3-Papeles disueltos.

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Siempre pensé que podía tener todo bajo control pero las cosas resultaban tan difíciles en mi vida que a veces me costaba seguir, y hablo sobre la vida que llevamos todo, tal vez alguien por ahí tiene la suerte de ser feliz sin problemas mientras que otros tienen la convivencia de ser fuertes para sobrevivir. Y eso de alguna manera es doloroso. Viví toda mi vida pensando en su regreso, esperando a que vuelva llorando diciendo que no fue su intención dejarme solo afrontando las miradas de lástima, de pena y burla en los rostros de esos adultos y de esos niños.

Apreté su mano sonriente, ella también me sonrió como si algo sucediera, anoche la escuché llorar mientras hablaba con alguien al teléfono, no quise involucrarme, mamá decía que cuando ella hablara con otra persona que no la molestara y me fuera a dormir o jugar. En fin, al llegar a la escuela me dio mi lonchera de spider-man y se agachó a mi altura.

Eres un niño muy precioso.—su voz tan dulce, suave hizo que sonriera y me encogiera por el viento que golpeó mi mejilla, su cabello oscuro flameaba y sus mejillas lucían algo coloradas, mamá era bonita y una mujer muy valiente, se encargó de mi cuando papá falleció. Siempre sonriéndome y demostrándome que podías ser feliz después de una batalla, algo que me gustaba de mamá era que por más que llorara de noche al otro día me sonreía y me cantaba. Hoy era día de vídeos divertidos, ver perritos y gatitos jugar.

¿Vendrás por mi hoy mami?—pregunté cuando acomodó mi suéter azul con pequeñas nubes blancas, sonreí por su pequeño beso en mi nariz y entonces se levantó para llevarme a la puerta de mi clase, miré dentro y allí estaban mis compañeros esperando para jugar conmigo, pero me sentía algo extraño, sentía que este día sería diferente al resto.

Sabes que sí pequeño, recuerda que mami te ama demasiado. Ahora ve a clase que tus amiguitos te esperan para colorear y jugar.

Le di un abrazo, sintiéndome el niño más feliz por tener a una mamá atenta y bonita.

Adiós mami.

Adiós pequeño.

Desperté sudado y asustado, miré el techo y de repente sentí las lágrimas deslizarse por al costado de mi rostro y fruncí mi ceño porque no quería llorar por una mujer que me mintió y abandonó.

Esperando varias noches por esa mujer que nunca llegó, ese beso en la frente de despedida me resultó tan asfixiante que sentía que era un cobarde. ¿Por qué? Fácil, no tenía chances de volver a verla y si algún día la vida la ponía en mi camino estaría devastado, molesto y las ganas de reclamar todo lo que sentí estarían presentes, la quería hacer llorar, que se sienta más culpable y más infeliz, pero también las ganas de abrazarla y decirle que la extrañe estaban invadiendo mi sentido. No era un chico malo, no me consideraba como alguien fuera de sus cabales. Literalmente sería un chico impulsivo sin anonimatos, y resultaría desatar una guerra contra mi mismo.

Me levanté de la cama porque lo que menos quería era ponerme a pensar si alguna vez tuve la culpa de algo, si alguna vez hice que ella me odiara o si alguna vez fui alguien no deseado en su mundo. Momentáneamente, simbolicé todo como algo extrañamente ridículo. En fin, me sentía agobiado, tener ese sueño no fue algo bonito. Luché, sonreí y ahora estaba aquí, un adulto mejorando como persona poniéndome varias metas en la vida porque por más que esperara todo sería manos del tiempo.

—¡Ezra, son las ocho de la mañana ya es hora de levantar!

Esa voz.

Solo dos personas tenían el permiso de entrar a mi casa, mi tía y el idiota de Oliver. Este último estaba algo perdido pero en cuanto lo viera lo sentaría y hablaría seriamente con él. Bajé todo desarreglado, los ojos azules de mi tía me observaron y me sonrió abriendo sus brazos, me acerqué y me refugié en ella. Era buena mujer, solo faltaba esa niña chillona corriendo y estaría completo.

HONESTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora