•uno•

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El amor es tan complicado, y eso lo sabía bien, podría ser tanto encantador como devastador.

La madrugada era tan fría, su cuerpo exigía encontrar algún calor reconfortante, como cuando estaba entre esos brazos, delgados pero fornidos, sintiendo comodidad en un instante.

Su corazón estaba paralizado, sus pensamientos iban y venían, más un solo sentimiento permanecía, ese sentimiento que calentaba su sangre y causaba caos en su interior, el amor.

Jihyo sabía bien, que había pasado un tiempo, desde la última vez que sintió eso, era increíble como una persona podía causar tal desastre en ella.

La lluvia seguía cayendo mientras manejaba su Mercedes, la música de la radio era solo la típica música de hace años, aunque, en un idioma distinto, japonés.

Llevaba tiempo en que la pelinegra se había mudado a Japón, pues le habían ofrecido un buen lugar en una importante firma de abogados, tras dejar su nombre marcado en una firma coreana, necesitaba nuevas metas, nuevos aires y olvidar todo lo que había pasado en su país natal.

Un fuerte suspiro salió de su boca, mientras pequeños recuerdos venían a su cabeza.

Dulces palabras, fuertes promesas.

Pero al final son solo palabras, eso pensaba la pelinegra, que sentido tenía que una persona que causará tanto solo se quedará un momento de tu vida, dejando un vacío interminable en tu corazón y en tu vida, dejando motivos tirados y pisados por tener que alejarse.

La lluvia seguía, al parecer permanecería todo el día, cansada y frustrada, decidió ir a una cafetería. Su adicción a la cafeína se hacía peor cada año, ni hablar de la nicotina, requería cosas que le calmaran las mañanas y las noches.

Caminaba hacia adelante, a pesar de estar cansada, no quería mirar atrás, no quería recordar todo, se negaba a tener que sufrir de nuevo por un largo tiempo.

Se estacionó afuera de una cafetería, tomo su abrigo y bajo corriendo para entrar a la cafetería, quería evitar un resfriado, sería otra cosa que haría sentir su vida más miserable.

Con tu voz apagada que me roza

—Buenos días, bienvenida a...—

Cómo si estuviera en cámara lenta, Jihyo miro a aquella persona, quedándose congelada.

Por favor llama mi nombre una vez más

—Jihyo...—esa dulce voz sonaba tan bien cuando decía su nombre, un cosquilleo recorrió su cuerpo.

Aunque esté de pie bajo el congelado atardecer

—Sana...yo...—las palabras no salían de su boca, su lengua se había atascado en su paladar, no sabía que decir, ver a esa mujer de nuevo, la razón por la que dejó todo atrás, estaba ahí enfrente de ella con un mandil marrón que tenía el nombre de la cafetería, el cabello rubio atado en una coleta, esos ojos azules que la intimidan tanto.

Caminare hacia ti, dando un paso a la vez

La pelinegra camino lentamente hacia ella, con la intención de notar si ella se alejaba, pero ella no lo hacía, la miraba como si pidiera que se acercara más.

Sin pensarlo dos veces, la abrazo.

Volvió a sentir ese calor, volvió a sentir que todo su cuerpo tomaba fuerza, que todo estaría bien y que no volvería a estar sola.

—Oh Jih...—devolviendole el abrazo, la dulce voz de la rubia sonó apagada, para ella era increíble como podía volver a encontrar a su más grande amor, en otro país, muy lejos de donde todo inicio, difícil de asimilar.

𝓢𝓽𝓲𝓵𝓵 𝔀𝓲𝓽𝓱 𝔂𝓸𝓾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora