Last Breath «MYG.PJM»

I

Sénergues. 

Un pequeño poblado -pero realmente muy pequeño- situado en el departamento de Aveyron, en el distrito de Rodez, dentro de la región de Occitania en Francia. Limita al suroeste con otros pueblos como: La Fel, Golinhac y Saint Félix. Su clima varía de acuerdo a la estación, la temperatura más baja se registra en enero con 7ºC y la más alta en julio y agosto con 26ºC. Su población actual (de acuerdo al último censo en 1990) es de aproximadamente 608 habitantes. 

Sénergues es un pueblo en donde predomina la naturaleza, por donde sea que lo veas todo es verde, excepto durante otoño e invierno. La población junto con la actividad comercial se concentran mayormente en la parte céntrica del mismo, con algunos caseríos esparcidos a lo largo del área limítrofe. Y, aunque no es el pueblo más pequeño de la región, prácticamente podrías cruzarlo en auto en siete minutos o menos. Ajam, así de pequeño era. Tanto que ni siquiera constaba en el mapa de Francia. 

Así que para un poblado tan insignificante y tan apartado de las áreas urbanas, obviamente sólo existía una escuela, misma que se encontraba en las afueras del pueblo y a la cual asistían también estudiantes de otras villas a los que se les hacía más cerca llegar a dicha institución que a la de su propio pueblo.  

Y en aquella escuela, específicamente en el aula de los de último curso de bachillerato, un joven de diecisiete años apoyaba su mejilla en la palma de su mano derecha, en un evidente signo de aburrimiento.  La goma de mascar en su boca ya no desprendía el típico sabor a fresa que tanto le gustaba, ahora era amarga y algo dura, pero definitivamente levantarse de su asiento para tirarla no era una opción, al menos no antes del receso. El tic-tac del reloj que se encontraba en la pared parecía haber tomado un ritmo lento y tortuoso mientras el señor Laurence explicaba -dios sabrá qué cosa- en el pizarrón.

Jimin miró hacia la ventana al mismo tiempo que soltaba un largo suspiro. Los de primer año estaban en clases de gimnasia. Rápidamente se distrajo viendo a los adolescentes hacer su mejor esfuerzo para completar las vueltas alrededor de la pista de atletismo, en tanto el entrenador Hardaway les exigía más velocidad haciendo sonar con insistencia su silbato. Jimin pensó que era muy descarado por parte del entrenador elevar sus estándares en actividad física cuando él mismo era portador de una muy notable panza cervecera. 

Haciendo un puchero en desaprobación volvió su atención al salón de clases. Dio una rápida ojeada a sus compañeros notando cómo la mayoría transcribían en sus cuadernos lo que estaba en el pizarrón, otros simplemente hablaban entre ellos mientras reían de vez en cuando metidos en sus propios asuntos. Al parecer el único aburrido era él y eso solo logró molestarlo más.

Volvió a suspirar y esta vez se deslizó en la silla y apoyó la cabeza sobre sus brazos cruzados sobre el pupitre. Su propósito era claro, iba a dormirse y nadie se lo iba a impedir. 

La cosa es que, las clases habían iniciado hace ya dos semanas y todo apuntaba a que este año sería igual a los anteriores. Mismos profesores, mismos compañeros, mismo menú en la cafetería, mismas rutinas y mismos problemas de siempre. Lo único bueno de la escuela era sus clubs de deporte. Jimin estaba en el equipo de futbol y de hecho era el capitán. Fuera de ello todo se reduciría a una sola palabra: monotonía. La odiaba.

Escuchó la puerta del salón ser abierta sin previo aviso, pero poco le importó por lo que continuó tratando de conciliar el sueño.  

—Señor Laurence ¿Tiene un minuto? —Alguien llamó al profesor.

—Por supuesto —Escuchó decir —Chicos, vuelvo en seguida. Continúen copiando los ejercicios del pizarrón.  

Casi al instante que la puerta fue cerrada los murmullos se hicieron presentes en todo el salón. Jimin frunció el ceño por el repentino bullicio. Pasaron aproximadamente diez minutos en los que Jimin realmente intentó dormirse, pero no pudo. El señor Laurence volvió al salón y Jimin casi agradeció que las risas y voces de sus compañeros se detuvieran de una vez por todas.