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La mujer adornó las paredes de globos, colocó el pastel en medio de la mesa y encendió las velas con su sonrisa más valiente.


-Feliz cumpleaños, nena.

la silla enfrente de ella, igual que todos los años, estaba vacía.


Siempre era preferible celebrar un falso cumpleaños, que visitar nuevamente el cementerio.

Cuentos para mounstros
Santiago Pedraza

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