Prologo

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Hay personas en el mundo que nunca deben ser provocadas sin importar el nivel de ofensa, soberbia u desagrado que te puede llegar a provocar en ese momento

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Hay personas en el mundo que nunca deben ser provocadas sin importar el nivel de ofensa, soberbia u desagrado que te puede llegar a provocar en ese momento. Este, por fortuna para las personas presentes, no se etiquetaba en ninguna de las anteriores.

En realidad, era todo lo contrario.

Frente a ellos se encontraba un anciano de cabello gris rizado hacia atrás como símbolo de supervivencia, una barba tupida considerablemente corta ordenada en su barbilla era la prueba de sus decepciones. Un hombre fuerte por el estado físico en el que se encontraba era el emblema de sus pruebas, volviéndolo un anciano muy resistente para su edad que persevero contra las enfermedades.

Sus ojos miraron en un gélido silencio a los presentes.

Vistiendo nada más que un oscuro uniforme militar se encontraba alisado, en sus hombreras las insignias desatacaban como las estrellas en la oscuridad del cielo nocturno, en su pecho tintineando en colores platinos se encontraban la más grande prueba de honor y distinción entre los hombres, las insignias que probaban su posición como un hombre condecorado entre la minuciosa jerarquía que era esta zona de trabajo.

En sus piernas, siendo acicalado por las manos sin temblar del hombre se encontraba un sedoso, espeso y lanudo pelaje oscuro, un curioso animal de cuatro patas, con orejas largas como antenas escuchando todo a su alrededor, ojos rojos como la sangre y un divertido par de dientes afilados; pero lo más excéntrico es todo.

Sin duda seria el diminuto traje militar blanco como una calca del viejo hombre, siendo una diferencia la ubicación de una insignia de una luna carmesí en su pecho.

Brunestud, el conejo mascota de uno de los funcionarios de defensa mundial más importante vivos, el Gran Mariscal de las Fuerzas Unidas y director de la Unidad Avanzada de Contención de Amenazas Contra el Declive Humano; Kischur Zelretch Schweinorg.

"....Bien, ahora que han llegado... Mayor Barthomeloi preséntenos...." Experimentado, autoritario fueron las palabras con las que el fundador de la organización después de la segunda guerra mundial inicio la importante reunión, requiriendo que la mujer a lado suyo completara los motivos e intereses.

Ella avanzo un solo paso, los invitados no evitaron tragar en seco después de una acción tan cotidiana que había llevado a otro nivel, elevando los nervios de los presentes frente a ellos bajo sus penetrantes ojos color marrón claro.

Orgullosa, calculadora, alguien que respiraba con dignidad y orgullo de una manera tan honrada qué destacaría inmediatamente sobre los demás incluso si no lo intentara.

Una mujer cuyos logros no eran menores en comparación con el anciano a su lado.

Ella era joven, muy joven para el disgusto de militantes más experimentados y arcaicos que ella, pero era la siguiente candidata a la posición de Mariscal sin importar las cosas... una mujer determinada a ganar sobre todas las piedras en su camino como fruto germinado de la semilla de su propia egocentrismo, ambición y codicia.

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