Llevo un tiempo así, cada día siento como la enfermedad drena mi vida, quitando la energía de mi alma y la fuerza de mis extremidades. Cada día me esfuerzo más por abrir los ojos, o incluso por conseguir comer algo. Mi vida siempre fue movida, incluso diria extrema, pero desde que esto comenzó soy incapaz de hacer cualquier cosa por mi mismo, para todo debo recurrir a mis hijos y nietos. Desde que no pude levantarme llevo pensando esto, tal vez sea lo mejor, por fin podré dejar de depender de otros, al fin descansaré.
Cuando hubo terminado estas palabras, la familia entró alarmada a la habitación, para contemplar al fin el cuerpo sin vida del anciano.