Louis está bastante ocupado ahora mismo, la cafetería en la que trabaja no está demasiado llena pero debido al temporal que está pasando por la ciudad, están preparando demasiados pedidos para llevar, y necesita preparar tres cafés con hielo y cuatro rosquillas de manteca para dárselas a Rick y que se las lleve en la moto.
Y él sinceramente va a matarse. A suicidarse de una sobredosis de azúcar a base de buñuelos porque le va a dar una crisis nerviosa.
"¡Nath! Llévale este pedido a Ricky, por favor" Con manos habilidosas le entrega la caja con la comida y el café, se pasa esas mismas manos por la frente intentando secarse el sudor y librarse de la frustración que lo angustia en estos momentos.
Mira el reloj colgado encima de la bonita puerta de la entrada, las 19:47, trece minutos más y acabará con su turno.
Sigue preparando los últimos pedidos y cuando ha terminado decide apoyarse a tomar un respiro en la barra donde atiende, sacudiéndose el delantal que lleva impreso "Homelike Café" intentando apartar las manchas de harina y nata que se han ido adhiriendo a lo largo de su turno.
Son las 19:52 cuando la campanilla de la puerta retumba en sus oídos, cagándose en la madre que parió a quién sea que haya aparecido en la tienda a ocho minutos de cerrar.
Siempre ha detestado a la gente así, y encima por normas del jefe se les debe atender y ser amables con los clientes aún si vienen a medio minuto de la hora de cierre. Estúpido Josh y sus estúpidas normas.
Hace el esfuerzo para levantar la vista del mostrador, para rápidamente llevarla a sus bolsillos y sacar la pequeña libretita marrón que usa para anotar los pedidos, prepara su sonrisa de dependiente amable antes de pronunciar las palabras que se sabe de memoria después de trabajar durante dos años y medio en esa cafetería.
"Bienvenido a HomeLike, ¿qué puedo ofrecerle?"
"Oh, yo..." El grave tono de la voz del desconocido le hace levantar la vista y quedarse sin palabras. Extremadamente guapo.
Un chico alto con el pelo revuelto por los hombros anchos. Sus piernas largas están fundadas por unos pantalones vaqueros muy apretados con unos agujeros a la altura de la rodilla que sujetaban con un cinturón una camisa floreada medio sacada del pantalón y una chaqueta marrón que parecía abrigadora cubría su torso.
Su cara parece tallada por el mismísimo Miguel Ángel, un dios griego. Su mandíbula es como el marco dorado para encuadrar el arte más perfecto, o la vitrina donde se guardan las joyas más valiosas porque esas esmeraldas que tiene por ojos son lo más bonito que ha visto en sus 22 años de vida.
"...Ehm-phh, dame un té de miel."
Su voz se vuelve más perfecta a cada palabra pronunciada, con ese tono rasgado desde el fondo de su garganta que hace que los vellos de su cuello se ericen.
"Sí, claro. ¿Para tomar o para llevar?" contesta Louis intentando mantener un tono de voz normal y que no se note el paniqueo adolescente en sus cuerdas vocales.
"Preferíria tomar pero sé por el cartel que está al lado de la tienda que cerráis ya." Mientras deja que el joven hable, él se mueve para coger lo necesario y preparar su té. "Ponmelo para llevar." Contesta el chico con una leve sonrisa.
"Eh, por supuesto. ¿Me puedes decir tu nombre para ponerlo en el vaso? Sé que suena ridículo pero son las normas." No son las normas, en la cafetería no se pone el nombre de nadie en el vaso pero no puede dejar que se vaya un chico tan perfecto sin conocer su nombre, incluso si no lo vuelve a ver.
"Oh, sí. Harry."
"Genial, Harry. Te puedes sentar en la mesa que quieras mientras se hace el té, no tardará más de cinco minutos." Realmente admira su capacidad de profesionalidad en estos momentos.
"No te preocupes..." ve como Harry baja su mirada al delantal antes de volver a pronunciar. "...Louis, estoy bien aquí."
Va a desmayarse porque escuchar su nombre desde la boca del chico de ensueño es lo mejor que ha oído en su puta vida.
Antes de que pueda contestar, él sigue hablando. "Realmente entré para que no guitarra no se mojara tanto, se me ha olvidado el paragüas en casa, pero no pongo en duda que lo que tu prepares será delicioso."
Las mejillas de Louis tornan un poco más rosadas por el halago y sin poder pensar bien simplemente habla. "Puedes coger el mío." Espera ¿qué?
"¿Perdona?"
Bien, eso simplemente escapó de su boca pero ahora que lo piensa si le presta su paragüas y Harry no es un sinvergüenza tendrá que volver a verlo para que se lo devuelva, lo que es muy buena idea.
"Mi paragüas, te lo puedo prestar si lo necesitas."
"Sí claro, ¿y en cambio tu te mojas?"
"Tengo el coche aquí al lado, Harry. Cógelo, no me hace falta, en serio."
"¿Estás seguro?" La ceja de Harry se mueve hacia arriba de forma dubitativa, como si no estuviera totalmente convencido de tomar el paragüas de un extraño.
Louis asiente débilmente con la cabeza antes de girarse para sacar el té de la máquina y cerrar el vaso con la tapa de plástico, busca rápidamente un rotulador al lado de la caja registradora y escribe -Harry- con letras rápidas para posarlo sobre el mostrador.
"Sí, no te preocupes, en serio, está bien."
"Te lo devolveré lo prometo, ¿cuánto es?" Pregunta Harry mientras palmea sus bolsillos traseros en busca de dinero.
"3,35£" habla mientras se mueve al trasfondo de la tienda y agarra su paragüas pulcramente colocado en el paragüero.
"Bien, aquí tienes, y muchas gracias por el paragüas, Louis. Te debo un favor." Deja las monedas sobre el mostrador y coge con una sonrisa simpática el paragüas de las manos de Louis.
"Denada, ten un buen día, Harry."
Y sin más, desparece por la puerta con un débil movimiento de mano.
《Vale pues está sería la primera parte de la historia corta que tengo en mente, si realmente os gusta votad este capítulo y comentad o incluso dadme vuestra opinión y seguiré escribiendo》
《Bye!<3》
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the rain brought us together 》l.s
Hayran KurguEntre té, lluvia y nubes oscuras, unos ojos azules encuentran a unos verdes en una cafetería muy hogareña.