III.

498 59 25
                                    

Narrador.

Habían pasado ya algunos días desde aquel descuido de Tyler y sus amigas. También, desde que su gustos diferentes comenzaron.

A veces, se sentía extraño que ya compartiera esa obsesión con mirar a los chicos y halagar sus rasgos junto con ellas, el jamás pensó que hablaría así. Inclusive las llamo "raras" cuando las miraba actuando de esa manera. Que ironía.

Por su parte, la relación con sus padres no había cambiado, habían hecho el esfuerzo de olvidar ese recuerdo amargo y no hablaron más del tema. Mala idea, menos información para su pequeño hijo.

Narra Tyler.

Ya estaba acostumbrándome a sentirme raro. Mi estómago se sentía tan débil y con cosquillas al mirar a otros chicos, mis manos sudorosas y esos ardores en mi cara ya eran del día a día.

No me pasaba con cualquiera, pero con quién mi cerebro decía "Esta lindo", es con quién mi cuerpo actuaba raro. Era selectivo, pero probablemente había alguien con quién mis sensaciones se triplicaban.

Aunque después del incidente de mis padres, decidí que no iba a contarles nunca... me sentía algo incomprendido, no era mi culpa el que yo estuviera experimentando esto. No lo pedí, y no lo quería.
Solo sabían mis amigas. Nadie más. Los amigos extra que tenía por allí tampoco iban a saberlo, nada más confiaba en ellas.

Hoy día estoy algo aburrido, es sábado y aunque es no laboral para la mayoría, mis padres no estaban incluidos, trabajaban. Mis amigas no habían hecho planes, pero pensaba llamarles para reunirnos.

Estaba tirado en mi cama, viendo el techo, solo, jugando con una pelota la cuál lanzaba al techo y rebotaba hacía mi mano, así un ciclo. De pronto, cayó en otro lugar, así que tuve que agacharme para tratar de alcanzarla, ahí logré tomar algo extraño, cuando lo levanté pude mirar que era.

Un póster, precisamente de Aaron Z. Oh, Aaron Z. Es tan... lindo. Hace que... que algo en mí me sienta diferente.
No solo tenía ganas de volver a verlo, me encantaría poder...

Imaginé, alguna escena entre él y yo. Claro, jugando básquetbol porque es algo que tenemos en común. El anota, pero yo también. Pero el balón queda atascado en la red, el viene y me toma para así alcanzarlo. Oh.

Me imaginé besándolo después de que me tomara. Si, la pelota se fue a la mierda, a mi mente solo le importó Aaron. Pensar eso me hacía sentir el doble de diferente, me gustaba. Sentía extraño pensar en sus labios, en su rostro, sus músculos. Su pecho. Sus hombros.

¿Qué?

Volví a enfocarme en la escena y no era más Aaron, era... Devon.
¡No, borra eso de tu mente, Tyler!
Apreté mis ojos con fuerza pero era imposible, la imagen de él y yo ya estaba plasmada ahí. No podía ser.

Devon, mierda Devon.
De nuevo cerré mis ojos, estaba recostado boca abajo con una pequeña almohada reposando en mi barbilla.

Mi mente volvió a enfocarse en él, no debería... pero hay algo que me alienta a pensar en eso.
Divagó, trato de creer en que lo que estoy pensando no es malo. Lo peor fue después.

No era de pensar en esas cosas, nunca lo había hecho. Sé de cosas que hacen los adultos, pero nunca me interesaba porque era raro e incómodo. Hoy fue diferente, quise asfixiarme con mi propia almohada al imaginarlo con Devon. ¿Cómo podía?, ¿Cuando comenzó a gustarme la anatomía?

Una parte de mi cuerpo estaba extrañamente activa. Me levanté lento, recapacitando la situación y viendo lo que se formaba ahí, en mi short.

¡No quiero saber que me está pasando, no!

¿Romance adolescente?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora