Cinco

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Jennie había despertado la tentación y Lisa mordió la manzana.

Sus labios se juntaron en un apasionado baile, sus cuerpos estaban sedientos de calor. Querían tomarse, poseerse.

Las manos de Lisa recorrían el cuerpo de Jennie sin pudor alguno, recorría cada centímetro de la muchacha, provocandola lentamente. Su espalda chocaba con el frío suelo y contrastaba con su caliente piel que podía llegar a quemar, estaban en una posición bastante incómoda pero el placer las cegaba.

La mayor tenía sus labios entre abiertos, soltando pequeños jadeos que resonaban por el pequeño cuarto de paredes beige. Su pecho subía y bajaba, estaba a su merced tal y como lo había dicho.

Las manos de Lisa seguían recorriendo los lugares mas recónditos del cuerpo de Jennie, sacándole suspiros. Un solo roce hacía despertar todos los sentidos de Jennie, un solo toque la podía quemar.

Sus movimientos estaban perfectamente calculados, creando un ritmo perfecto el cual Jennie disfrutaba al máximo, ambas estaba en un éxtasis inalcanzable al punto de entenderse sin palabras, solo con roces. Se unieron el cuerpo y alma bajo los rayos de sol.

Sus labios quemaban ante la piel de la contraria, se derretían bajo el tacto de este.

La caliente piel hacía contraste con la fría ceramica que cubría el piso.

El tapete estaba a un lado junto a la tela.

Los besos de Lisa descendieron hasta los pechos de la mayor, jugando con estos mientras que sus manos se hacían cargo de su intimidad, jugando con la tela que la cubría, que minutos más tarde, estaría tirada por algún lugar de ahí.

Jennie se limitaba a soltar tímidos gemidos y jadeos que resonaban por la habitación.

Los dedos de Lisa entraron en acción; retiraron la pieza de tela con sumo cuidado, como si de porcelana se tratase. Comenzó a mover su dedo

Comenzó a mover su dedo anular en circulo, haciendo que la joven cerrara su ojos ante tanto placer. La menor sonrió con nerviosismo, no sabía si lo que hacía estaba bien o mal, era una total inexperta en ese ámbito; solo se guiaba por su intuición y excitación del momento.

Dios...- murmuró Jennie por lo bajo luego de unos segundos estimulando el área.

Jennie creía en Dios, pues era Lisa.

Pasado unos segundos del murmullo, decidió introducir uno de sus largos dedos a la entrada de la mayor, con delicadeza y lentitud.

Un gemido se escapó de los labios de la contraria, la cuál disfrutaba de la sensación de ser tomaba por Lisa.

Comenzó a moverse con una lentitud desesperante para Jennie; necesitaba más.

-Más... -salió casi en un susurro desesperado.

Lisa aceptó las órdenes e introdujo un dedo más, comenzó a moverlo en diferentes direcciones, haciendo que Jennie se removiera de placer.

Esta vez, Lisa sonrió más confiada; lo estaba haciendo bien.

La luz se filtraba a través de las finas cortinas que tapaban las ventanas, creando figuras sin formas en el piso y paredes.

Las caderas de Jennie se movían al compás de los dedos de Lisa, lentamente armonioso.

Pasado unos segundos, Jennie soltó un gran gemido, seguido de murmullos indicando que sería su clímax. Sus manos atrajeron el cuerpo de Lisa para acercar su rostro y besar у sus labios. Se movían en un compás digno de tocar, en una danza digna de bailar, en una canción digna de cantar.

Pasado unos segundos, Jennie soltó un gran gemido, seguido de murmullos indicando que sería su clímax. Sus manos atrajeron el cuerpo de Lisa para acercar su rostro y besar sus labios. Se movían en un compás digno de tocar, en una danza digna de bailar, en una canción digna de cantar.

Una vez en el clímax, Lisa salió de ella y nuevamente unió sus labios en un ritmo lento mientras las luces cubrían sus desnudos cuerpos.

Jennie era una obra de arte por si misma.



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