capítulo ocho.

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Con un mal presentimiento el mayor se ubicó cerca del rubio, rodeó lentamente su cintura ahora perdida por el embarazo y acariciando la zona el rubio comenzó a moverse al sentir ese aroma a su Alfa que tanto necesitaba y que tenía tan poco

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Con un mal presentimiento el mayor se ubicó cerca del rubio, rodeó lentamente su cintura ahora perdida por el embarazo y acariciando la zona el rubio comenzó a moverse al sentir ese aroma a su Alfa que tanto necesitaba y que tenía tan poco. Olfateando la habitación y cuando ese rico aroma se potenció, abrió sus ojitos asustado al estar demasiado cerca de Chan.

Rápidamente se separó, temiendo por algún gruñido o un mal comentario, como uno de los tantos que le había lanzado maliciosamente a lo largo de su embarazo.

—F-Felix...

—P-perdón... —susurró apartando la mirada sintiendo sus ojitos cristalizarse, tal vez se pondría a llorar otra vez.

—No Felix... Ven... —animó abriendo sus brazos, y de verdad pensó que el rubio correría a abrazarle, pero el menor le dedicó una mirada ilusionada recubierta de máxima tristeza, tragó duro saliendo de la cama y caminó despacito hasta abandonar la habitación.

Entonces pudo sentir un dolor creciente en su pecho que le informaba del mal estado en el Omega del menor, tal vez ese dolor era lo que sentía Felix cada vez que él le ignoraba o simplemente no estaba con él.

Siguió minutos después a su pareja, encontrando al rubio sentado en la mesa del comedor con un plato de pasta enfrente y una Coca Cola con una pajita.

—Felix, ¿podemos hablar? —preguntó despacio entrando a la cocina, el rubio le vio por fugaces segundos, asintiendo lentamente mientras apartaba el plato de comida pero se quedaba con la lata de refresco entre sus temblorosas manitas— ¿Qué es lo que necesitas? —su pregunta fue procesada muy despacito por el menor, que lejos de contestarle guardo silencio por varios segundos.

—¿Qué necesito? —su cuestión fue más para él mismo que para el otro, chasqueó la lengua pensando mejor— A ti, por ejemplo... —murmuró bajando su mirada a la lata roja, parecía muy obvio pero Chan se desconcertó un poco— Sé que haces todo lo posible por evitarme, por no tenerme cerca, por ignorarme cuando te hablo... incluso me respondes de mala manera a propósito, pero no sé si lo haces para que te deje o simplemente el trato será así a partir de ahora...

—Felix, todo lo que dices es porque pensé que necesitabas tiempo para ti y el cachorro y-yo de verdad pensé que los Omegas embarazados quieren estar solos...

—Eso no te justifica, Hyung... Y si es así, sigo sin comprender los comentarios despectivos... Entiendo que al principio asimilarlo fuera complicado pero Hyung, dentro de nada cumplo seis meses, y-y tú no te has acercado a mi ni para tocar al cachorro... Puedo... soportar tus palabras hacia mí pero... me duele más aceptar que de verdad no le quieres ni un poquito...

—Felix...

—T-Tampoco sé para qué quieres hablar... hablando no solucionaras meses de abandono... y menos podrás hacer un lazo con el cachorro...

—Déjame intentarlo —los luceros tristes y desilusionados del rubio le decían lo contrario, casi afirmando que no estaba de acuerdo en algo así— Perdóname... Hice muy mal...

—Por lo menos lo aceptas... —susurró viendo nuevamente la lata entre sus dedos, su largo suspiro salió de sus labios sintiendo un leve movimiento en su vientre, se acababa de despertar, debería haber dormido algo más— ¿Podrías... dormir conmigo? —alzó su cabecita dejando ver esas mejillas rellenitas ahora coloreadas de rojo.

No se esperaba la actitud del peli morado, que rápidamente se puso de pie y le indicó que le imitara, algo confuso lo hizo pero se sorprendió un poco cuando el mayor le alzó llevándole él mismo a la cama.

Una vez allí comenzó a quitar la ropa esparcida, doblando lo primero y finalmente tirando todo al suelo por la impaciencia. Acomodó al rubio en su lado de la cama y bajo su mirada confusa se ubicó en el otro lado. Le atrajo suavemente hasta pegar su cuerpo al suyo y dejar que el menor pudiera olfatear sin importar qué en su cuello, y sonrió cuando comenzó a rozar su nariz, casi sin creer lo que le estaba concediendo. Sus manitas tomaron tímidamente su camisa y la apretó entre sus dedos, sintiendo eso irreal.

Volvía a verse como un tonto consiguiendo algo que le debía de pertenecer hacía mucho tiempo.

Pero las cosas no se quedaron así, mientras él se deleitaba por el rico aroma de su novio, el peli morado colocó suavemente su palma en el vientre morenito del menor, sonriendo como estúpido cuando el pequeño cachorro se movió un poco.

Pero las cosas no se quedaron así, mientras él se deleitaba por el rico aroma de su novio, el peli morado colocó suavemente su palma en el vientre morenito del menor, sonriendo como estúpido cuando el pequeño cachorro se movió un poco

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