Desperté alarmado, bastante alarmado para ser exactos. No me dio tiempo ni de procesar la situación, solamente bajé las escaleras a paso torpe y abrí la puerta frotándome los ojos por la repentina luz. Tosí avergonzado e intenté que mi cabello no pareciera una cresta de gallo, aunque ya era demasiado tarde.
—Tremendo cosplay de león. —habló Brisa a la par que Angie se reía.
No, no me parecía para nada gracioso y se lo demostré lanzándole una mirada cortante. Les abrí más la puerta para que ambas pasaran y se acomodaran. Bufé cansado; me había despertado tarde y aún así me dio la cara de quedarme dormido plácidamente. No sé de dónde venía tanto cansancio si me pasaba todos los días rascándome el culo como un vago.
—¿Te dedicas a coleccionar cajas de capeletinis? —preguntó Angie señalando el montón de cajas de cartón en una esquina de la cocina.
Asentí con la cabeza sin intención de darle mucha importancia al asunto. Y bueno, soy una persona que recicla. Mentira en realidad me da paja tirarlas a la basura cuando termino el paquete y lo dejo por ahí. Lo sé, no me lo digan, soy muy responsable. Vi como las dos se sentaban en mi sofá y ponían sus pies con los zapatos puestos encima. Instantáneamente me dio un tic en el ojo.
El timbre se hizo sonar y fui a ver de quién se trataba, si del asiático o del chupa pijas.—¿Quién es? —cuestioné a través de la puerta.
—Soy yo. —por la voz supe que era Nicolás.
—¿Quién es yo?
—La puta madre Iván, abrime que hace calor imbécil.
Abrí la puerta una vez más encontrándome con la cara de Nicolás, estaba sudando. ¿Tanta calor hacía? Igual como no salgo no voy a saber el clima. Escuché unos gritos y estoy seguro que hasta los vecinos pusieron atención. Todos nos giramos esperando ver quién estaba dando tanto espectáculo.
—NO CIERRES HIJO DE PUTA O TE ARRANCO LOS DIENTES. —efectivamente, era Ale.
Esperé a que llegara de su gran maratón atlético, y una vez lo tuve enfrente noté como casi se quedaba sin respiración. Apoyó sus brazos en sus rodillas y dijo unas palabras que no logré descifrar del todo bien.
—Tuve que... venir... corriendo... porque... se me cayeron... las llaves... por el... retrete y... uff. —movió la cabeza reincorporándose. Entró a mi casa sin rechistar y se tumbó en el suelo— ¿Qué? Está fresquito.
—Yo pisé caca y pasé por donde estás tumbado, jaja. —bromeó Brisa, bueno... no sé con certeza si era joda o no.
Al oír esas palabras se levantó del suelo como rayo mcqueen y todos reímos, excepto él. Frunció el ceño y miró mal a Brisa la cual no dejaba de reírse. Nicolás me dio un golpe en el hombro y se tiró al sofá, aplastando a las dos chicas que se encontraban sentadas desde ya hace un rato. Hablamos un poco sobre cosas que habían pasado y así transcurrió una hora completa, que por cierto, pasó muy rápido. Eran ya las 18:45 de la tarde.
—¿Iván no tenés algo más aparte de mermelada y pan? —ale revisaba mi cocina como si nunca antes hubiera entrado.
—Claro, tengo pan y mermelada. —respondí, sin embargo nadie se rió y se me quedaron viendo cual bicho raro— Dejen de mirarme acosadores. —me quejé.
Angie caminó hacia donde estaba Ale y procedió a empujarlo mientras sacaba de un cajón bollos de chocolate. Sí, mis bollos de chocolate. Se supone que esos bollos los compré para comérmelos yo solo, no para que mis amigos se los zamparan. Los conocía bastante bien, no me dejarían ni un bocado.
—Así que esto escondías, cochino. —acusó Nicolás viendo el paquete de comida.
—Si se los comen me los pagan, porque sé que no me dejarán nada. —avisé. Brisa agarró los bollos y los dejó en su sitio. Obviamente ninguno de ellos querría comprarme uno nuevo y completo— Vayamos al telepizza. —al soltar esas palabras, los ojos de mis amigos parecieron iluminarse de la felicidad.
Salimos y jugamos a piedra papel o tijera para concretar quién iba a conducir. Terminó por perder Brisa. Entré en el carro y discutí por unos segundos con Angie por quién tendría que ir delante. Al final salí ganador, pero porque tengo las piernas largas y necesito espacio. Pusimos música y oí como mis amigos hablaban mientras yo me encontraba en el quinto viaje astral. De repente oigo un golpe y a los chicos gritar.
—LA VIRGEN SANTA. —gritó Brisa.
Cuando vi el por qué de los gritos quise tirarme por la ventana.
—CONCHA PUTA BRISA PARA EL COCHE.
Había entrado un bicho del tamaño de un orangután. Al ver como saltaba debajo de mis pies me aferré al asiento y grité como nunca.
—IVÁN RELÁJATE.
Le tenía mucha fobia a los bichos, ya sean grandes o pequeños.
—Padre nuestro que estás en los cielos santificado sea tu nombre. —recé.
Una vez se fue todos nos calmamos, aunque a mí me costó un poco más. Nicolás había grabado un video de mis gritos y Angie tomó fotos. Ale solo se limitó a gritar como yo. Brisa agarró al bicho y lo tiró a través de la ventana, algo que yo nunca me habría atrevido a hacer.
Cuando llegamos a la pizzería pedimos nuestras cosas y nos sentamos en una mesa no muy apartada.—Fíjate, a ese pelado le brilla más la calva que el futuro de Nicolás. —me susurró Ale y reí.
La cena se resumió en risas, charlas y comer. Cuando nos cansamos, cada uno partió hacia su casa. Me eché a dormir no sin antes revisar mis redes sociales.
Debería plantearme salir más.
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𝗷𝘂𝘀𝘁 𝗮 𝗳𝗮𝗻
Fanfiction━𝐑𝐨𝐝𝐫𝐢𝐯𝐚𝐧 | ❝ Iván es un creador de contenido bastante reconocido en los últimos tiempos, que tiene lugar como su nombre artístico indica, Spreen. Por otro lado Rodrigo Carrera se destaca por estar en la industria musical, siendo también uno...