Rojo muerte

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Mamá dio dos golpes a la cabecera y rápidamente busqué la tan querida caja azúl sobre la mesa, ella estiró su delgada mano para tomarla mientras yo miraba caricaturas a alto volumen, poco después me sirvió un cereal y desayunó junto a mí. Ella siempre se arregla muy temprano, muchas veces he llegado a pensar que iremos a una fiesta, pero siempre me equivoco, la última vez que fuimos a una la abuela aún vivía, ahora no sé a dónde se mudó, pero eso dice mi mamá.

Paso casi todo el día viendo la tele, ahí se ven mis clases y los programas de mamá, hoy me enseñaron sobre las rimas en los poemas, y de tarea debo hacer uno, pero no entendí, seguro que mamá sabrá hacerlo.

          
Me gusta jugar, pero no tengo amigos, aunque mi mamá siempre me hace reír cuando me persigue por la casa o me hace cosquillas, ella también se ríe, pero aveces llora, y es ahí cuando hago una carrera hasta su cuarto para llevarle su caja azúl, de ahí saca algunas cosas y se arregla, siempre se ve mejor después de eso.

Cuando el Sol se esconde, yo también lo hago, es como un juego; él se va atrás de los cerros y yo voy debajo de mi cama, nadie busca a nadie, pero el juego acaba cuando mamá da dos golpes a la cabecera, a veces el sol sale antes que yo, pero no importa.


Hoy, como siempre, ya estaba bajo mi cama, jugando con dos muñecos de acción que me regaló el hermano de mamá, de pronto escuché golpes sin sentido en la puerta y me tapé los oídos, era el segundo nivel del juego; la entrada del villano. Nunca lo había visto, pero mamá me contó que era muy alto, con un olor muy feo y muy malo, yo lo imaginaba con garras y un lanzador de fuego muy fuerte y poderoso. Yo no luchaba contra él, eso lo hacía mamá.

Aunque no podía escuchar bien por taparme los oídos, muy bajito y lejano escuchaba cómo el monstruo gritaba y lanzaba fuego, rompía cosas e intentaba vencer a mamá, pero ella también gritaba y lo golpeaba, después de mucho rato todo se quedaba en silencio, a veces escuchaba un ligero llanto, era mi mamá, eso significaba que el monstruo la había derrotado.

Por la mañana, el Sol ya había salido de su escondite, otra vez me ganó, mamá dio dos golpes a su cabecera y yo salí corriendo, era el siguiente nivel del juego, fui hasta la mesa y volví hasta su cuarto para entregar su caja azúl, pero sin verla a ella, esa era una regla.

Esperé sentado en el sillón hasta que ella salió de su cuarto, maquillada pero con pijama, no le gustaba mostrar sus daños de las batallas, ¡era una verdadera jugadora!.

En mis siete años de vida, dos los he dedicado a este juego, antes de eso no tenía misiones, sólo me quedaba en mi cuarto, pero cuando empecé a crecer, mamá me ascendió de nivel.

Hoy no hubo clases, así que sólo vi televisión, el día estaba lluvioso, los truenos sonaban más fuertes que las caricaturas, entonces apagué todo y fui con mamá, estaba en el baño, miraba mucho una cosa entre sus manos, ella dijo que era una locura, algo que le había incrustado el monstruo, yo me asusté mucho, no había nada qué hacer, dijo ella.

De nuevo comenzó el juego, yo estaba muy enojado, fui a mi escondite y empecé a leer las reglas del juego:


1. Poner seguro a la puerta.
2. No salir del escondite hasta escuchar la señal.
3. Taparse los oídos hasta escuchar la señal.
4. Mantenerse en silencio.
5. No ver a mamá durante ni después de cada batalla.

Dos golpes a la cabeceraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora