Alma liberada

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Sigo recordando el momento, ese pequeño instante en el que todo se acabó, en lo que una bella historia se terminó transformando en simplemente cuatro errores y una flor.

Siento tus manos tapar mis ojos, y tu respiración cálida y pausada en mi cuello, giro sonriente sabiendo que se trataba de ti. Beso tus labios y al abrir mis ojos noto tu sonrisa, pero algo mas llama mi atención. Una marca roja con una forma y regular pero bastante parecida a un círculo adorna tu cuello. Me separo de golpe y grito:

-¿Con quién estuviste?- Estabas confundido, no entendías mi reacción, hasta que lo recordaste. Recordaste a esa chica, y lo que sucedió la noche anterior, tu semblante cambio y fue entonces que me di cuenta que estaba en lo cierto, me habías engañado. Mis piernas reaccionaron antes que mi cerebro y salí corriendo sin mirar a donde iba. Un auto impacto conmigo, recuerdo tu rostro a la perfección. Tu mundo se había derrumbado. El mío se había acabado.

Corriste para auxiliarme, gritaste que llamaran a la ambulancia con desesperación pero no notaste que yo aún te miraba, observaba con dolor como todo llegaba a su fin. Me tomaste en tus brazos y comenzaste a correr

-Te amo- Dije en un susurro. Pero jamás lo escuchaste, jamás notaste que yo aún vivía, solo seguías corriendo. Mis ojos se cerraron y una luz me cegó al volver a abrirlos, sabía a la perfección lo que sucedía, no camine hacia allí, corrí al lado contrario, escapando de mi fin.

Corrí hasta verte de nuevo, estabas con mi cuerpo, yo estaba a tu lado, abrazándote, los doctores intentaron reanimarme, pero no tuvieron suerte. Vi cómo te derrumbabas , mi madre llego a tu lado, te abrazo, te contuvo y luego de un rato te beso. Mi cuerpo comenzó a convulsionar y yo estaba mirando la situación, ella no se preocupó, solo te tomo del brazo y te saco de allí. Los vi, salieron de la mano, como una pareja feliz, mirabas atrás sin que ella lo notara. La seguiste dejándome atrás, sabiendo que jamás volverías a verme.

Mi alma estaba destruida, y esa luz volvió a cegarme, esta vez no corrí. Simplemente camine hacia ella, sintiendo el dolor y la opresión de mi pecho, desvanecerse.

Cuatro Errores y Una FlorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora