Capitulo 1.

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Año 1950.

--- Jungkook, ven a comer cariño – lo llamo con un tono suave, su tierna sonrisa dejaba claro que era una madre con manos cálidas. Jungkook resoplo, su mirada molesta no dejaba su rostro ni por un segundo.

--- Jungkook, anda pequeño llama a tu padre sí? – Al ver que ya no le quedaba opción, bajo las escaleras, cruzando por el sendero de un laberinto sin fin. El olor a jazmín recién cortado lo hizo estremecer, odiaba ese aroma tan dulce que lo hacía vomitar. Aun así, no tuvo más opción que aguantar el aroma que entraba por sus fosas nasales, Después de todo era la flor favorita de su bella madre, por lo menos su progenitora tenia aquel aroma que a él le encantaba, vainilla, amaba ese aroma como amaba a su madre las dos cosas juntas hacia que su vida oliera a rosas.

--- Padre, mamá nos llama a comer...- por fin había llegado a la oficina de su progenitor, con una mirada perspectiva comenzó a inspeccionar aquel grande lugar, que desde que era un niño, lo intimidaba. Los colores grises en las paredes tan tristes y sin retorno, le traían malos recuerdos, los azulejos de cristal le daban un toque algo elegante, el periódico, los papeles tirados en el escritorio y la oscuridad en la habitación, era como si el sol no llegara al lugar, aun así respiro profundo y prosiguió a esperar la respuesta de su padre.

--- Jungkook, dile a tu madre que enseguida bajo ¿si? - Jungkook resoplo, trabajo, trabajo, cuando tendrá tiempo de estar con su familia? --- No me veas así, crees que ser un comerciante es fácil?, jungkook todos los días viajo a Seúl... cada vez hay más soldados controlando la zona... - O  no, otra vez los sermones de su vida, adoraba a su padre como a su madre, pero odiaba que siempre recalcaran la tristeza de ese lugar.

--- Bueno padre, te esperamos abajo – sin dejarlo si quiera terminar de hablar, cerró la puerta de aquella oficina. Los pasos retumbaban en las escaleras de mármol, la mano en la banderilla, rosando las yemas de los dedos sintiendo la suavidad de madera fina, a ver si así se distraía un poco. El aroma a fideos le llamo la atención, a fin la comida estaba lista, con una mirada hambrienta se sentó en su lugar a esperar que su madre sirviera la comida en platos de porcelana fría. La comida había calmado su ansiedad, ir a la escuela en definitiva no era lo que más prefería, al salir de su hogar suspiro, el frio choco contra su rostro provocando escalofríos, miro a todas partes observando incluso el bello jardín de su madre, las flores recién plantadas en la tierra fresca, algo totalmente horroroso ante sus ojos.

--- Qué asco... - Fue todo lo que dijo para pisotear en silencio aquella flor que detestaba, el sonido del tren lo alerto, entre zancadas comenzó a correr con incluso desesperación, puesto que lo iban a volver a regañar por llegar tarde.

--- Joven Jeon espero que esta sea la última vez que llegue tarde, ya no es un niño pequeño de 5 años, ya tiene 16 años ya pronto cumplirá los 17, tiene que ser más responsable. En el ejército no van a tolerar estas faltas de respeto. -  Estaba harto de lo mismo, para él las palabras sin sentido de su profesora no le importaba en lo mismo, ¿ella que sabía si él quería ser un oficial que seguiría las palabras de sus superiores? Y, sobre todo, ¿ella sabía que el solo quería escapar de su clase cada vez que hablaban ¿de el?, palabras sin significado y con las manipulaciones escondidas tras una sonrisa que prometía libertad para su pueblo, podía jurar que cada vez que veía una foto de ese sujeto tenia arcadas. El sonido de las ruedas sobre el frio metal del tren y el chillido agudo del freno lo saco de sus pensamientos, había llegado a su destino. Con una leve reverencia agradeció al chofer y bajo de un salto, los nervios lo comían vivo, estaba cansado que siempre lo regañaran como si fuera un niño, sus responsabilidades lo aturdían, era agotador de solo pensar que sus compañeros estuvieran ahí, los profesores le daban mala espina. La caminata por fin ceso puesto que por fin llego al lugar de su tortura mental y agobiante. Sus dos esferas oscuras se fijaron en una jovencita de pelo largo y negro, o era ella... la chica con la que soñaba y la que nunca le mostraría interés, una chica con la que pensaba cada vez que su mano bajaba a su parte baja y donde tenía pensamientos sugerentes donde su mano y cuerpo se movían sin control , donde su cuarto era el centro de contención para su respiración y sobre todo; se ocultaba de lo ilícito o vamos recién tenía 16 años sus hormonas y su calor corporal aumentaba con demasía, aun así bajo la mirada siguiendo su camino y pasando al lado de la joven con aroma a durazno.

Tus ojos bélicos; Taekook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora