CAPÍTULO 2. Ojos vacíos.

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- Es que es una larga historia – Comentó con cara de nostalgia.

- Y nosotros tenemos 20 horas de vuelo, i mean... - Quería saber esa historia, ahora me había causado demasiada intriga esa cara.

- Vale, vale, si me lo pides así... Pepa. - Espera, ¿qué?

Mi cara de confusión no hizo que él se quedase indiferente, sino que todo lo contrario. Dijo ese nombre bastante seguro como si realmente fuese mío, pero estaba más que claro que se lo había inventado.

- En mi defensa diré que es que en ningún momento te has presentado. - Cerró los ojos, levantó la cabeza he hizo un sonido parecido a un hum, como si de una inmensa indignación falsa se tratase.- Maleducada.

Comencé a reír porque estaba más que claro que absolutamente cualquier momento nuestro iba a ser surrealista. Y la idea me gustaba. Estaba por fín siendo yo, con mis rarezas y locuras, con mi sarcasmo, con mis bromas sin que se ofendiesen por ellas. Estaba riendo feliz después de haberme acostumbrado a mentir diciendo que estaba bien con una sonrisa puesta porque es lo que se esperaba de mi.

- Yahaira. - Espeté tranquila pero bastante directa. Ya no más Pepa.

- Me gustaba más Pepa. - Ví cómo hacía un puchero mirando hacia sus manos.

- Oye, que tu precisamente no te llamas Paco. - Y era cierto, yo sabía que mi nombre no era común, ni mucho menos español, pero vamos, que me lo diga él cuando se ha presentado presumiendo su origen italiano, tenía delito.

- Podemos ser Pepe y Pepa. - Lo dijo de una forma tan, pero tan tan tan, segura, que creí que estaba hablando totalmente en serio. Porque no estaba hablando en serio, ¿no?

- Claro, y luego puedo también ser millonaria, estar casada con una persona que no tenga red flags por ninguna parte, tener mi perro, mi gato, un servicio en mi super casa para que no tenga yo que levantarme y por supuesto un chef solo para mi. - En ningún momento le miré, mientras decía toda esa retahila de carrerilla miraba hacia el techo, imaginando cada una de las cosas que había dicho, pero vamos, seamos honestos. - Hay que bajar de las nubes. Seguiré teniendo que levantarme a las seis de la mañana para ir a trabajar, para seguir siendo pobre, para que cuando llegue a casa después de ocho horas, tenga que invertir otras tantas en la casa, y encima me tenga yo misma que cocinar. Que no me malinterpretes, me gusta, pero chico, me da muchísima pereza.

Mi sinceridad a veces abrumaba, y yo lo sabía, trabajaba en ello cada día para comenzar a equilibrar la balanza, porque desde hacía muchísimos años sabía que mi mayor virtud era mi mayor defecto: la sinceridad.

- El problema es que yo no soy como tu y no puedo soltarte algo ingenioso, o algún dato curioso, como tu has hecho con mi nombre. Por eso me quedaré con Pepa. - Comenzó a sonreir como si de un triunfo se tratase. - Yahaira. - Susurró.

Yo tan solo me dediqué a observar cada facción por si su lenguaje corporal me podía revelar que es lo que se suponía que estaba pensando. Pero tan solo veía a un chico claramente más alto que yo, con sus ojos verdes cerrados, recostado sobre el respaldo del asiento del avión, repitiendo mi nombre una y otra vez en voz baja, como si tratase de recordar o averiguar algo.

- La que brilla. - Le dije todavía observando cada fibra de su ser. - Aun que no me lo pusieron por eso precisamente, quiere decir eso.

Él, sin mediar palabra, giró su cabeza en mi dirección, abrió los ojos lentamente y me miró sin rodeos. El contacto visual más fuerte que había tenido probablemente en años. O en toda mi vida. No estaba segura.

- Está relacionado con el viento. - Continué sin romper el contacto visual. - Es la que ama el aire libre, la que fluye con el viento. Es ingeniosa, racional y sociable. Se interesa por las causas humanitarias y tiene una gran voluntad para todo lo que se propone. Le gusta la vida al aire libre.

Calendario de un alma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora