capitulo 3

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Se llevó todo, se llevó la tristeza. Ya no existe espacio en la melancolía, porque a su lado todo tiene más razón.

–Sebastian Yatra (No hay nadie más)

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La puerta fue cerrada de forma estruendosa, el castaño salía hecho furia después de tener un encuentro desagradable con la mujer que dice amarlo.

Caminaba dando pasos largos, queriendo alejarse lo más posible de las palabras que liberaba aquella supuesta dama. Palabras de desprecio disfrazadas de amor.

Asco.

Sólo eso podía sentir hacia esa mujer, no había amor, sólo ataduras. Su madre, si podía llamarle así, sólo seguía estando cerca por conveniencia. A veces maldecía a su padre por haberle dejado todo, incluso el cuidado de ésta idiota.

Ésta idiota que podía destrozarlo si se enteraba de Seungmin.

¿A dónde vas?—había preguntado antes de que lograra salir.

—Eso no te incumbe.

—Claro que sí, soy tu madre.

—¿Mi madre?—encarándola, pudo ver la sonrisa socarrona de la mujer.— Mi madre murió cuando era un niño, tú sólo viniste a ocupar un lugar que te queda grande.

—¡No me hables así!

—Si te interesaras en mí de verdad, no preguntarías a donde voy, lo sabrías. El dinero es lo único que te importa.

—Te equívocas, estoy interesada en algo más. Necesito saber si alguien de me ha adelantado.

—¿Para qué puedas hacerle lo mismo que a mi padre?

—Entonces si vas con ella.

Y odiaba la estúpida condición de su padre.

Deberá casarse antes de los veintidós, entonces, todo será suyo. De lo contrario, todo pasará a manos de Choi Yena.

Para su madrastra sería sencillo sólo dejar que los días pasaran y que él no llegara a casarse, pero la estúpida obsesión que había aparecido después de cometer un error en esa noche de alcohol, le parecía una mejor idea.

Casarse con su hijastro, asqueroso.

Añadiendo el desprecio que tenía su padre hacia la gente homosexual, estaba contra la pared. Si Yena se enteraba, podría hacer que la memoria del perfecto señor Lee desapareciera junto a su empresa y eso, no debía pasar. Porque Minho había prometido a los pies de aquella tumba que no dejaría caer años de trabajo, esos años en los que sus padres buscaban un mejor futuro para él. Lo prometió a su verdadera madre.

—Cualquier lugar es mejor que aquí.

Durante el camino había sacado su celular para enviarle el mismo mensaje de siempre, lo necesitaba cerca. Sólo él podía hacerlo olvidar, dejar todo atrás y concentrarse en ellos dos.

"20 min, lugar secreto".

Recibiendo respuesta en menos de un minuto.

"Ok".

Tener que hacer esto en secreto, esconderse como si su relación estuviera mal, lo hacía sentirse despreciable, Seungmin no merecía eso, ninguno de los dos.

Al llegar al lugar acordado pudo verlo, esperando pacientemente recargado sobre el balcón. Una dulce mirada, acompañada de esa hermosa sonrisa pudieron cegarlo, vendando sus ojos y mente para que no pudiera recordar nada más.

Sólo importaba él, nadie más.

—Deberás compensarme tres minutos de espera, Minnie.

—Claro que sí.—Minho atrajo al rubio a sus brazos, sujetando con sutil fuerza su cintura, fundiéndolos en un abrazo. Necesitaba esto, sentir los brazos del menor deslizarse por su cuello y respirar esa fragancia que lo caracteriza.

Porque Seungmin no necesitaba enterarse de nada, él sólo debía seguir pensando que Minho no quería mostrarlo frente a las personas del colegio, fingiendo ser un patán con él para no herirlo de verdad, para alejar las garras de su hermoso cuerpo.

—¿Todo está bien, Min?—preguntó, confundido por el actuar de su novio castaño.

—Está bien ahora, precioso.—respondió, acariciando el cabello sedoso de su bebé, alejándose un poco y buscando la boca contraria para poder sentir la perfecta paz que sólo Seungmin podía brindarle.— Siempre que estés tú, todo estará bien.

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Espero que les gusteeeeee ♡

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