Shin tomó una profunda bocanada de aire antes de dejar escapar una maldición haciendo reír a la señora de recepción. Poco más de una semana, eso era lo que habia durado la puntualidad de Hanagaki y estaba casi seguro de que se trataba de una venganza por el evento de cena para las personas necesitadas de la noche anterior.
Con la paciencia al borde del precipicio y las
venas de su cuello marcándose ante la sensación de enfado se obligó a sí mismo a mantener la calma. Sin embargo, él no era paciente del todo, en realidad ese podría ser su mayor defecto, no podía tolerar los errores constantes y no era la primera vez que Takemichi llegaba tarde desde que había empezado a entrenarlo. Ese niño de veras parecía pensar que todos en su equipo estaban dispuestos a esperarlo. Quizás el resto de su staff lo consintiese pero Sano no acostumbraba a ceder fácilmente, incluso si se trataba del rostro bonito de ese chico. Los entrenamientos tenían una hora de inicio y fin, cualquier cosa fuera del horario implicaba un gasto de tiempo en su vida personal que no estaba dispuesto a dejar pasar.—Dale la mano al chico bonito y te tomará el
brazo, maldita sea Hanagaki. También llegarás tarde a las competiciones? — Shin seguia gruñendo y caminando alrededor de la entrada del gimnasio mientras sostenia el teléfono contra su oreja.Veinte minutos después se rindió y decidió preguntar a la mujer por la dirección del nadador. Takemichi iba a pagar con otro ejercicio menos de los sugeridos por él mismo, no habría privilegios si ese muchacho seguía haciendo lo que le apetecía todo el tiempo.
Tras media hora conduciendo bajo el sol otoñal Shin aparcó su Land Roger Evoque negro entre maldiciones. Ante sus ojos se encontraba uno de los edificios más exclusivos de Tokio, con vistas al río Meguro, grandes extensiones de zonas verdes privadas y una seguridad que le costaría cruzar si Hanagaki no daba los determinados permisos para que se le permitiese acceder.
—¿Qué se le ofrece señor? — el portero del edificio le sonrió de forma educada, una de esas sonrisas que no son sinceras y solo sirven para complacer a los clientes.
Shin sonrió de la misma forma, estaba enfadado pero eso no significaba que tuviese que pagarlo con quienes no tenían culpa alguna.
—Soy el entrenador de Takemichi, no he podido contactar con él y estoy preocupado. ¿Podría dejarme pasar?
—Deje que lo consulte.
Shin asintió mientras hundía las manos en
los bolsillos de su pantalón deportivo. Esa
mañana había pensado en salir a correr con
el chico, tal vez llevar a Peach y regalarle un
estimulo positivo para hacer crecer las ganas
del muchacho por entrenar a su lado. Ahora solo quería ponerlo a hacer ochocientas sentadillas con barra.Después de unos minutos el portero del
edificio le dio el visto bueno, permitiéndole entrar en el ascensor. Tras comprobar un par de veces el número del apartamento en el que el nadador residía Shin tocó el timbre dispuesto a mostrar su mejor expresión de enfado, algo que le resultó del todo inútil cuando una adolescente de aspecto dulce y cabello alocado lo recibió.
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I H U MR.H❜ shintake au ⋮ adaptación.
FanfictionHanagaki Takemichi era uno de los mejores deportistas de Japón, las estanterías de su casa estaban repletas de trofeos y medallas que confirmaban su potencial a la hora de competir... Después de tantos éxitos su principal objetivo se había fijado en...