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Han pasado dos días desde que Louis prestó su paragüas a un extraño muy guapo, y puede que se esté arrepintiendo ahora mismo.

Son las 7:38, y suele salir de su casa a menos cuarto para poder sacar el coche del aparcamiento y estar emprendiendo viaje a su trabajo a las ocho, para llegar a las 8:19 y empezar a trabajar a las 8:30.

Es muy organizado con sus horarios y bastante estricto en cumplirlos.

El problema es que ha vuelto la lluvia a Londres, y esta vez acompañada de un frío congelador que Louis odia porque es team calor.

El plan rápido sería contar hasta tres desde el portal de su edificio y correr hasta el coche que está relativamente cerca, pero se empaparía la ropa, el pelo, las zapatillas... Y otra cosa que Louis odia es el pelo despeinado.

Son justamente menos cuarto cuando se encuentra en el portal, con un chubasquero negro y la capucha de este puesta hasta arriba.

"Bien, uno, dos... dos y medio... bah a la mierda ¡tres!" Pulsa el botón que abre la puerta y empieza a correr, maldiciendo cuando pisa un charco y el agua humedece sus calcetines.

Entra en el coche de un salto, respirando agutadamente mientras apoya la capucha mojada en el reposa cabezas del coche.

Enciende el motor y conecta su teléfono al modo AUX porque su coche no es tan moderno para tener bluetooth.

August de Taylor Swift se reproduce en los altavoces y lo mantiene tarareando al ritmo de la música.

"Hola, Nath." Saluda amigablemente a su compañera de trabajo y esta le sonríe porque sabe lo molesto que le resultan los días de lluvia.

La mañana pasa relativamente corta, al ser miércoles la mayoría de gente que va es para pedir un café con leche para llevar.

Son las 11:23 cuando la campanita de la puerta vuelve a sonar. Harry está parado con una sonrisa medio tímida, un paragüas en la mano y su pelo que le llega por los hombros está bien peinado ya que la lluvia ha decidido dar un descanso a los londinenses.

Se acerca lentamente al mostrador donde Louis está atendiendo, arrastrando sus botines marrones por el suelo de mármol de la tienda y se para justo en frente de él.

"Buenos días Harry, ¿qué te sirvo?" Esta vez sonríe de verdad, porque decide no mencionar el paraguas.

"Dios Louis lo siento muchísimo, iba a devolverte el paraguas justo ayer pero se me olvidó completamente y me siento fatal porque le dejaste tu paraguas a un extraño y encima esta mañana tuviste que caminar por la lluvia y yo..." Harry empieza a hablar acelerado, realmente se nota el arrepentimiento y el nerviosismo en la voz.

"No te preocupes, Harry. No fue para tanto."

"Seguro que te mojaste, lo siento, no deberías habermelo dejado."

"Harry, mi madre me enseñó a ser amable con quien esta en apuros." menciona con un tono divertido en su voz, con gracia en su sonrisa al percibir el estrés que tenía el otro joven. "Además, mi obligación es complacer a los clientes."

"Estoy bastante seguro que no entra en esas obligaciones prestar tu paragüas."

"No realmente pero ya te he dicho que no pasa nada." mueve su mano despreocupadamente antes de volverse hacia atrás para coger un vaso y una tapa y envasar un café que han pedido por el modo auto.

"Déjame compensarte."

Las manos de Louis se quedan totalmente quietas cuando las palabras salen de la boca de Harry. Lentamente levanta la cabeza del termo de café para encontrarse con los ojos verdes del chico. "¿Cómo?"

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⏰ Última actualización: Apr 14, 2022 ⏰

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