Daniel Thomas escuchaba el noticiero nocturno acompañado de un whisky seco en la taberna del distrito financiero, junto a la biblioteca del centro de la ciudad. Se le notaba cansado, tenia una mirada casi perdida. Vestía una gabardina beige con algunas manchas de suciedad en la parte inferior. Su cabello había pasado unos días sin tocar el agua. Había bebido durante las ultimas horas, en las cuales permaneció en silencio. La lluvia caía con mucha intensidad y había provocado accidentes automovilísticos en una de las avenidas principales, esto estaba siendo transmitido por todos los canales de noticias.
Sin aviso, un numeroso grupo de universitarios entro a la taberna echando risas y bromas por doquier, quienes festejaban la victoria del equipo local el cual había aplastado a su contrincante esa misma noche. Los jóvenes se acercaron a gritos y empujones a la barra para ordenar las cervezas con las cuales brindarían el éxito del equipo en la final nacional, como habían hecho en años anteriores.
Daniel se encontró rodeado de jóvenes extasiados por la adrenalina de aquella noche. Cuando de pronto dos chicos se acercaron a la barra diciendo:
—Hombre, te luciste el día de hoy, ese triple en el ultimo cuarto fue lo mejor de toda la noche. Déjame invitarte un trago.—exclamó el joven muy entusiasmado pasando el brazo por atrás de los hombros de su compañero con una curiosa dificultad, pues su amigo, era mucho mas alto que el.
—Gracias hermano, siento que esto es solo el principio de todo lo que viene para el equipo.
—Ya veras que si, ya veras que si.—respondió el joven— por accidente el codo del castaño universitario empujo el whisky que Daniel estaba bebiendo y lo derramó sobre sus piernas.
—Lo siento viejo.—Dijo el joven sin mirarlo en absoluto.
Daniel no se había inmutado por el incidente, parecía en estado de hipnosis. El cantinero no se percato del incidente, sino que se acerco a los dos chicos que estaban privando el espacio personal de aquel hombre de mal aspecto y con un gesto de compañerismo elevó las cervezas por encima de la barra y exclamo:
—¡La casa invita chicos, felicidades!
Aquellos jóvenes levantaron la cerveza por los cielos y brindaron todos juntos gritando a una voz:—¡Salud!.
Dieron un gran trago a su botella y la colocaron sobre la barra.Inmediatamente Daniel se levanto de la barra y tomo la cerveza de aquel chico estrellándola contra el suelo. Todo el mundo hizo silencio, pero aquel joven del equipo de basquetbol lo encaro diciendo:
—¡hey anciano!, ¡cual es tu problema?—empujándolo y tratando de intimidarlo con su estatura.
—Estamos celebrando ¿que no ves?.
—Ahora estamos a mano.—susurró entre dientes como cualquier borracho.
—Anciano, todos los viernes veníamos de la universidad a relajarnos un rato porque no te...
«Mierda»—Pensó Daniel. Dio la vuelta dirigiéndose a la salida
—Así es, váyase de aquí apestoso anciano.
Daniel tropezaba y empujaba a los universitarios para llegar a la salida «No me lo perdonara esta vez». Al salir de aquel lugar caminó a la esquina donde compro unos chocolates y un sobre para poner doscientos dólares. Siguió caminando por la avenida principal hasta llegar a su casa, la cual estaba a 2 kilómetros de distancia. Al llegar se detuvo en el porche de la entrada para recuperar el aliento. La caja de los chocolates se había estropeado debido a la fuerte lluvia. Cuando reviso el interior de la gabardina noto que el sobre con dinero seguía intacto. Con algunas dificultades Daniel saco las llaves del interior de su gabardina y abrió la puerta de su casa. No sin antes haber golpeado la llave contra la cerradura un par de veces.. «Eres un maldito borracho Daniel.»Al entrar, noto que la luz de las escaleras que conducían a la planta alta estaba encendida, asumió que Elena su hija, estaba en su habitación. Hace dos días le prometio que pasaría por ella en la escuela esa misma tarde, pero luego de un turno de veinticuatro horas de trabajo y algunos tragos había olvidado por completo el cumpleaños de su hermosa hija de diecisiete años. Daniel se detuvo en el primer escalón debido al sonido de pequeños y constantes golpes que parecían venir de alguna habitación superior, sin embargo Daniel, a pesar de su condición, recordaba como tuvo que sacar a golpes al ex novio de su hija cuando los encontró besándose en el sofá de la sala.
«Hijo de puta, otra vez tu» pensó el hombre al sentir un ligero aumento de su ritmo cardiaco. Daniel exclamo a gran voz diciendo—¡Hijo de puta!, baja ahora mismo, ya eres un hombre grande. ¿No es así?. ¡Baja y hablemos como hombres!.—noto entonces que aquel golpeteo se había detenido abruptamente e intento subir las escaleras sujetándose de la pared porque perdía el equilibrio con cada paso. Daniel estaba por llegar cuando una figura humana se materializo frente a el, vestido de negro desde los pies hasta cabeza. Unos ojos profundos y obscuros lo examinaban a través de un pasamontañas.
—¡Largo de mi casa parasito, te dije que te partiría la cabeza!—Dijo Daniel Thomas sujetándolo del brazo con gran fuerza. Pero aquel ente en respuesta tomo a Daniel por el cuello y lo golpeo en la cara con un objeto de metal haciéndolo perder el equilibrio y cayendo de espaldas por las escaleras hasta la planta baja. Habría sido una herida mortal de no ser por la resistencia que Daniel había desarrollado a lo largo de los años, perdió el conocimiento cuando su cabeza golpeo en los últimos escalones.
Los rayos del sol entraron por la las persianas del comedor posándose sobre el rostro de Daniel Thomas quien con un ligero gesto de incomodidad trató de abrir los ojos pero la resaca parecía forzarlo a quedarse en el suelo hasta el año siguiente. Sentía dolor en el rostro así que paso su mano por su ceja y nariz, fue entonces cuando se percato que había sangre en su cara. Un profundo escalofrío recorrió su espalda pues casi olvidaba que anoche había tenido un enfrentamiento con un sujeto dentro de su propia casa. Se levantó del suelo de forma espontánea, subió las escaleras donde recordó con mayor claridad lo que había acontecido. Ademas del inmenso dolor que sufría en todo su cuerpo, sintió miedo por primera vez en su vida y noto pequeños movimientos involuntarios en sus manos que mostraban un nivel elevado de ansiedad. Se acerco a la habitación de Elena, abrió la puerta y cayo de rodillas. Frente a el yacía al cuerpo desmembrado de su hija, bocabajo en un charco de sangre que despedía un aroma tan característico que solo existe en aquel vital, carmesí.
Era una viva pesadilla, Daniel se tiro como un niño llorando sin consuelo junto a lo que quedaba de ella, abrazándola, tratando de recuperarla.
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Silencio en North Bay
Mystery / ThrillerEsta novela con narrador dinámico te hará identificarte con los personajes de la historia. con mayor facilidad y profundidad. Las lineas cronológicas fueron estructuradas para disfrutar de una experiencia envolvente y subjetiva por medio de los ojos...