parte de su mejor amigo. Eso hizo que el corazón de Tobirama se encogiera dolorosamente. 
A su lado izquierdo estaba su padre, Butsuma, quien se encontraba arrodillado, derrotado y atado. Escuchó con claridad cada gruñido que soltó su padre, pero era claro que en medio de ese se encontraba un llanto ahogado por tener que sufrir esta humillación. 
Aunque los tres compartían algo en común: la batalla fue un cuchillo para sus corazones como para sus orgullos. 
Estaban arrodillados en la mezcla sangrienta de ceniza y tierra donde alguna vez fue la antigua plaza principal del recinto. La yuxtaposición de los antiguos recuerdos de las celebraciones de victoria y otros eventos se evaporaban para dar paso al lúgubre escenario que se mostraba. 

Los Uchihas se pusieron bastante entusiastas en la batalla. La mayoría de los edificios eran insalvables, devastados completamente por el fuego de los Uchiha. 
Los pocos que sobrevivieron, en su mayoría ilesos, fueron tomados como rehenes potenciales y seguramente perderían sus derechos como personas ante estos Uchihas.  
Gran parte del complejo se estaba quemando activamente por todo el katon que los Uchiha lanzaron con tanta facilidad, y si tuvieran la energía, preguntarían por el hecho de que parecían estar apagando dichos incendios ahora que la batalla había terminado.

Tobirama se sentía sumamente derrotado, aún no comprendía como los Uchihas no pudieron ser detectados por él. Él había fallado. Se suponía que su detección era la más fuerte jamás vista en todo el fuego y falló. Hizo que su respiración se acortara y sus ojos ardieran, mientras escuchaba los sonidos de su clan, siendo reunido como tantos corderos sacrificados. Escuchaba a la perfección los viroteos de los Uchiha espectadores, felices de que la línea sucesoria de los Senju fuese mancillada de vil manera. 
Los tres conocían a la perfección que los Uchiha no eran como los Senju. Los Senju jamás hicieron distinción entre los alfas, betas u omegas, el género secundario solo importaba para la cama y ya, pero en el campo de batalla iban todos; sin embargo, los Uchiha no eran así. Ellos creían que los únicos que tenían valor para la batalla eran los alfa y algunos betas, el resto, como los omegas, únicamente servían para tareas domésticas. 
Cualquiera de los tres Senju pensaron que este infierno solamente acabaría allí, sin embargo, fue peor una vez que acabó. Los Uchihas les recordaron una y otra vez que la posición de los omegas era algo simple: engendrar y criar. Nada más. 

Una vez terminó esa proclamación que por suerte ninguno de los tres recibió una mordida por parte de quienes los reclamaron, escucharon las palabras de uno de los ancianos del consejo Uchiha:

—A los alfas y betas permanecerán aquí para el nuevo clan vasallo. —declaró uno de los ancianos—. Los niños, jóvenes y mujeres irán al recinto próximo al clan. —El anciano guardó silencio y se dignó a ver de reojo a los tres Senju. —Los omegas irán al recinto de la sede oficial del Clan. Colocarles muñequeras, supresores y varios otros sellos para mantenerlos «seguros» y «domesticados». —dictó el anciano.

La victoria ardió en las venas de los líderes y miembros Uchihas, alimentando su hambre y excitación mientras disfrutaban de la embriagadora sensación de una conquista exitosa. Los ojos de los Uchiha inevitablemente se volvieron una vez más hacia Hashirama, Butsuma y Tobirama, quienes gruñían en respuesta a lo que escuchaban. Los líderes Uchiha simplemente sonrieron a sus rivales. 

El asco oscuro y la traición profundamente arraigada.
La consumación ritual ya se llevó a cabo.
El recinto y el Clan Senju ahora era de los Uchihas. 
Y el destino de los únicos tres omegas del Clan Senju estaba a manos del líder Uchiha y los herederos del mismo.

Los Senju perdieron y perdieron todo. 

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