capítulo uno

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Era un martes por la mañana, cuando por toda la preparatoria se corrió el rumor de que el raro de anteojos, Park JiMin, había estado coqueteando con la novia del mariscal de campo, el adolescente de alto temperamento al enterarse había ido detrás del pobre JiMin para golpearlo, por que claro, el rumor era cierto y el llanto de su novia lo confirmaba.

ㅡ¡Deja que correr, rata de laboratorio!

ㅡ¡Te juro que yo no hice absolutamente nada! Jihyun es una mentirosa.

ㅡPon su nombre en tu boca una vez más y voy a hacer que te tragues tus palabras.

El castaño maldijo su suerte, corriendo entre los pasillos del extenso establecimiento, algunos le impedían el paso y algunos otros eran empujados por él, realmente todo aquello le parecía ridículo y más teniendo en cuenta su nula popularidad.

ㅡNo debí haber hecho eso.

Ante la poca resistencia física que tenía comenzaba a sentir el ardor golpear sus piernas, en cualquier momento iba a caer contra el suelo para darle la bienvenida a la tortuosa muerte que Jeon estaba por darle. Si tan solo se hubiera despedido de su gato, podría irse plenamente en paz. Sin embargo, en su camino se cruzó con el club de música que iba saliendo de un salón.

ㅡ¡Alto!

Un pálido que sostenía el picaporte de la puerta levantó la mirada ante el grito, sintiendo el impacto de su cuerpo contra el del otro al estar nuevamente dentro del salón, con la puerta cerrada con seguro, siendo el desconocido quién lo había puesto.

ㅡHey ¿Qué crees que estás haciendo? Tengo un período libre y no pienso pasarlo aquí dentro, abre ahora.

ㅡLo siento pero eso no será posible, sabes ahora mismo estoy escapando del mismísimo demonioㅡ dijo con voz errática.

El pelinegro se cruzó de brazos antes de alzar una ceja ㅡ. Si crees que voy a ayudarte a hacer algún tipo de exorcismo, estás equivocado, solo me sé el padre nuestro y aún lo confundo con el himno nacional.

JiMin estaba por comentar algo cuando la voz de Jeon se escuchó por el pasillo, entonces el pálido pudo entender el pánico del desconocido.

ㅡEse idiota siempre tiene que estar gritandoㅡ hizo el ademán de abrir la puerta, pero la mano de JiMin sobre la suya lo detuvo.

ㅡNo, no abras la puerta.

El miedo reflejado en los ojos del castaño causaron una extraña sensación de empatía en el pelinegro, agregando que gracias a sus anteojos podían verse aún más brillantes. Suspiró. Acercándose a las ventanas del salón comenzó a cerrar las persianas para que no fuera visible nada que estuviera dentro y eso incluía a JiMin, llegó a toparse con la mirada del mariscal de campo, pero no pudo importarle menos al azabache popular.

ㅡBien, supongo que estarás bien por ahora. Así que me voy.

ㅡ¿Qué pasará con el aula?ㅡ preguntó JiMin.

ㅡAl ser el último período no vendrá nadie, es el salón que utilizamos los del club de música así que puedes esconderte hasta finalizar las clases, solo no toques nada.

JiMin asintió repetidas veces, permitiéndole el paso al pelinegro ㅡ. Gracias por ayudarme.

El contrario alzó sus hombros desinteresado antes de salir, dejando entre aquellas silenciosas paredes al castaño de anteojos que al estar completamente solo, se dejó caer en una pequeña esquina, abrazando con gran fuerza sus piernas, mismas que ardían por el sobre esfuerzo que había hecho al estar corriendo.

ㅡEstá bien JiMin, ahora estás bien.

A lo lejos logró escuchar la voz de Jeon pronunciando su nombre, haciendo que se le erizara la piel al imaginar lo que podría hacerle. Maldecía el momento exacto en el que había coincidido con Jihyun.

Boyfriend || YoonMin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora