|UNO|

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El aire de la estación de policía es tan... Triste. El aroma es: aburrimiento y donas.

Paso de oficina en oficina y limpio sus ventanas, sin música, sin diversión, sin alcohol ni drogas. Es necesario contar lo que sucedió antes de esto, así que, empiezo. Entonces...

—Te faltó aquí, Yoko.

Aprieto el trapo que tengo en la mano y lentamente giro mi rostro hacia uno de ellos. Un completo holgazán. El oficial subido de peso hace una mueca.

—No me pongas esa cara, niña, te faltó en esta parte —señala donde puedo ver perfectamente mi reflejo—. Limpia, que para eso estás aquí.

Dejo caer el trapo al suelo y camino hacia él. Lo tomo del cabello y limpio la ventana con su cara mientras rio.

—¡De acuerdo, tú querías que limpie la ventana, así que lo haré con tu cara de mierda, maldito gordo holgazán!

—Oye, te estoy hablando. —Entonces salgo de mi imaginación, le miro y asiento con la cabeza.

Mierda... Odio esto.

Bien, creo que ya es hora. Yo vivo sola, bueno, vivía sola, pues dos idiotas invadieron mi casa hace poco y... Mejor dejo de lado a esos dos, voy a contar mi feliz vida de locuras. Un sábado por la noche, como siempre, hice una fiesta en casa. Quizá me pasé un poco al traer amigos... Aunque creo que fue a toda la ciudad...

—¡Rompan, destrocen, me vale un pito! ¡Hagan lo que quieran! ¡Mi casa es su casa! —gritaba por el alto consumo de latas con el sabroso alcohol, la música era fuerte que ni yo pude oírme, y seguramente las personas tampoco. Aun así, estos gritaron mientras alzaban sus brazos.

Tenía todo controlado.

Un tipo cuidaba por si algún policía llegaba y nos arruinaba la fiesta, aquí en Japón es difícil hacer este tipo de fiestas. Pero no imposible. Mi casa era enorme, tenía el jardín dentro y muros altos cubrían toda mi vivienda. La fiesta era en cada rincón de mi hogar. Yo tengo apenas diecisiete, y obviamente tengo que celebrar. ¡La vida es corta!

Entré y me dirigí a la cocina, en los pasillos la mayoría de invitados se besaba con cualquier persona que apenas había conocido ese día. Sonreí mientras veía algunas manos meterse por debajo de la ropa. Vaya, definitivamente mi casa es una locura caliente. Al llegar, cogí el dinero que escondí en una de las pequeñas macetas y salí a la fiesta del jardín. Miré el móvil y aún no llegaba mi delivery.

Ese delivery era muy importante. Lo necesitaba ya o no tendría diversión al 100%.

—¡Patito feo se acerca! —Era el aviso del chico encargado a vigilar—. ¡Repito, patito feo se acerca!

—¡Ya te oí! —grité de vuelta y corrí a la entrada, al lado estaba la palanca de energía, la bajé y todos gritaron que por qué la había apagado. Entonces, con solo decir: ¡Cállense o se van a la cárcel! —Todo el mundo guardó silencio.

—¡La policía ya se estacionó! —avisó el chico y se agachó.

—Bien.. ¡Yo me encargo, solo cierren el pico!

Sacudí las manos para quitarme los nervios. Guardé el dinero en mi brasier y busqué entre los arbustos mi bata de dormir, me la puse y luego cogí mi taza que estaba al lado con un sobre de té. Pero recordé que no le había llenado de agua, así que recogí cualquier botella que había media llena y eché el líquido en la taza para que pareciese real mi actuación.

Esperé a unos pasos de la puerta. Estaban cerca. Oí la puerta del auto cerrarse y sonreí. Qué idiotas, esto será pan comido. Y finalmente tocaron el timbre.

Policía Fushiguro || JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora