Childhood Bestfriend

01|El nuevo emperador

Claude corría asustado. Finalmente había logrado obtener el trono, había matado a su padre y a su hermano mayor, pero sucedió algo que no estaba en sus planes. Ella lo vio, vio como le clavaba la espada en el pecho a quien había sido su hermano. Pero lo había hecho por una buena razón. Si no lo hacía, Anastacius sería igual a su padre, un tirano. Anastacius era consciente de la pobreza en Obelia, pero no parecía importarle en lo más mínimo, se la pasaba gozando de sus lujos y de su poder. Muchos nobles le endulzaban el oído para que hiciera lo que ellos quisieran y Anastacius no negaba sus peticiones.

Él no quería matar a Anastacius, después de todo era su hermano. No tuvieron una buena relación pero aun así le tenía un poco de aprecio. Pero lo hizo, le clavó una espada en el pecho y lo mató. Si no lo hubiera hecho en poco tiempo la monarquía de Obelia se vería en peligro, los nobles harían lo que les dé la gana y Obelia perdería todo. Lo hizo por el pueblo, por su imperio, por él y por ella.

—¡Victoria! — La buscaba desesperadamente. No podía perderla, no a ella. —¡Por favor ven aquí!

Corría por los pasillos del Garnet. El olor a sangre era repugnante, pero no eso no le importaba, necesitaba encontrarla y explicarle que todo lo que hizo fue por una razón. Quería verla, quería que lo abrazara, deseaba que le dijera que todo estaba bien y que había hecho lo correcto.

Victoria cuando la conoció parecía una niña con mucha energía, demasiada. Solía ser ruidosa, al principio se limitaba a escucharla y verla sonreír. Como amaba esa sonrisa. Quería que ella siguiera sonriendo para él, no que lo viera con miedo o que lo odiara, podría tolerar cualquier cosa, pero no aguantaría ver como ella se distancia de él.

—Victoria—La encontró.

—¡Aléjate! —Gritó, mientras temblaba.

—Victoria...— Intentó acercarse a ella, pero retrocedió al ver la mirada asustada de su amada.

—¡Vete, no quiero verte! ¡No me gusta la sangre y lo sabes! — Claude miró su ropa y estaba llena de sangre.

—Perdóname Victoria...— Realmente no quería que ella se distanciara, haría lo que sea para que ella se quedara con él.

Claude se retiró de la habitación, dejándola sola. No era momento para hablar y él lo sabía, esperaría hasta que ella se calmara.

— ¡Felix! —Llamó a su escudero.

—¿Si su majestad?

—Haz que limpien el castillo. Victoria detesta el olor a sangre.

—En seguida majestad.

Claude se dirigió a la habitación que había estado utilizando su hermano y entró al baño, debía darse una ducha.