𝐀.𝐂.𝐃│❝ Escribí otra vez la misma carta con sentimientos hechos trizas, pero generados yaravíes para aquel chico que posee la mirada cabizbaja, a pesar de tener ojos brillosos. Él no lo sabe pero al cabo de hace ya varios meses empecé entonar rim...
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Nunca me ha gustado sentir amor, me revuelve la cabeza, el estómago y el corazón.
No me gusta esa sensación de falta de control sobre mi, sobre lo que siento o pienso.
Así que estaba muy bien solo, todo era calma, paz, tranquilidad, un sosiego infinito del que no me apetecía salir, era mi mundo perfecto.
Pero luego llegaste tu, y me demostraste que la perfección puede venir de muchas formas, que la paz y la tranquilidad no siempre se encuentran en soledad, que un poco de descontrol no era del todo malo.
Entonces comencé a dejar que entraras en mi corazón, en mi mente, en mi alma. De pronto, verte sonreír me hacía sentir en paz, verte celebrar tus victorias con esa felicidad me daba calma, solo verte me daba tranquilidad.
Así que construiste un mundo perfecto para mí y te quedaste allí dentro, conmigo.
Por favor, regresemos a lo que alguna vez tuvimos juntos.
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Sin faltar ningún día, me acercaba siempre a la tienda a saludar brevemente a mi viejo amigo Baji, aprovechando que a esa hora el azabache cruzaba turno contigo, un hermoso joven de rubios cabellos.
Con tan solo ver tu sonrisa y escuchar tu melodiosa y dulce voz unos pocos minutos, ya podía sentirme el sujeto más feliz del mundo, capaz de aguantar todas las duras horas que me aguardaban a la espera de que tú terminases el turno. Solamente para cuidarte desde lejos hasta que llegases a salvo a tu departamento, cada tarde.
Por lo menos, así era hasta que Keisuke descubrió mis claras intenciones contigo.
Fue así, vez más, que tú te tenías que quedar hasta bien entrada la noche trabajando en una importante cirugía con un pequeño minino que había llegado por la tarde.
Conociéndote lo suficiente, Baji sabía que tú acabarías por olvidarte de todas las necesidades básicas de cualquier ser humano, como lo son comer y dormir.
Es por eso que no dudó en decirme a mi que pasara por su tienda de comida rápida favorita, comprando así cena para dos, además de haber preparado previamente un buen termo con café recién hecho. Ya que nuestro molesto amigo estaba en contra de tu obsesión al trabajo y las extremas dosis de cafeína que consumías para mantenerte despierto, pero sabía que no cederías a descansar... debido a esto es que prefería ser útil y ayudar al menos a que su jornada fuese más llevadera.
