Aquella mañana era bastante fría, los cristales de la habitación estaban empañados y fuera nevaba como nunca. Como cada mañana desde que Amelia comenzó a trabajar en un teatro cerca de casa, Luisita se ponía el despertador para poder despedirse de ella. La morena odiaba aquel gesto por su parte, le parecía una verdadera tontería que se despertara tan sólo para despedirse de ella, porque Amelia rara vez desayunaba en casa. Todas las mañanas tenían la misma conversación, pero por mucho que Amelia se empeñara en que no tenía que levantarse, Luisita le decía que era lo mejor del día. La rubia siempre tenía el mismo ritual. Despertaba, iba al baño, echaba un ojo en la habitación del pequeño Lino y volvía para despertar a su mujer con leves besos por el cuello. La morena era bastante remolona, y la rubia siempre lo sacaba como un motivo para levantarse con ella.
Luisita dejó los besos para más tarde, y debido al frío que sintió tras levantarse y ver las ventanas empañadas, decidió echar un vistazo a la calle. Había nevado tanto, que ni siquiera se veía la calzada. Los comercios estaban cerrados, la nieve cubría todas las puertas del lugar. Cerró la ventana deprisa, intentando hacer el menor ruido posible, y fue directa hacia la cama.Se volvió a tapar, y comenzó desde allí su ritual matutino de besos.
-Mmm cariño, tienes la nariz helada-dijo la morena encogiendo el cuello.- y de nuevo te has vuelto a despertar Luisita, todas las mañanas la misma historia. No es que no me guste que lo hagas cariño, pero es que lo veo innecesario, de verdad…
-No es la misma historia de todas las mañanas amor-volvió a besar su cuello, esta vez lamiendo levemente la zona.
-Luisi para, para porque no puedo soportar esos besos y me vas hacer llegar tarde-se giró para mirarla a los ojos- además, el niño estará apunto de despertarse, y sabes que si empezamos no vamos a querer parar-ahora era ella quien besaba el cuello de la otra.
-Me dices que pare y eres tu la que sigue.
-Es que eres irresistible mi amor, además-la cogió de la cintura y la acerco más a su cuerpo- por las mañanas estas radiante, por eso todos los días te digo que no te despiertes, porque hay días que me voy al trabajo con muy pocas ganas por tu culpa.
-¿Es mi culpa ser radiante?-bajo la mano despacio, hasta llegar a su culo- yo creo que no-y apretó fuerte, sacando un gemido tímido de su mujer.
-Joder cariño, que se me hace tarde va…dejame salir de este paraíso -dijo entre pucheros.
-Tengo una idea mejor-esta vez subió la mano por su espalda, metiéndola por debajo del pijama, arañando muy suavemente su piel-porque no nos quedamos aquí-beso sus labios- te hago el amor hasta dejarte sin energías-otro beso- volvemos a dormirnos un ratito-otro beso-y cuando se despierte el pequeño, lo metemos aquí con nosotras, desayunamos en la cama y luego jugamos un rato con el, o bueno, ya vamos viendo-terminó de decir con otro beso.
-Creo que es la mejor idea del mundo preciosa, pero recuerda que trabajo-Amelia intento salir de aquella enredadera en la que la había atrapado su chica, sin éxito alguno- Luisita por favor… tengo que irme, voy a llegar tarde.
-Hoy no vas a trabajar.
-Vale, pues que me echen…total, solo tenemos que pagar el piso, comer, comprar pañales para el pequeño colchonero...que por cierto han vuelto a subir. Deberíamos de empezar a plantearnos enseñarle a pedirlo , porque vaya gastos Luisi…-no lo decía con malas intenciones, pero el papel de Amelia era secundario, y solo les daba para sobrevivir.
-Pero piensa en cuando llegas de trabajar y le das un baño, le pones el pañal.. es vuestro momento-Luisita comenzó a acariciar su mejilla haciendo que la morena cerrara de nuevo los ojos.
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La felicidad dentro de la tristeza
FanfictionDespués de la muerte de Marisol y unos duros meses de hospital, Luisita y Amelia intentan buscar la felicidad por la que tanto han luchado.