CAPÍTULO VIII

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Despierto en un lugar que no es mi habitación, paredes blancas, sábanas grises y un pequeño escritorio con un ordenador encima de este.

Los recuerdos de ayer llegan a mi rápidamente, esa estúpida pesadilla que me persigue desde que era joven, esa figura imponente que siempre me menospreciaba.

La puerta de la habitación se abre y entra Harry.

—Siento todos los problemas causados — digo.

—¿Estás bien? — pregunta de inmediato y yo solo asiento con la cabeza.

—Al parecer ayer olvidaste tomar tus medicamentos— habla sentándose en el borde de la cama.

Yo se que los tome, pero no quiero que se preocupe más porque estos no hagan efectos.

—Creo que fue así — susurro y el silencio se instala en la habitación.

—Seré el culpable si te da un resfriado — dice sonriendo de lado.

Y noto que mi ropa es la misma que ayer, y aunque ya esté seca anoche no debió estarlo.

—¡Oh dios mío! — suelto y pasó una mano por mi cabello.

—¿Yo moje tus sabanas? — preguntó tímidamente.

—Un poco — disimula una sonrisa.

—Esto no se parece mucho a ti — digo mientras señalo la habitación.

—¿Por qué no? — cuestiona.

—Es muy oscuro.

—Lo es — habla en un susurro casi inaudible.

—¿Tus gustos han cambiado? — pregunto.

—Muchas cosas han cambiado — declara y nuestras miradas se cruzan.

—Jones, ¿no se nos hace tarde? — interrogó.

—¿Para qué?

—La universidad — aclaró mientras trato de levantarme pero él me retiene.

—Jones habló en serio — afirmó y él suelta una carcajada.

—Es sábado Junie — dice tranquilo.

Cuando escucho esas palabras me recuesto en su cama de nuevo y cierro los ojos.

—Ni siquiera sabes donde estas pero planeas volver a dormir — habla confundido.

—No se donde estoy, pero sé con quién estoy — contraataco.

—Eres muy confiada Wilson — escuchó su voz más cerca.

—No lo soy — abro mis ojos y estos inmediatamente se chocan con uno iris verdes.

Sin poder evitarlo me sonrojo rápidamente.

—¿Te pongo nerviosa Junie? — pregunta burlón.

—Claro que no — demuestro la mayor confianza que puedo en mi voz.

—¿Y si hago esto? — cuestiona.

Y mis alertas se despiertan, y en un intento fallido de huir terminó con Harry Jones encima de mi, y me acorrala contra la cama. Sus manos se encuentran a los lados de mi rostro y sonríe.

—Claro que lo hago — declara arrogante.

—No, no lo haces — digo testarudamente.

—Entonces dime 5 países que empiezen con la letra A en 10 segundos — propone.

—Eh... Albania...

—10, 9 — comienza a contar, y observó cómo sus labios se mueven y su mirada está fija en la mía.

Cuando digamos adiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora