𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈.

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— Siento el comportamiento de mi hermano—el de ojos morados hace una pequeña pausa que usa como oportunidad para hacer una reverencia— Me presento, soy Reiji Shakamaki; él es mi hermano menor Ayato

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— Siento el comportamiento de mi hermano—el de ojos morados hace una pequeña pausa que usa como oportunidad para hacer una reverencia— Me presento, soy Reiji Shakamaki; él es mi hermano menor Ayato.

Asiento como una tonta ante sus palabras que en vez de tranquilizarme solo me consiguen poner más nerviosa. Por un momento me llego incluso a olvidar de que todavía no me les he presentado, pero por suerte para mí, el pelirrojo me da un leve empujón acomodándose en el sofá y poniendo cierta distancia entre ambos.

— Perdón, soy _____, _____ Monrou. Estoy aquí porque mis padres hablaron con Karl y este último les propuso que me viniese aquí a vivir con vosotros— no es como si les debiese demasiadas explicaciones, pero tampoco pretendo empezar con el pie izquierdo.

— Vaya vaya, ¿pero qué tenemos aquí?— una nueva persona se hace presente justo detrás de el de orbes verdes. Su apariencia es medianamente elegante. Lleva un sombrero que cubre parte de su media melena castaña, una camisa con los primeros botones desabrochados, la corbata negra está destensada y encima de todo ello una chaqueta con pelo en la capucha que termina de darle un toque arreglado al joven.

Sus ojos verdes no logran sacarme de mi trance. Soy consciente de que mis padres me dijeron que son seis hermanos, pero apenas he conocido a tres de ellos y ya siento que me falta el aire. No puedo evitar pensar en las miles de cosas que pueden salir mal con siete personas conviviendo en una misma casa y sin apenas conocerse. Si a eso le sumamos las diferentes personalidades de cada uno, mis preocupaciones solo van en aumento.

— Él es Laito, el mayor de los trillizos— Reiji vuelve a irrumpir en el silencio sepulcral que invade la sala en la que nos encontramos. Gracias a ello, mi mente desconecta de los pensamientos negativos que la colapsan, aunque sea unos segundos.

— Un placer, yo soy _____, _____ Monrou— esto de las presentaciones me está empezando a cansar. Me siento completamente estúpida al repetir lo mismo una y otra vez, como si fuese un disco rayado.

— El placer es mío— la forma tan lasciva con la que se expresa el castaño hace que mi ceño se frunza al igual que mis labios con algo de confusión.

" ¿Habla siempre así? Parece que esté extasiado o excitado, y eso me pone los pelos de punta. ¿Se encontrará bien? Los otros dos parecen no darle la menor importancia al asunto, incluso me atrevería a decir que ni siquiera se dan cuenta de ello, es como si ya estuviesen acostumbrados y no les sorprendiese ".

— Ha llegado antes de lo previsto— en otro sillón lejano al que me encuentro yo sentada, aparece de pronto un rubio. Me es imposible deducir el color de sus ojos porque los tiene cerrados.

" Vaya, parece ser el maleducado de la familia. No se ha dignado a dirigir sus palabras a mi persona. Es como si yo no existiese para él ".

— Pese a ser cierto, creo que no estamos en posición de entrometernos. Mientras informemos a Karlheinz de su llegada, no tienen porqué haber problemas— el chico de gafas se las acomoda conforme trata de restarle importancia a lo que el rubio ha dicho hace apenas unos segundos— Él es Shu, el mayor de los seis.

La apariencia del último nombrado es bastante despreocupada. Su conjunto está compuesto por una camisa blanca como la de los demás, un jersey de tonalidades marrón claro, una chaqueta de uniforme sobre sus anchos hombros, un pantalón exactamente igual que el de los demás, y unos zapatos negros de vestir.

" Estos dos no parecen llevarse especialmente bien. Por la mueca que ha hecho Reiji cuando ha nombrado al mayor, tiene pinta de que hay más odio que amor de por medio ".

— Solo falta...— antes de poder acabar la frase, el de apariencia más sofisticada y elegante se ve interrumpido por unas carcajadas sádicas que hacen eco por las paredes de la sala. Todos giramos a la vez; a excepción de Shu que permanece tumbado, para toparnos con una figura de estatura baja que intuyo que está sosteniendo algo en sus brazos por la forma en la que su torso se encuentra levemente inclinado hacia delante— Kanato, el mediano de los trillizos.

