𝐆𝐇𝐎𝐒𝐓 𝐎𝐅 𝐘𝐎𝐔│𝐌𝐘𝐊𝐑

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La otra semana, Maya fue una hora antes al estudio, y se quedó parada en la ventana que daba a la sala de ensayo principal, la más grande, en donde iban los mejores, viendo a la chica vestida de ropa deportiva verde, su cabello está suelto y húmedo, y la hacía ver encantadora y caliente.

Estaba practicando un enérgico dueto con una chica, el estilo era hip hop, pero la canción era un pop alternativo que casi llegaba a ser rock, no veía ningún tipo de historia o relato en aquel baile, pero Mahiru sonreía tan bonito que la chica apenas podía concentrarse en la coreografía.

Maya no podía evitar reír cada vez que la chica terminaba tan nerviosa que se caía, se marchaba, o le erraba un paso, y Mahiru reía con burla porque la estaba poniendo incómoda a propósito.

Al salir de la clase, cruzaron miradas, y Maya la saludo con su mano de manera sutil, Mahiru se acercó a ella un poco para hablar.

Conversaron apenas unos minutos, Maya le dijo que le había gustado su actitud en el baile y que lo había hecho muy divertido, el hip hop no era mucho su estilo, así que no podía decir mucho de bueno, si se notaba que bailaba como una completa profesional.

Fue la primera vez que Maya no la cagó a la primera, dejó todo fluir y hasta intercambiaron números, y en cuanto se despidió de ella y se fue, al voltear, Claudine estaba allí, como siempre ella siempre estaba.

— Me vas a matar de susto algún día. —dijo Maya, bastante molesta.

—Lo siento, no necesitamos más muertos.—Murmuró Claudine—. Hay que admitir que tiene buen culo, Tendou.—dijo, asintiendo con aprobación.

Maya rodó los ojos.

—No tienes que aprobar a todas las personas con las que salga.

Claudine se encogió de hombros.

—Quiero que seas feliz y noto cosas en las personas que tú no, así que puedo saber si te quiere para siempre o para un rato, no está mal saber esas cosas, te lastima menos.—dijo la menor—. Pero si quieres, no vuelvo a decir nada.

Maya negó, en verdad le gustaba la opinión de su menor, Claudine siempre supo más cosas que ella, tenía esa capacidad de conocer a las personas en los primeros cinco minutos que pasaba con ellos.

Entró a su clase de baile, como siempre, calentamiento, repaso rápido de la coreografía, corregía uno que otro paso que se equivocaba, y el resto de la hora y media era repetir el solo una y otra vez, con música, sin música, de a partes, hasta que algo teminara de alguna manera bien.

Su profesora seguía completamente inconforme con la parte actoral de su danza, se tenía que ver todo, se tenía que ver cuando abrazaba a su pareja imaginaria, como bailaba a la par de esta, como le sonreía y miraba con corazones a los ojos de la nada, y como al final se rompía cuando era el momento de decir adiós.

Claudine, mirando todo el baile, memorizado de tantas y tantas prácticas, tantas veces, encontró una solución más indicada, pero no podía hacerlo en los ensayos.

Sería en su acto final.