Tercer año

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Chifuyu apenas había pegado el ojo en toda la noche. Cuando sentía el sueño envolverlo y sus ojos cerrarse, su cerebro reaccionaba a una velocidad que desearía tener en los exámenes de Pociones, una vocecita molesta y sospechosamente parecida a la de su madre le susurraba "¿Seguro que no olvidas tu túnica?" o "¿Lustraste bien tu escoba?", provocando que su cuerpo se levante como un resorte y de puntillas con sus pantuflas de gato y la linterna de su celular encendida bajaba las escaleras hacía su baúl para comprobar que todo su equipaje esté en orden. Para cuando su alarma sonó, sentía sus párpados pesados pero al menos tenía la certeza de haber empacado la cantidad justa de calcetines. 

Tal vez estaba exagerando, pero la emoción era incontenible. Había llegado el 1 de setiembre, un nuevo año lectivo en la Escuela de Magia y Hechicera Hogwarts. Pero para Chifuyu era aun mejor, era su tercer año, y él tenía las cosas claras. Tercer año era crucial para todo mago, era "el primer paso hacia la madurez" como decían los mayores de su Casa, Hufflepuff. Había una abismal diferencia entre Segundo y Tercero, en los dos primeros años aun eran niños descubriendo la magia, en Tercero ya podías considerarte como "un estudiante de años superiores". La carga lectiva también cambiaba, por fin podría elegir asignaturas optativas, había esperado con ansias desde primero para cursar Cuidado de Criaturas Mágicas y había invertido sus ahorros en una edición especial del Monstruoso Libro de los Monstruos, mientras que su madre le regaló en su cumpleaños número trece un ejemplar de Animales Fantásticos y Donde Encontrarlos, estaba más que listo. Su otra materia optativa sería Runas Antiguas, no le entusiasmaba mucho, pero era mejor que Adivinación, las profecías no lo dejaban dormir por las noches.

Y ahora que sería uno estudiante de tercero, los niños de primero lo mirarían como un hermano mayor, o al menos eso esperaba, así que debía lucir los más genial posible. Una camiseta negra, unos vaqueros rasgados y unas tenis cuidadosamente manchadas, no demasiado para parecer sucio, pero lo suficiente para parecer un tipo de calle desinteresado, y por supuesto, un copete. Su madre insistía en que el copete era ridículo, pero él estaba seguro que recibiría muchos halagos, tal vez incluso consiga novia o novio.

Su madre lo despidió con su mesada y un montón de besos antes de embarcarlo en el taxi que lo llevaría a la estación de Londres. Perfectamente cronometrado, no muy temprano ni muy tarde, incluso se había asegurado que la ruta y los papeles del conductor estuvieran en orden para evitar algún imprevisto. Pero el grito que soltó a mitad del camino casi ocasiona que el conductor pierda el control del coche. Había olvidado lo más importante, la verdadera diferencia entre un niño de segundo y un adolescente de tercero, el permiso para ir a Hogsmeade.

Y así, sin aliento y sin una libra en el bolsillo, se encontraba tirado en el pasillo del tren, agitado pero aliviado de haber abordado el tren y de tener el arrugado permiso firmado entre sus dedos. Apestaba. Su vida apestaba.

— Tranquilo... tranquilo... respira... — se susurraba a sí mismo — todo está en orden, estás abordo, el año recién comienza, esto solo fue tu cuota anual de mala suerte, eso significa que el resto del año te irá genial — con los ánimos renovados se puso de pie y sacudió su ropa — ahora solo debo buscar a Hakkai y disfrutar el viaje.

Entre maldiciones pasaron diez minutos espiando disimuladamente por las ventanillas de los compartimentos sin éxito. El vagón era enorme y él estaba cansado, y nada le aseguraba que Hakkai estuviera en ese vagón, teniendo en cuenta lo extenso que era el tren. Tal vez solo debía resignarse y entrar en cualquier compartimento. Tal vez era momento de conocer más personas, no era alguien tímido, pero en sus dos años solo había logrado entablar amistad con Hakkai. De hecho, se supone que ese sería su año, haría más amigos e incluso podría llegar a unirse a uno de esas pandillas. Pero ahí estaba, sin decidir a que compartimento entrar y planeando como causar una buena primera impresión. Antes de poder controlarlo, sus piernas se encaminaron al baño y sus dedos pusieron el pestillo. 

Hogwarts Revengers || Tokyo Revengers (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora