Capítulo Único.

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Día a día, cada semana, todos los meses de todos los años.

Así es la vida ¿verdad? O por lo menos la vida que le ha tocado a ella, a Dina.

Le tocaba soportar mucho, vivir con su familia en vez de ser un gran deseo de ensueño, era más bien una pesadilla para ella. Soportar esos gritos, esas frecuentes humillaciones, esos abusos que si bien no eran de forma sexual eran abusos psicológicos y de poder -o por lo menos del poder que se podía llegar a tener al ser mayores o familiares-.

Dina se forzaba a ignorar y acostumbrarse a dichas situaciones, pensaba que si se acostumbraba sería más sencillo afrontar dichas situaciones; pero realmente estaba equivocada.

Por más que lo intentaba, nunca logró hacerlo. Seguía llorando, seguía doliendo y ahí es cuando ella se preguntaba:
—¿Qué estoy haciendo mal? ¿Por qué no funciona?

Y por si eso no fuera poco, tenía que comportarse como "la señorita que es" y respetar a sus mayores. Sin libertad de expresión, sin libertad de sentir, sin poder ser ella misma con el miedo de que le regañen, o juzguen.

Todo eso, todas esas emociones, esas situaciones que lograban arrancarle su paz de una forma muy brutal y despiadada, eso era lo que tenía que soportar, aprender a vivir con ello.

No hablaba de eso con nadie porque pensaba en que eran cosas normales, que hay personas con muchos más problemas que no les importa y siguen adelante. Pero dudaba, "¿realmente era tan fuerte?", "¿podría ser feliz?"

Salió de sus pensamientos y posó su vista a su cuaderno, se había perdido entre tanta cosa que pasaba por su cabeza que sin quererlo se desconectó del mundo por un momento; parpadeó un poco para volver en sí y se percató de que la canción que estaba escuchando ya había terminado y ahora se reproducía una que estaba tres canciones abajo de la anterior. Ya estando bien continuó con sus tareas en paz, o intento de.

De fondo, pese a mantenerse con los auriculares puestos y estar escuchando música a alto volumen, podía escuchar claramente el gran bullicio que su familia mantenía fuera de su habitación. Soltó un suspiro, no le puso más atención e intentó continuar.

Luego de un buen tiempo logró terminar su tarea, estaba feliz por ello, una carga menos.

—Estoy tan cansada — expresó levantándose de su silla, se estiró y escuchó su espalda tronar.

Iba a tirarse a su cama pero en eso un rugido se hace presente en su estómago, tenía hambre.

—Iré a comer algo y volveré rápido. —se dijo a sí misma.

Gran sorpresa -o en realidad no- se llevó al ver que no sobró casi nada de la cena, al parecer su familia tuvo mucha hambre olvidándose de que hacía falta alguien por comer.

Hizo caso omiso a su ligera molestia y decepción y se dedicó a comer.



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Estaba secándose las manos cuando escucha a su tía gritar, cerró sus ojos y contó hasta diez, trataba de bajar esa sensación de pesadez que se había instalado en su corazón.

Alguien había hecho algo "mal" otra vez.

Salió del baño y vio a su tía hecha toda una furia gritando, pero nadie le hacía caso. Sin querer involucrarse, caminó a paso rápido a su habitación pero se sorprendió al ver a su prima ahí.

—Eh, ¿ocupas algo? —le preguntó extrañada, o más bien ligeramente molesta por dicha repentina intromisión.

—Ah si, tu madre me dijo que tenías una laptop y que podrías prestármela para hacer unos trabajos. No te preocupes, terminaré rápido, además, es mucho más importante mi currículum y eso antes que tus trabajos. —respondió con tono despreocupado mientras encendía el aparato.

ᴀʀᴇ ʏᴏᴜ ꜱᴀᴛɪꜱꜰɪᴇᴅ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora