1. Hostil.

39 6 0
                                    


    La mañana igual que de costumbre era fría y acogedora mientras preparaba el desayuno mirando debés en cuando aquél pelirrojo con mirada perdida, a lo mejor estaba pensando en otro diseño de arte o solamente en algún cliente. Lo había conocido cuando ambos eran tan jóvenes como ahora, en aquel entonces ella culminando la secundaria y él ya tenía un par de años empezada la carrera de arte, ese día había un cielo aurora y Sakura Haruno su mejor amiga había caído sobre el pelirrojo con todo y malteada de chocolate, él ofendió a la pelirroja y ella bastante atrevida la defendió con uñas y dientes terminando en una ferviente discusión.

    Después de eso al parecer ambos simplemente sintieron una gran atracción inevitable, Sasori no evitó buscarla después de eso a pedirle una «disculpa» por el comportamiento grosero además de considerar verse algún día.

    Ese día se volvió días...

    Semanas...

    Meses...

    Se volvieron cinco años.

    Cinco años de felicidad indescriptible, incluso comenzaron a vivir juntos hace tres años en aquel departamento al inicio vacío pero con el trabajo, esfuerzo y dedicación de ambos esto se volvió un hogar.

     Colocando los platos en la mesa lo vió deshacerse del folleto el cual tenía una pinturas llamativa « El impacto del cubismo a través de los siglos» alcanzó a leer el título, aún no sabiendo mucho de arte o novedades no era intolérante y le gustaba los gustos de Sasori, no le molesta aunque sea una ignorante.

     — Esto no está funcionando —, a punto de probar su desayuno al sentarse escuchó esas palabras frías que la dejaron estática, lo único que miraba era la mesa y lentamente alzando sus ojos azules le miró anonadada.

     — ¿De que hablas? — preguntó enderezando su espalda mirando desafiante al masculino, sus ojos mostraban un vacío que solo había visto cuando lo conoció, eran fríos, como si no sintiera nada por la persona que  le estaba mirando ¿Desde cuándo había vuelto a tener esos ojos? No se había percatado —, sé más conciso.

     Inflando el pecho tras un profundo suspiro cerró delicadamente sus ojos en un instante luego los abrió mostrando sus perfectas pestañas, parecía que le iba doler a él lo que diría pero no la que a ella, no, jamás le dolería como ella.

     — Lo nuestro no funciona —, dijo levantándose de la mesa, Ino abrió la boca en una perfecta o, no obstante no dijo nada porque enmudeció un largo periodo de tres minutos cuando lo vió darle la espalda dando unos pasos hacia la puerta. No entendía nada, no habían discutido desde hace meses, eran felices, ella lo apoyaba en todos y lo regaña de ser necesario ¿Qué había ocurrido? ¿Había hecho algo mal? No, en absoluto inclusive habían hecho el amor como siempre ¿Porque demonios le dice eso? ¿Porqué se va? Apresuradamente desplegó los pies del suelo que los sintió pesados, corrió hacia él sujetando su muñeca, él se colocó rígido ante el tacto.

     — ¡No juegues conmigo! ¿Porque dices esas cosas? —, entonces dando un giro les plantó cara valientemente —, Responde claramente, explícame.

     — ¡NO HAY QUE EXPLICAR! — bruscamente le apartó la mano empujando a la rubia quién dió contra la mesa cuyos platos aún con desayuno cayeron esparciendo la comida. Él jamás la había empujado, nunca le había agredido —¡NO HAY PROBLEMA CONTIGO ÉSE ES EL ASUNTO! ¡ERES SIMPLE, ORDINARIA, CREÍ QUÉ LA CHICA QUE CONOCÍ SIEMPRE ESTARÍA  PRESENTE! PERO NO, INO, TU ERES... —, respirando hondo la miró en el suelo tratando de levantarse, miró sus manos y los ojos se humedecieron —... Lo siento... Pero eres increíble joder, tú... Obstruyes el arte, no puedo estar... Atado con una mujer como tú.

     Entonces le dió la espalda y se fue, nunca volvió a ese departamento aunque Ino esperaba qué simplemente volviera. Ese comportamiento fue el más hostil que experimentó en su vida.

GLAREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora