Un doloroso malentendido

Siendo fuerte por los dos

Desperté y lo primero que sentí, fue el aroma de los cabellos de Alexander cerca de mi nariz y los bracitos de Type abrazándome por la espalda, llevaba cinco días en casa y estos no habían salido de mi cama, de hecho, mi marido ya estaba exigiendo su espacio, pero no tenía corazón para correr a los niños.

Con cuidado besé las mejillas de mis niños y vi que, en el extremo de la cama, Mew descansaba con su cuerpo vestido sólo con un bóxer, se mostraba como el dulce mas exquisito a mis ojos, el tener casi dos meses de abstinencia me tenía con la piel sensible y a la espera de un toque, sin embargo, mi Mew se había tomado muy a pecho las indicaciones del médico y no dejaba que nuestros besos o caricias pasaran a más.

Lentamente me levanté y fui a vaciar la vejiga, con una sonrisa vi como los pequeños se habían acercado al calor de su padre, haciendo que este se girara y los abrazara dormido, con esa hermosa imagen fui a la cocina, dónde nana ya tenía listo el desayuno, con un beso en su mejilla me senté y tomé un jugo de manzana.

- ¿Cómo te sientes hoy mi niño?, dijo colocando una tortita recién hecha.

-Mucho mejor, estos días en casa me han hecho muy bien, dije comiendo con lentitud, ya que, había algunos alimentos que me daban nauseas -Hoy iremos al juicio con Mew, así que estoy un poco nervioso, no quiero que vuelva a pasarlo mal.

-Creo que es inevitable, mas cuando hoy testificaran esos monstruos, dijo ella mordiendo su labio y limpiando sus manos -Me encantaría que mi niño no fuera, pero sé que es terco como una mula y no se quedará aquí ni a palos.

-Creo que, aunque sea doloroso, es algo que debe vivir para cerrar este ciclo, dije comiendo otra tortita y suspirando -No dejaré que la tristeza lo hunda, estaré todo el tiempo a su lado, por eso quería hablar contigo, ¿es posible que te quedes con los niños esta noche?

-Por supuesto que sí, esos niños no molestan, dijo con una sonrisa para volver a cocinar - ¿Qué harás?

-Si veo que Mew está muy angustiado, lo llevaré a dar una vuelta, para que su mente se despeje, dije sirviéndome más zumo de frutas -Espero que hoy sea el último día de esta pesadilla.

-Lo será hijo, tengo fe de que hoy cerraremos este capítulo de nuestras vidas, dijo sonriendo cuando sentimos los pasos adormilados de los tres tesoros mas grandes de mi vida, los pequeños abrazaron a nana y empezaron a hablar sin parar, pidiendo sus tortitas, mientras que mi marido me abrazó por la espalda, mientras acariciaba mi vientre.

- ¿Por qué saliste de la cama antes que yo?, dijo bajito en mi oído, haciendo que un suave escalofrío me invadiera -No me gusta abrir los ojos y no verte a mi lado.

-Tu bichito tenía hambre, dije afirmándome en su pecho cálido y amplio -Siéntate a comer, hoy tenemos un día pesado por delante.

-Lo sé, dijo dándome un beso en el cuello y sentándose a mi lado, para comer lo que nana colocaba en su plato y si bien tenía una sonrisa en su rostro, sabía que estaba nervioso, así que con suavidad coloqué mi mano en su muslo y lo acaricié, tratando de entregarle calma.

Después de comer nos metimos a la ducha y aproveché de acariciarlo de forma poco inocente, disfrutando de lo relajado que salió cuando terminamos, sin embargo, ese relajo le duro hasta que ingresamos a la sala del tribunal, dónde se procesaría a Robert y su tía.

Con suavidad nos sentamos en un rincón, dónde Mew quiso hacerlo, claramente buscaba pasar desapercibido y eso partió mi corazón, así que en silencio entrelacé nuestros dedos y le sonreí, cuando comenzó el juicio mi castaño tenía un agarre tan férreo sobre mi mano, al punto del dolor, no obstante, no quité mi mano de la suya.