¿Y quién dijo que tus peores pesadillas no pueden volverse reales?
Traspasar la propia barrera del sueño, alzarse ante ti todo aquello que creías que jamás tendrías que hacer frente más allá de las noches oscuras. Sentir como cada célula de tu anatomía se paraliza frente la amenaza de peligro y no puedes hacer nada más que rezar para despertar. Pero ya lo estás.
Como Julieta al despertar y ver que su peor pesadilla se postraba hecha realidad frente a sus pies. La desesperación, la angustia y la opresión en el pecho que sintió al ver el cuerpo de su amado tirado sin ningún rastro de vida en aquel rostro que tantas veces besó.
Situaciones desesperadas requieren de medidas desesperadas. Una cita que yo nunca entendí, hasta este mismo momento. Ahora mismo comprendía perfectamente a la joven Capuleto y porque eligió aquel camino hacia la mismísima muerte.
La entendía porque yo, después de todo, también tomé la misma decisión.