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La nieve caía incesante cubriendo los arboles de un blanco manto helador.

Camila Cabello se estiro bien el gorro de lana para que le tapara las orejas e intento no dejase acobardar por la gélida ventisca que le golpeaba el rostro, que era lo único que quedaba al aire por encima de la bufanda.

salio del coche a la vez que hacia un tremendo esfuerzo por apartar de su cabeza una incomoda sensación de preocupación, y se dirigió a la carretera, totalmente desierta. Estaba a dos horas de Colorado... y a solo treinta y cinco kilómetros de la pequeña ciudad a la que tanto deseaba volver.

Pero parecía que no era eso lo que le deparaba el destino.

Apenas acababa de empezar el mes de noviembre y sin embargo el viento de aquella fría mañana le golpeaba en la cara como una multitud de alfileres.

<<Las bengalas, utiliza las bengalas>>

A duras penas consiguió avanzar por la nieve hasta poder abrir el maletero del coche. No podía dejar de maldecir al hombre del tiempo por haberse equivocado tanto en sus predicciones, y a su teléfono móvil por haberse quedado sin batería. Y mientras encendía las bengalas sobre la nieve, maldijo el coche que según, le había asegurado su marido, se encontraba en perfectas condiciones.

Claro que eso había ocurrido hace siete mes, antes de que Matthew la abandonara para recuperar la libertad que le había proporcionado el divorcio. Antes de haberse emborrachado aquella noche y haberse estrellado contra un poste de teléfonos en el accidente que acabo con su vida...

El escalofrió que recorrió el cuerpo de Camila no tenia que ver esa vez con el frió invernal. Su ex marido ya no estaba. Sabia que la había querido, pero también sabia que no quería al hijo que crecía dentro de ella, y cuanto antes dejara de torturarse con aquel pensamiento, mejor. Había decidido volver a Colorado, al lugar donde comenzaría con el nuevo año. Y desde luego no iba a permitir que una tormenta de nieve se lo impidiera.

Justo entonces noto unos pinchazos en el vientre que ya le resultaban familiares; decidió volver a refugiarse en el coche, que estaba solo a unos grados por encima de la temperatura exterior pero que al menos la protegía del viento.

Agradeció que funcionara la batería porque así podría poner la calefacción y entrar en calor. Eso si, tenia que ser consciente de que solo se podría permitir disfrutar del lujo del calor durante unos segundos, ya que no sabia cuanto tiempo iba tener que estar allí. De cualquier manera, lo que tenia muy claro era que iba a seguir luchando para que no le pasara nada a su pequeño.

>>No te preocupes, cariño. No voy a dejar que te ocurra nada<< , susurro acariciándose el vientre mientras veía como se encendían las bengalas, levantando un montón de nieve y cubriendo parte del coche.

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Lauren Jauregui echo un vistazo a través de los cristales tintados del coche que la llevaba a casa desde el aeropuerto. Era como trasladarse en un refugio móvil que se desliza a través del viento que rugía con fuerza a su paso.

Solo unas horas antes había estando disfrutando del sol de Los Ángeles. Del sol y de la jugosa oferta de compra que le había hecho una empresa californiana para adquirir su prototipo de software dirigido con la voz. Seguía resultandole curioso que los altos directivos de la empresa no supieran como tratarla; habían oído rumores que decían que era una especie de ermitaña o como una joven genio misteriosa.

Esa vez había dejado la cálida California con un estupendo trato bajo el brazo y había regresado a aquel desagradable clima. sentía gran aprecio por Colorado, pero a veces le resultaba muy difícil acostumbrarse a las pocas horas de sol y al frió, por mucho que le gustara la tranquilidad de los inviernos.

after the storm| camren g!pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora