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Matsuno Chifuyu se encontraba aburrido, nadie había entrado a su tienda en prácticamente todo el día, no ha tenido ni un solo cliente y eso hace que baje la cabeza como decepción. Además de que ha estado solo todo el día, Kazutora tenía otras cosas que hacer, no le dijo qué era, pero claro que sabe qué es lo que es.

Lo está engañando, y está enterado desde hace meses.

Él y Kazutora ya llevaban casi un año de relación, y más de dos años trabajando en la tienda de mascotas. Chifuyu no es tonto, él puede notar el comportamiento extraño que ha tenido su novio últimamente, y confirmó sus dudas cuándo por accidente el de mechas rubias dejó su teléfono encendido en la mesa del departamento que comparten, habían unos mensajes que hicieron a su estómago revolverse, mensajes de una tal Kirara diciendo que lo esperaba en su casa,. Intentó pensar que solo era una amiga cercana con la cuál pasaría el rato, pero cuándo volvió apestando a perfume de mujer y con un chupón en el cuello que al parecer no había notado, supo lo que estaba pasando.

Hay dos razones por las que no le ha dado la cara, la primera podría considerarse tonta, y es que no hay más personal en la tienda y no quiere tener que convivir con él luego de haber terminado la relación, y mucho menos sabiendo que después de eso comenzaría a andar oficialmente con esa chica, tampoco quería trabajar él solo en caso de que Kazutora decidiera renunciar a todo por ella, no podría encargarse él solo 24/7 de toda la tienda. Y la segunda, pensaba que en algún momento Kazutora dejaría todo eso y vendría a disculparse con él, pensaba que tal vez solo es un pequeño desliz el cual necesitaba ayuda externa para poder dejarlo.

Pero realmente no había mucho que él pudiera o quisiera hacer, es cierto que ya no tenía un sentimiento tan fuerte por Hanemiya, todo con el pasar del tiempo se iba esfumando, pero aún así las ilusiones que sabe que son falsas quedaban en su cabeza.

Estaba decepcionado, jamás pensó que aquel chico sería capaz de hacer ese tipo de cosas, mucho menos que las podría mantener por tanto tipo, seguramente significaba que ya había engañado a otras parejas con las que había estado. Con ese simple pensamiento le daban ganas de vomitar, el dolor emocional que aquello le causaba era bastante grande. 

Ahora solo le queda respirar y esperar el momento en que se atreva a dejar esa relación al fin.

El sonido de la campanita que avisa que alguien estaba ingresando a la tienda sonó por primera vez en el día, con felicidad se paró derecho y esperó a que se acercaran a él para hacer sus consultas.

─¡Bienvenidos! ─Exclama intentando encontrar con la mirada a quienes habían entrado, vaya coincidencia. ─¿Mikey-kun, Baji-kun? ─Pregunta a los dos jóvenes, uno de cabello negro por sobre el mentón con un tatuaje de dragón en el cuello y el otro con el mismo tono de cabello pero mucho más largo, como por debajo de los hombros. 

─¡Fuyu, sí eras tú! ¿Cómo has estado? ─Pregunta amablemente el de ojos negros, recargándose en el mostrador. 

─Bien, ¿y ustedes? Ha pasado bastante tiempo.

─Por mi parte bien, y supongo que Mikey puede decir lo mismo. ─Al igual que su amigo se apoya en el mostrador, mantiene una sonrisa sin dejar de ver al mayor de los tres. ─Sigues igual de hermoso que antes, aunque de hecho, ahora que eres más bajito que nosotros te ves mucho mejor. ¿Cierto Mikey? 

─Heh, sí, aunque se siente extraño, ser más alto que un chico mayor que nosotros. 

─Supongo que se comieron todas sus verduras, como les recomendé. ─Bromea un poco.