CAPÍTULO IV

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Despierto por el sonido que ocasionan los golpes en mi puerta y cuando la abro me encuentro con Jones.

—Al fin Wilson — son las primeras palabras que dice al verme.

—¿Para qué viniste? — pregunto aun adormitada.

—Necesitaba ver si te encontrabas bien — responde con sinceridad mientras toma asiento en uno de mis pocos muebles.

—Lo estoy, ya puedes irte —habló severamente.

—No lo estas — apela y en ese momento empiezo a odiar que me conozco tan bien.

—¿Cómo puedes asegurar eso?

—Ese sencillo, tu ropa es la misma que ayer, en el mesón de tu cocina no hay ni una taza o plato que indique que hayas comido — contesta señalando todas las cosas mencionadas.

—Y son las 2:37 p.m — finaliza observando el reloj de su muñeca.

Entonces ya estando vencida por sus argumentos, me siento a su lado y habló:

—Por lo que sucedió ayer, se que te mereces una explicación, yo padezco de — soy interrumpida por su voz.

—No necesito una explicación.

—¿Qué? — cuestionó sorprendida.

—Wilson no tienes porque decirme que paso, lo vi y parece muy doloroso para que me lo compartas como si estuvieras obligada a hacerlo, así que no tengo la necesidad de saber de que lo causó o como sucedió — habla mirándome a los ojos.

Y aunque admito que no quería contárselo ya que es algo muy personal, nunca creí que lo entendería.

—De esta manera Alysa Wilson yo estaré aquí cuando puedas y sientas la confianza de hacerlo pero si nunca la sientes recuerda que no tienes que hacerlo — prosigue mientras toma mis manos.

—Nada ni nadie puede obligarte, y aunque no puedo asegurarte que todo estará bien yo estaré aquí — finaliza y esas palabras se sienten como si él estuviera aceptando soportar todo lo que yo no puedo y todo a lo que le tengo miedo.

—¿Quieres un café? — digo desviando la conversación.

—No tomo cafeína — contesta ignorando mi cambio repentino de conversación.

—¿De verdad Jones?

—Si tengo problemas si la ingiero.

—No creo que sea para tanto — hablo mientras doy la vuelta a mi mesón y sirvo dos tazas.

—Te reto a tomarlo — hago referencia a los retos que hacíamos cuando éramos niños.

—No caeré esta vez — dice serio levantándose y siguiéndome.

—Siempre supe que eras muy débil incluso cuando éramos niños yo ganaba siempre — me burlo

—Está bien tomaré el café — se rinde dándole un sorbo al líquido dentro de la taza y sentándose en uno de los taburetes.

—Yo te debo una disculpa — hablo y su rostro se frunce.

—¿Por qué?

—Por ignorar tus mensajes y llamadas hace 7 años.

Al terminar de pronunciar esas palabras su rostro se vuelve frío.

—No hay que hablar del pasado ya que no podemos volver a este — dice y entiendo porque estudia filosofía, sus palabras siempre son tan profundas.

—Lo entiendo.

—Entonces, ¿amigos?

—Amigos — afirma.

...

Harry Jones

3:17 a.m

Todo está oscuro, logró visualizar en el reloj de mi mesa la 3:17 de la madrugada, no debí aceptar del café de Wilson.

En momentos como estos me pregunto, ¿donde estas madre? ¿por qué no pude hacer nada? ¿me has perdonado?

Detesto el café porque me recuerda a ella, y aunque puede ser dulce también amargo.

—Abigail — dejo que su nombre abandone mis labios.

Empiezo a sudar frío apenas recuerdo todo lo que pasaba, y escucho su voz.

—Mami siempre estará aquí para protegerte cariño.

No debí haber creído en sus palabras.

— A - bi - ga - il, ese es mi nombre.

—Así es cariño Abigail.

Paso mis manos sobre mi cabeza para dejar de escuchar su voz la cual me atormenta.

—BASTA, POR FAVOR, BASTA.

Alzó la mirada y veo el reflejo de "ella" en mi espejo, logro visualizar su rubia cabellera y sus verdes ojos, cuando no lo soporto mas me abalanzó sobre el rompiéndolo en pedazos. Caigo en el suelo rodeado de los vidrios rotos uno de ellos capturó toda mi atención.

Y en mi ya marcada blanca piel otras líneas aparecieron.

Cuando digamos adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora