Increíble

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Después de entrar al salón con Amy, ella fue directamente al escritorio donde se encontraba el profesor Wolf acomodando unos papeles. Yo me dirigí a mi lugar habitual, el primer piano de la derecha que empezaba el círculo alrededor del escritorio. Dejé mis cosas al lado del banquillo y saqué de mi mochila, mi cuaderno y un lápiz.

Una vez que coloqué el cuaderno sobre el piano escuché un ronco carraspeo proveniente del profesor Wolf. Este presentó ante toda la clase a Amy como nuestra nueva integrante y compañera. Obvio que no se dejaron de escuchar las bienvenidas y enhorabuena de mis compañeros hasta que el profesor nos indicó que debíamos empezar con un solo de piano marcado por él. Me encontraba leyendo la partitura del solo cuando sentí una mano en mi hombro. Dejé las hojas sobre el piano y me dí vuelta encontrándome con una hermosa chica que por casualidad había conocido en el estacionamiento. Sí gente, era Amy.

- Seré tu compañera de piano.- Me informó.

- Así que ya no soy el prodigio solitario de la clase.- Dije socarronamente.

- Agradécelo al profesor Wolf.- Dijo señalando con el dedo gordo hacia atrás.- Yo solo sigo instrucciones. Bueno compañero, dime que es lo que debo saber sobre el solo de piano-.

Señoras y señores estaba en la gloria. En la mismísima gloria. Amy como compañera de banco eso ya era pasarse de casualidad. Digamos que no perdí el tiempo y comencé a explicarle lo de las partituras. Mientras le enseñaba las notas que debía tocar en un determinado tiempo aproveché ese momento para comenzar una charla amistosa y de paso saber más de ella. Y si esta soltera.

- Así que, ¿de dónde eres? – Le pregunté mientras le hacia una demostración de una parte de la melodía.

- Vengo de Phoenix pero en realidad soy de Maricopa, un pueblito escondido en Arizona.- Contestó manteniendo su mirada concentrada en mis manos sobre el instrumento.

- ¿Maricopa? Mis abuelos viven allí. Siempre para Navidad y vacaciones vamos con mis padres y mi hermano.-

- ¿En serio?- Dijo incrédula. Yo asentí.- Cool.

- ¿Y porqué te mudaste a Seattle?- Pronuncié levemente cediéndole el turno a ella para tocar.

- Bueno a mi papá le ofrecieron un mejor puesto de trabajo aquí y como mi mamá tenía ganas de conocer otros lugares, nos mudamos.- Contestó concentradísima leyendo la partitura para luego lanzarse a tocar las teclas.

- ¿Hace cuanto que te mudaste?-

- Llegué la semana pasada. Tomamos esa semana para adaptarnos y poder matricularme en la escuela y mi papá dar su presencia en su nuevo empleo.- M e comentó- Ayer fue mi primer día de escuela.

- ¿Un viernes decidiste empezar?- Pregunté divertido.

- Digamos que no soy muy dada a conocer gente nueva- Confesó tímida.

- Pues a mí me diste otra impresión- Dije mirándola.

- ¿Y qué impresión te dí?- Peguntó dándome un empujoncito con su hombro en mi brazo mientras ensayaba la pieza.

- Que eres alguien a quien le gusta que las personas se choquen contra ti para pedir disculpas todo el tiempo -Dije bromeando.

- ¡Oh, perdón Sr. No-veo-por-donde-voy! –Exclamó sarcásticamente.- Pero ése es tu método para conocer chicas, ¿no?- Dijo guiñándome un ojo.

- Sí claro, porque me funciona todo el tiempo- Respondí rodando los ojos.

- ¡Oh vamos! Un chico como tú debe de tener citas todos los fines de semana con chicas guapas y coquetas- Dijo y ahora fue su turno para rodar los ojos cuando describía a ese tipo de chicas.

Mi Primera CitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora