La Bestia del Bosque

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-Y...

-¡Basta, ya me harté de esta mierda!- Exclamó Darío sacando su arma y disparando al que tenía de rodillas. -Y no quiero ni una palabra más sobre este tema.

-Pero...- Se quejaba Mateo viendo con preocupación la escena.

-¡Ni una palabra más!- Darío había sorprendido a Mateo y a Clint, quienes veían con preocupación la escena.

El trío caminó dejando atrás al muerto. Más adelante, Mateo le reclamó a Darío

-¿Para que lo mataste? Lo necesitábamos.

-No nos iba a decir nada-. Respondió Darío viendo hacia adelante.

Clint, intentó hablar, sin embargo tuvo miedo por la gran tensión que había en el ambiente.

La piel se les puso chinita, el frío de la noche se avecinaba junto con esta.

El profundo bosque, cada vez más oscuro, los árboles cada vez más altos, menos animales alrededor.

El viento golpeando sus caras, ligero rocio cayendo en sus ropas, ni un ave sobre ellos.

Calma en su totalidad.

-Estamos perdidos-. Dijo Clint, con voz temblorosa.

-Mejor paremos.

Darío vió a Mateo, matándolo con la mirada, sin embargo, este mantuvo su postura.

-¿En serio? Bueno, quédense aquí a morir de frío, yo seguiré hasta la cabaña

-¿Y que harás si te pierdes?-. Preguntó Clint preocupado.

Darío río burlón, aseguró que no se perdería. Dió media vuelta y se adentró en el bosque. Marcó árboles para asegurarse de no estar dando vueltas en círculos.

Luna llena. Mateo y Clint hicieron una pequeña fogata y se abrazaban para mantener el calor. Descansar era importante para seguir.

Por su parte, Darío, seguía caminando, en algún punto alzó su vista al cielo, la luna iluminó su rostro. Caminó hasta cansarse.

Se agachó para descansar un poco, su mirada clavada al suelo, sediento y hambriento. Cuando se levantó, vió una cabaña y escuchó susurros.

El viento. Decía que se fuera. Pasó de un susurro a un grito.

Darío emprendió a correr a cualquier parte, sin embargo, cerraba sus ojos y cuando los abría, volvía a estar en el mismo sitio. Esta vez, una figura estaba a unos metros de él.

Una joroba muy alta. En cuatro patas flacas y muy alargadas de fuertes dobleces. Mórbida cabeza, con una corona de flores sobre ella. Cara pálida, cuencas como ojos y boca, más profundos que él mar.

La criatura dió un paso. Darío, pavoroso, corrió de nuevo, tanto como pudo, rezando por encontrarse a esa cosa de nuevo, lágrimas caían de sus ojos.

A lo lejos vió a sus amigos. Gritó que corrieran.

Los chicos solo vieron pasar a Darío, hasta que escucharon como algo venía detrás de él tirando todos los árboles a su alrededor. Vieron una gran figura muy alta, corriendo hacia ellos. Corrieron detrás de Darío.

Lloraban, corrían, mientras que aquella bestia los perseguía por el bosque.

Corrieron hasta una cabaña en la carretera. Cayeron en la entrada y miraron a atrás. Allí estaba, esa criatura los miraba, pero esta vez era más pequeña. Se fue desvaneciendo entre los árboles.

Alguien salió de la cabaña y les dejó pasar. Un bar.

Estaban pavorosos y acalorados, sin palabras para describir lo que vieron en aquel bosque.

Se desmayaron por la falta de aire. Un señor que estaba en el bar dijo:

-Por eso nunca hay que entrar al bosque. Allí viven la bestia y sus seguidores.

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⏰ Última actualización: Apr 03, 2023 ⏰

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