Primer intento, otra vez.

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Capítulo Tres.

Primer intento, otra vez.

El viento soplaba de manera agradable por las calles de Londres. La luz del sol, que empezaba a descender por el horizonte, daba a los edificios una leve tonalidad naranja. No había nubes en el cielo y este brillaba con un azul hermoso. Era una perfecta tarde de otoño en la capital londinense.

Harry y Hermione acababan de salir del subterráneo, caminando tranquilamente hacia su destino. Bromeando, avanzaban lentamente hacia el London Eye, de nuevo. Sentían que la gran rueda de la fortuna les debía un viaje y habían decidido regresar con tiempo de sobra, gracias a las maravillas del internet, dónde Harry pudo comprobar los horarios desde la recepción de la Posada.

—¿Sabías que fue construida para festejar el cambio de milenio y debía haberse desmontado cinco años después? —dijo Hermione, mientras se acercaba a la fila para comprar los boletos, dónde extrañamente, había menos de cinco personas.

—Si, ya me lo habías comentado—contestó Harry en tono distraído mientras sacaba su teléfono, dónde ya estaban cargados los boletos —El internet me dijo que serían más baratos si los compraba en línea —explicó y, tomando a Hermione del brazo, se dirigieron a la entrada de la noria.

—Día tranquilo —dijo el hombre que escaneaba los códigos del teléfono del chico —Disfruten el paseo, porque no volverán a tener uno así en la vida. Al menos, no por este precio.

Los dos amigos se mostraron confusos ante las palabras del hombre, pero cuando éste cerró las puertas detrás de ellos, y dentro de la cabina en la que se encontraban sólo había una pareja más, lo entendieron. Era un viaje prácticamente privado, el cual tenía un costo de al menos el triple de lo que Harry había pagado.

—Es nuestro día de suerte —dijo Hermione al tiempo que se acercaba al barandal, para comenzar a apreciar la vista.

—Sólo en días cómo estos, es cuando comprendes qué es lo que ve el resto del mundo en esta ciudad —comentó Harry, parándose a su lado —El Parlamento pierde su encanto cuando lo ves a diario desde el tráfico.

—En realidad —la chica se quería morder los labios para contenerse —Ese es el Palacio de Westminster. Sólo se le conoce como "El Parlamento" porque... bueno, tú sabes, porque alberga a las dos cámaras del Parlamento del Reino Unido.

Harry alzó las cejas, conteniendo la risa. ¿Quién necesitaba al buscador de su teléfono cuando tenía a Hermione Granger como su mejor amiga? La chica era una enciclopedia andante.

—Igual pierde la gracia cuando llevas estacionado media hora frente a él y realmente necesitas ir al baño.

—Supongo que tener al río Támesis ahí al lado no ayuda en tal situación, ¿eh? —se burló ella.

—Sólo empeoró las cosas —contestó Harry riendo —Cuéntame más.

—¿Sobre qué cosa?

—Sobre nuestra maravillosa ciudad.

—Uhmm... —Hermione dudó por dónde comenzar —Esta noria tiene 32 cápsulas para representar los 32 distritos de Londres.

El chico sonrió y continuó escuchando a su mejor amiga por alrededor de diez minutos más. Sentía un poco de vergüenza al reconocer que desconocía muchos de los aspectos arquitectónicos e históricos de la ciudad en que había crecido.

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