CAPITULO 2 MIEDOS

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- ¡DESPIERTA!

Me levanté abruptamente y desconcertada ni siquiera sabía que me había quedado dormida, comencé a caminar en la inmensa blancura tratando de encontrar a la muerte, pero no estaba en ningún lado. De pronto una especie de proyección salió de mi mente reflejándose en la blancura.

- ¡bienvenida a tu vida! – dijo la voz, que a pesar de que no hubiese nadie alrededor sabia con certeza que se trataba de la muerte.

- ¿mi vida? – pregunte dudosa.

- Así es, me encargue de recopilar los recuerdos mas significativos de tu efímera vida, disfrútalos linda.

Me quedé observando un poco la proyección y vi a una pareja que miraba fijamente y con amor hacia el frente. No sabia quienes eran, y solo quería que parara.

- No quiero ni me interesa verlo, ya vivir mi vida y no me interesa revivirla. – espete

- Oh linda, dices haber recordado todo, pero ni siquiera pudiste reconocer a tus verdaderos padres. – dijo con hiriente ironía

Mire con atención la proyección y poco a poco se me comenzaron a hacer conocidos esos rostros, pero sin un recuerdo en particular, comenzaron a brotar lagrimas de mis ojos, quizá era la primera vez que veía a mis padres y era cuando estaba muerta. Mis piernas flaquearon y caí con las manos en el rostro. Una mano fría pero confortable me toco el hombro y se sentó a mi lado.

- Podemos dejarlo para otro momento si quieres. - dijo la muerte con voz apacible.

Lo mire desconcertada, por alguna razón sus ojos reflejaban calidez al igual que su sereno semblante. Por alguna razón me enfureció y con lagrimas aun en los ojos le respondí.

- ¡Esperar! ¿esperar que? No se supone que es este el fin del tiempo, de mi vida, y de todo. Simplemente aquí acaba mi camino ¿no es así acaso?

- No.

Esa simple palabra mi estimado lector, como puedes comprender me saco más dudas que respuestas.

- Me confundes, no eres claro conmigo y eso me irrita en extremo. ¿puedes decirme algo real sobre ti? ¿Quién eres? – lo tome del brazo, me dirigió una mirada de desconcierto y se levanto enseguida.

Se sacudió como si lo hubiera ensuciado al tocarlo y regreso esa mirada fría a su rostro. Estaba furiosa no podía dominarme más, el hecho de no saber nada de lo que sucedía me estaba enloqueciendo, y el añadir su irritante cambio de actitud.

- ¿Quieres saber quién soy? Te diré, no soy tu amigo ni tu ángel, no soy nada de ti entiendes.

Me quede ahí, con la mirada clavada en el piso, sin energía todo el ímpetu que había manifestado antes se esfumo tal y como llego. Sabía que era verdad todo eso, pero simplemente, cuando uno se encuentra solo en una dificultad, suele aferrarse a la única persona que este junto a él, sea conocido de años o solo unos instantes apenas.

- Lo siento...- quería agregar otra palabra, pero el ardor en mi garganta me lo impidió.

- Ya que dejaste de perder el tiempo...- dijo mientras se agachaba con velocidad frente a mí, trate de desviar la mirada que me lanzaba, pero fue en vano con 2 dedos tomo mi mentón y me dirigió el rostro hacia él, su mirada iridiscente se había apoderado de el otra vez. – dime Sofía que es lo que te hace mantener los ojos abiertos en la penumbra de la noche, que no te deja...descansar. - en serio ese brillo en sus ojos me daba escalofríos.

Su mano fría sobre mi piel me hacía temblar, quería que volviese ese chico que me había mostrado su compasión extraña, me aterraba el hecho de no saber lo que ocurría, el sentir sus yemas en mi piel me hacía recordar las gotas de lluvia frías en aquel día... pero no podía, no podía recordar más. Como una leve suplica tome el dorso de su mano, pero no parecía importarle.

Las Delicias De DanzarCon La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora