1.

18 2 0
                                    

Miro el reloj nuevamente, las 03:47 a.m.

Considero que debería irme a acostar, ya que en menos de dos horas y cuarto sonará la alarma para alistarme e ir a clases. Tenía bastante tiempo sin desvelarme y me preocupa que más tarde mi cuerpo pagará la factura de esta decisión, por lo que guardo los cambios del documento de Word que estaba escribiendo, apago mi computadora y muevo cautelosamente la silla para no hacer ruido demás y despertar a alguien. Camino por el pasillo que lleva a mi cuarto y miro en la encimera la taza de café que había dejado a medias, como siempre, solo que esta vez decido terminarla con dos tragos más.

Total, ¿qué tanto es otro poco de cafeína?

Tiro la taza en el lavabo haciendo un pequeño estruendo, lo que podría significar que quizás ahora está rota y sigo mi camino con los pies descalzos y cansados, mis pasos pesados resuenan levemente en el silencio de la madrugada mientras subo las escaleras. Observo la aburrida puerta blanca durante unos diez segundos sin hacer nada, ¿porqué habrá sido? Debo estar exhausto ya que no lo recuerdo, solo la abro y entro para encontrarme con la bella y cómoda cama que me llama a cada segundo que estoy lejos de ella. Sin preocuparme en cerrar la puerta o cambiarme la ropa, me aviento sobre ella y quedo en calidad de costal de papas durante al menos dos horas.

No sé en qué momento, pero me quedo dormido, lo sé por que comienzo a soñar, y sé que estoy soñando por que he soñado lo mismo durante ya quince días, lo cual me desconcierta bastante pero no puedo hacer demasiado al respecto.

De nuevo, ahí estoy, de pie sobre pequeñas rocas, visto los mismos jeans, la misma camiseta negra y las mismas sandalias. Delante de mi está esa mujer: es pelirroja, de tez morena y sus ojos son de un color verde intenso, una combinación un poco extraña pero preciosa, incluso fantástica. Después de mirarla, doy un vistazo a mi alrededor y noto como ella está de pie cerca de un acantilado. Oh, entonces por eso estoy de pie sobre las pequeñas rocas.

Tiene algo entre sus brazos, parece ser una manta. Ha pasado quince veces pero sigo sin poder distinguirlo bien, ya que por más que intento, involuntariamente mi atención va directo a sus ojos, a esa mirada triste y con miedo que sigue generando un gran impacto en mi. Por un segundo podría jurar que siento como si mi corazón se rompiera, como si le hiciera falta una pieza que no he podido encontrar en mucho tiempo, pero es tan efímero que así como llega, se va sin dejarme procesar nada.

Siento la bris que hace agitar mi cabello y haciendo que este interfiera un poco en mi vista. La mujer me mira fijamente, me hace sentir extraño, mas no incómodo. Es como si me estuviera analizando con una especie de gentileza, como si quisiera grabarse cada uno de mis rasgos para nunca olvidarlo, como si supiera que es la última vez que podrá verme. Se da vuelta después de unos segundos, tal vez minutos, o días, no sabría decirlo con exactitud, el tiempo aquí no se percibe, al menos yo no puedo percibirlo.

Escucho como algo cae al suelo, ligero como una gota, y sea lo que sea que haya caído provoca que más cosas se caigan, pues ahora el  ruido se vuelve más intenso, tanto que me comienzo a aturdir.

Hay tantos sonidos que no sé cómo es posible que pueda oírlos todos; cadenas, ropa rasgándose, algo se estrella en la pared, ¿pero cuál pared?, madera haciéndose añicos, alguien le quita el seguro a un arma, un disparo, gritos. Dos disparos. Gritos otra vez. Tres, cuatro, diez, veinte, no sé cuántos disparos son.

Los gritos siguen, gritos desgarradores que me hacen querer llorar.

Volteo a los lados y no hay nadie, ¿entonces quién grita? ¿Porqué me siento tan acorralado en el sitio donde estoy parado?

Decido agacharme en el suelo esperando contener la calma. El suelo tiembla, ¿o quién está temblando soy yo?

Se oye un disparo final y todo vuelve al silencio.

Me levanto de dónde estoy dispuesto a correr, no pienso estar ahí durante más tiempo, tengo que escapar. El problema es que mis piernas no responden más allá de mantenerme de pie, quiero agitar mis brazos buscando obtener impulso para moverme, aunque sea arrastrarme pero no funciona, me quedo inmóvil en el mismo sitio.

Comienzo a llorar, ¿entonces de verdad siempre será el mismo? ¿Hasta cuándo estaré condenado a soñar con la misma maldita cosa? Estoy tan harto y exhausto, incluso si solo estoy soñando.

Delante de mi sigue la mujer, su melena roja se mueve con el viento. Escucho de nuevo como algo cae al suelo y por un momento, el ruido que creí que había cesado vuelve a sonar. Dos segundos, y de nuevo el ruido. La miro, sé que está llorando por la forma en que su espalda se mueve mientras ella respira agitadamente.

Una de sus lágrimas cae al suelo. Otra vez todo el ruido.

Entonces es su culpa, ella hace lo que sea que esté sucediendo ¿entonces está controlándome? ¿Está obligándome a escuchar todo esto?

– Oye, yo... perdón, por favor no llores. – le pido, intentando ganar tiempo para descubrir qué tengo que hacer a continuación.

Regrésamelo. – dice ella de forma casi imperceptible.

¿Cómo? ¿Que le regrese qué? ¿Qué podría regresarle? ¿Escuché bien?

– ¿Qué es lo que quieres de regreso? No te estoy entendiendo.

– Solo regrésalo, por favor, sabes que no puedo vivir sin él. – suplica la mujer con el mismo tono de antes. Después de eso, comienza a llorar más, con más fuerza, lo que significa...

Sus lágrimas ruedan por su cara hasta llegar al piso, ¿y yo? Yo quisiera morirme.

Cada vez el sonido es más alto, más insoportable, como si quienes están gritando lo hicieran con más fiereza, como si los disparos se multiplicaran por diez, como si no fuera una mesa estrellándose, sino quince, como si fuera todo un pueblo sufriendo la peor catástrofe de la historia y yo no pudiera ayudar a nadie. No importa con qué fuerza me cubra los oídos, no importa lo mucho que digo "Está bien, es un sueño" o "Va a pasar", nada funciona.

Mis oídos duelen, mi cabeza palpita tanto que siento que podría explotar, pero no cesa, y a lo lejos escucho un llanto. Levanto la vista de nuevo y veo a la mujer pelirroja de nuevo, me desespera tanto no entender qué está pasando o porqué me hace esto a mi.

– ¿Que haces? – pregunto, pero no hay respuesta, solo su llanto – ¿Qué hago yo aquí?

De nuevo, la respuesta es llanto.

– ¡HE PREGUNTADO QUÉ CARAJOS ESTÁS HACIENDO! ¡¿QUÉ PASA?! – grito con todas mis fuerzas y con la cero paciencia que me queda.

Entonces se detiene.

– Solo lo quiero de vuelta – suelta tranquilamente – Pero si no me lo regresas tú, tendré que ir a buscarlo.

Y salta del precipicio.

De repente, mi cuerpo se mueve solo, no tengo tiempo de reaccionar, solo grito un "Espera" y corro hacia donde estaba ella con intención de... ¿de qué? Ni puta idea.

Antes de llegar al borde del acantilado, todo se pone negro.

Y vuelvo a despertar.

<><><><><><><><><><><><><><><><><><><><><

HEEEYYYYY, ¿qué tal?~

Es que es el primer capítulo y espero que te haya gustado, y en caso de que no te haya gustado eres totalmente libre de dejar la historia aquí, no pasa nada.

Espero que tengas un buen día/buena tarde/buena noche/buena madrugada, será bien recibido cualquier comentario o crítica constructiva que decidas hacer sobre la historia, lo tendré en cuentaaaa<3

- Eli 🌿

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 22, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Memorias En RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora