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Lee Félix manejaba de regreso a Seúl, había viajado a Cheongju para visitar a su madre adoptiva.

Había quedado huérfano cuando era muy joven, en Australia una pareja Coreana logro adoptarlo y llevarlo con ellos para darle una nueva vida. Aún cuando sabía que la familia no compartía lazos de sangre con él, los lazos afectivos que habían forjado a lo largo de los años eran demasiado fuertes como para tener total afecto y devoción a su familia adoptiva. Por eso viajaba de vez en cuando a visitarlos.

De no ser por que debía abrir el negocio al día siguiente, aquella cafetería ambulante que su abuela había tenido tiempo atrás, él había pasado más tiempo en Cheongju.

Pero tenía una responsabilidad.

Había terminado sus estudios pero el mercado laboral tenía demasiada demanda por lo que la cafetería había sido una buena forma de trabajar mientras encontraba algo a lo que dedicarse que estuviera relacionado con sus estudios.

Llevaba la música a alto volumen, le gustaba cantar a viva voz cuando manejaba, le había sentir bien.

Era de noche y debía poner atención a la carretera para evitar algún accidente, no quería provocar daños a nadie.

Mientras avanzaba en su camino logro ver el movimiento de algo blanco a un lado de la carretera, varios metros por delante. Se asusto un poco recordando tantas historias de personajes vestidos de blanco que pasaban por las carreteras en las noches para llevarse las almas de sus víctimas. Siempre dijo que no creía en ello pero en ese momento le pidió a cualquier entidad divina que lo estuviera viendo para que no fuera nada de eso y pudiera llegar a casa sano y salvo.

Se asusto un poco más cuando, aquella figura blanca de pronto impacto contra su ventana, golpeando y gritando. Aceleró un poco, sin haber notado antes que había bajado la velocidad, para que aquello de quitará de su ventana y logró que cayera, rodando, a un lado del vehículo. La curiosidad pudo más que su sentido común por lo que disminuyó la velocidad y miro por el retrovisor para ver qué era aquello que lo había asustado.

Pudo ver cómo un cuerpo trataba de ponerse de pie, tomó la linterna de emergencia que su padre le había dado y alumbró en dirección a aquel cuerpo. La luminosidad de la linterna era demasiada por lo que le permitía ver con claridad, entonces pudo fijarse en los rasgos de la persona. Si, era una persona, no un ente o un fantasma.

Aquel chico trataba de ponerse de pie pero se movía con dificultad. Félix bajo del auto con la linterna en una mano y un bate en la otra, se acercó lentamente hasta que pudo ver a un jovencito maltratado, llorando, pidiendo ayuda.

- ¿Niño, qué te paso?

- Ayúdeme por favor - la voz del niño salía con dificultad de sus labios. Feliz pudo ver algunos hematomas en su rostro, sus labios estaban morados por el frío, tenía sangre seca sobre su piel y lágrimas empapando sus mejillas.

- ¿Qué te sucedió?

- Ayúdeme - el niño se desvaneció después de eso.

Félix no alcanzó a evitar su caída pero se apresuró a ver el estado del niño y, con todas las fuerzas que poseía, lo levanto en brazos para colocarlo en el asiento de copiloto. Recostó el asiento en su totalidad y le colocó el cinturón de seguridad.

Debía llevar al niño a un lugar seguro.

Mientras avanzaba, ahora más rápido que antes, llamó a Hyunjin, su ex se dedicaba a la enfermería, sabía que él podía ayudarlo.

- Lee, es tarde y no he dormido nada. Espero que no estés llamando para molestar.

- Necesito que vayas a mi departamento...

I found it on the wayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora