No hay un Ying sin su Yang [Shang x Mulán x Ping (Male!Mulán!)]

Prólogo: Brindar honor.

Callada, educada, refinada y puntual. Callada, educada, refinada y puntual.

Fa Mulán se lo repetía como un mantra e incluso tuvo que anotarlo en la cara interna de su antebrazo con la esperanza de tener una pequeña ayuda de ser necesario. Había intentado prepararse lo mejor posible para su visita con la casamentera, sin embargo, apreciaba como los nervios se la comían viva por dentro.

Muchos pensarían que no era la gran cosa entablar una plática con la casamentera y lo que todo eso conlleva. Sin embargo, desgraciadamente Mulán solamente tendría una oportunidad para impresionar a aquella mujer. La primera impresión solía ser lo único que contaba realmente.

Y lo que menos deseaba era dejar a su familia en ridículo.

Así que en cuanto el gallo cantó, ella se apresuró a terminar sus labores con ayuda de Hermanito, su adorable can. Poco sabía que mientras ella se apresuraba para tener todo listo a tiempo, su padre se encontraba rezándoles con fervor a sus ancestros que le brindaran su ayuda.

No, rezar se quedaba corto. Básicamente Fa Zhou estaba implorándoles que no la dejaran a su suerte aquel día. Estaba mal que lo dijera, pero era perfectamente consciente que Mulán no era la persona con mejor suerte en su provincia. Su hija tenía el infortunio de que su torpeza le jugara en contra en las peores situaciones.

Justo como aquella mañana, en la que Zhou apenas había conseguido rescatar la tetera de sufrir el mismo destino que tuvo la tacita que Mulán llevaba consigo. En ese momento pensó que quizá debió suplicarle a sus ancestros un poco más.

Sí, definitivamente tenía que implorar más.

Y aquel pensamiento fue compartido por la madre de Mulán al notar que su hija llegaba tarde a la cita con las mujeres encargadas de prepararla. No solamente debía de lidiar con la presión de que le cuestionaran dónde estaba Mulán, sino también con el desastre que había hecho la abuela Fa en su intento de probar que el grillo que recientemente había comprado en realidad sí era de la suerte.

Fa Li no supo a quién tenerle lastima, si a los desdichados que terminaron accidentándose en aquella calle, o al pobre grillito que parecía que estaba a punto de un colapso.

No le ayudó en nada ver a Mulán llegando casi hecha un desastre.

Aunque para ser justos, aquella jovencita sería mil veces más feliz atendiendo otras labores que el hecho de prepararse tan minuciosamente con tal de conseguir marido. Ella podría tener otras aspiraciones que preferiría seguir, pero eso nadie lo sabría. Especialmente, porque a nadie le interesaría en aquella época lo que una mujer quisiera o pensara.

Ella sería un buen contendiente de Mahjong, pero tampoco era algo que debiese de hacer. O debiese interesarle, según la sociedad china.

Y eso le recalcó mientras era preparada para su cita a la casamentera. Ella debía ser calmada, obediente y muy servicial. Pero eran cosas que no encajaban completamente con Mulán.

Solamente deseaba brindarle honor a su familia, y más que nada a su querido padre. Y aunque cada critica que le realizó aquella mujer de carácter horrible que le hizo resentir su falta de recato, ella lo sabía. Sabía que ese no era un camino que pareciera adaptarse a ella y le quedó completamente claro cuando terminó evocando la ira de la casamentera debido a su torpeza.

Fue llamada una desgracia. Una deshonra. La primera deshonra en su familia en generaciones, probablemente. ¿Quién fallaba tan estrepitosamente una visita a la casamentera, de todas formas? Probablemente, sólo ella.

Las palabras de esa mujer no fue lo que dolió realmente, sino observar la mirada esperanzada de su padre cuando ella regresó a casa. Mulán no servía para ser una novia ideal. Y la idea de tener que resignarse a ello y aceptarlo como un hecho inamovible le aterraba.

Aunque fue una preocupación que pasó a segundo plano bastante más pronto de lo que pensó. Aquel día no únicamente estaría destinada a fallar con la casamentera, sino también atestiguar cómo un hombre de cada familia era llamado al deber para la guerra.

Y entre esos hombres, lamentablemente también figuraba su padre.