De nuevo estaba sucediendo, me encontraba en el lugar en que solía verle todos los días, estaba ahí, sentada en aquel columpio que ocupaba a diario.
Su cabello tan negro y hermoso como la noche se movía junto con el viento y aquellos ojos tan oscuros como sus cabellos me observaban con un brillo que pocas veces vi en ella, era casi doloroso verla de aquella manera y saber que en cualquier momento terminaría.
Aunque de su rostro nunca se borró aquella sonrisa con la que me recibió, no fui capaz de corresponder de la misma forma, lágrimas recorrían mis mejillas de manera libre y los sollozos abandonaban mi cuerpo tratando de liberar un poco del dolor que estaba a punto de sentir, como sucedía cada noche.
El dolor me resultaba asfixiante y sin poder contenerme corrí en su dirección, se apresuró a ponerse de pie y recibirme como en todas las ocasiones, la abracé con tanta fuerza que sentí que le hacía daño, pero no podía soltarla. No esta vez.
Correspondió al abrazo con la misma intensidad y sentí su cuerpo perder fuerza con el pasar de los segundos, me negué a abrir los ojos y a soltar su cuerpo, poco después sus brazos cayeron inertes a los lados y sus piernas perdieron la poca fuerza que le quedaba.
—Por favor —suplique entre lágrimas—. No de nuevo.
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Un Mes
Short Story" Esa era la Freya que conocí, aquella que siempre decía alguna tontería y por más inoportuna que fuese lograba sacarme unas cuantas risas, era la pequeña que me hizo reír cuando mi peluche favorito desapareció y que se volvió una parte importante d...