El de guantes blancos y expresión neutra termina de decir, mientras su mirada se posa sobre Ayato, Laito y el recién mencionado, dándome a entender que los trillizos de los que habla son ellos tres. Antes de volver a pensar en una respuesta para no dejar un ambiente incómodo, un gran estruendo hace que casi todos saltemos del susto. Una sombra alta se apoya en la pared sin dejar que su rostro sea visto por nosotros.

" El último hermano ". Es lo único que viene a mi mente tras la tensa situación. Nadie dice nada a lo largo de los siguientes minutos, hasta que los fuertes pasos del chico se hacen cada vez más audibles. Cuando finalmente soy capaz de ver sus facciones, quedo fascinada ante estas. Ojos rosados, rasgados y penetrantes, semblante serio y molesto, largas pestañas, nariz perfilada, pómulos marcados al igual que su mandíbula. Sin lugar a dudas todos y cada uno de ellos tienen buen porte.

— Subaru, has roto la pared— de estar tranquilo el segundo mas mayor de los hermanos pasa a mostrarse bastante irritado. Si bien es cierto que parece una persona muy recta y perfeccionista, no pensaba que fuese a cambiar de faceta tan rápidamente.

(...)

Después de las presentaciones no se ha hablado nada importante. Reiji se ha ofrecido a enseñarme mi nueva habitación y a ayudarme con las maletas, cosa que le he agradecido algo tímida al ver que ha llevado todas mis cosas escaleras arriba sin ejercer el más mínimo esfuerzo.

— Si necesita cualquier cosa no dude en decírmelo, y si no sabe dónde buscarme, vaya primero a la cocina, suelo estar allí— son las últimas palabras que salen de su boca antes de desaparecer por completo de mi vista.

— Bien, es hora de deshacer las maletas y mochilas, cuanto antes ordene mi cuarto, mejor— murmuro para mis adentros.

Sin perder más el tiempo, abro las negras maletas ya tumbadas en el suelo y teniendo un par de prendas colgadas en mis brazos, camino hacia el enorme armario empotrado que le da un toque bastante bonito al lugar. Abro sus blancas puertas y me quedo boquiabierta al ver que hay inclusive perchas para que pueda mantener mejor la ropa.

— Wow, se nota lo acomodada y adinerada que es esta familia— mis pequeñas y blancas manos empiezan a colocar las prendas poco a poco y tomándose el tiempo necesario. Una cosa es que haya querido empezar pronto a desempacar, otra es que tenga prisa y lo haga todo mal. La segunda opción no estoy dispuesta a dejar que ocurra.

— Hasta ocupada y concentrada te ves sexy. Tu poder de atracción es inmensamente fuerte— de nuevo esa forma de hablar tan peculiar consigue que me quede quieta en mi lugar sin saber si voltear o ignorarlo. Más que nada por empatía decido girarme y mirarlo fijamente a los ojos sin una pizca de nerviosismo o vergüenza.

— ¿Necesitas algo?— me muestro totalmente tranquila, como si no hubiese oído su comentario tan obsceno y sin contexto.

— Solo he venido a hablar un poco contigo, ya sabes, para conocernos mejor~— la frase termina con un casi inaudible gemido por su parte, acto que me desconcentra por unas milésimas de segundo antes de carraspear y volver a la calma una vez más.

— Como bien has dicho antes, me pillas ocupada, así que lo mejor será que te vayas y me busques en otro momento. Ahora no tengo tiempo para esto— y con eso dicho, giro sobre mis talones y me dispongo a seguir con lo mío cuando una cálida respiración golpea contra la sensible piel de mi cuello, alertándome y congelándome en el sitio.

— Eres muy grosera, bitch-chan... Pero reconozco que me gusta bastante— por el rabillo del ojo veo como abre la boca dejando a mi vista unos grandes y afilados colmillos, pero para mi buena suerte alguien entra pegando un portazo.

— ¿Qué mierda te crees que haces?— interrumpe Ayato mirando con cara de pocos amigos a su hermano mayor, Laito.

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⏰ Última actualización: Oct 27 ⏰

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☁︎⏤͟͟͞͞★ 𝐐𝐮𝐞 𝐥𝐚 𝐬𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐦𝐞 𝐚𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚𝐧̃𝐞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora