Luisita trasteaba en la cocina pensado en que podía cocinar esa noche. Eran momentos duros, pero también eran momentos felices. Necesitaba hacer algo especial, pero tampoco muy exagerado. Algo que fuera bonito, pero a la vez sencillo. Quizás una crema de calabaza sería buena idea para comenzar y un pescado al horno la mejor idea para terminar. Porque el postre estaba súper claro, pondría un trozo de bizcocho del que solía hacer su padre las tardes de domingo para merendar. Ya podría estar liquida la crema de calabaza o súper seco el pescado(que nunca se le había dado el caso) pero ya tendría como solucionarlo con el postre. Porque si algo había aprendido de su padre, eran sus dotes en la cocina, que aunque al principio no se le daba muy bien, Marcelino se encargo de que a su hija le encantara cocinar tanto como a el.
Mientras cocinaba todo aquello, no pudo evitar recordar la pelusilla que sintió Marcelino cuando Luisita hizo por primera vez el famoso bizcocho y todos le dijeron que sabia mucho mejor que el de él. Aunque luego sintió muchísimo orgullo, porque había enseñado muy bien a su hija a cocinar y eso le hacia muy feliz. A Luisita le encantaba recordar ese día y siempre que cocinaba ese bizcocho no podía olvidar las palabras de su padre. “eres la mejor Gómez haciendo este bizcocho después de mi”, “ojala algún día puedas enseñarle a tus hijos esta receta". Sabia que había acertado en la cena, que todo iría genial a partir de ahora y que pronto volvería a encontrarse con su familia para hacer una gran comida donde poder cocinar con su padre y decirle que lo había conseguido, que era madre y que pronto podría enseñarle a cocinar.
-Mi amor, Marce ya esta listo para su primer baño en casa, ¿me acompañas?- Amelia abrazó con delicadeza a Luisita por la espalda.
-Si, estaba terminando de preparar la cena.-Luisita se giró y dejo un beso corto en los labios de la morena.
-Cariño, ¿estabas llorando?-preguntó Amelia al ver el rostro de Luisita y posando las manos sobre sus mejillas.
-No, es solo que me estaba acordando de mi padre y me he puesto un poco tonta.
-Cariño…-la morena acarició su rostro con delicadeza. Sabes que pronto vamos a estar todos juntos. Pero el bebé tiene que coger todavía un poco más de fuerza para poder volvernos a Madrid. Aquí están los mejores médicos para el, y aún le quedan un par de revisiones. Yo se que es muy duro por todo lo que habéis pasado, sobretodo tu, que te pilló muy lejos de ellos y tuviste que dejar a nuestro hijo aquí. Pero ahora no puedes venirte abajo, Marce te necesita fuerte y tu familia te necesita fuerte.
-Y tu también me necesitas fuerte… pero te juro que no se si voy a poder esperar mucho más tiempo sin estar al lado de mi familia, Amelia. Cada vez que pienso en mi madre se me parte el alma, tu no la viste, estaba muy hundida.
-Escúchame, yo ahora no te necesito fuerte, yo se que estas mal, y conmigo puedes sentirte como quieras. A mi me puedes contar todo lo que no puedes decirle a tu madre y llorar todo lo que llorarías con tu padre, me puedes preguntar todo lo que le preguntarías a tu abuelo, y me puedes abrazar como abrazarías a tus hermanos pequeños . Yo estoy aquí para ti, al igual que tu has estado siempre para mi.- Amelia no dejaba de acariciar su cara.- Es verdad que yo no he visto aún físicamente el dolor de tus padres, pero sabes que lo siento como si el dolor fuera mío. Yo os quiero muchísimo a todos, porque siempre me habéis tratado como una mas, y ahora que tu y yo hemos formado nuestra pequeña familia, siento más el dolor de tu madre, porque ahora yo soy madre, ahora las dos somos madres.-la morena le paso levemente su dedo pulgar por el labio y lo rozó con delicadeza.
-Se que es muy egoísta sentirnos felices en estos momentos. De hecho creo que por eso me he acordado de mi padre cocinando. Yo siento un vacío muy grande por la perdida de Merysun, pero siento una alegría enorme cada vez que veo la cara de nuestro hijo.-Luisita acariciaba a su vez las manos que Amelia seguía teniendo posada sobre su rostro.
-Cariño, no es egoísta sentirte feliz por eso. Tu familia, pese al dolor por la perdida de tu hermana, sabes que están felices por nosotras. Si no recuerda el día que llamamos diciendo que le habíamos puesto al niño Marcelino.-Amelia intentaba despistar los malos pensamientos de Luisita.- Aun puedo oír a tu padre llorar. Es que no le vimos la cara pero, yo siempre me la imagino como la del día que me abrió la puerta de casa y ya le habías dicho que volvíamos a estar juntas.-Amelia reposaba ahora sus manos en las caderas de la rubia.
-Yo cerraba los ojos y parecía que lo estaba viendo. El día que se lo contamos, a pesar de ser uno de los más felices de nuestra vida, también fue uno de los más duros que tuvimos que pasar.-las lágrimas volvían a caer de sus ojos.
-Si mi amor, pero Marce esta bien, fuera de peligro, esta sano y está fuerte y aunque han sido días muy duros hasta que ha salido de la incubadora, ya estamos en casa.-Amelia tiró del cuerpo de su novia hasta pegarla por completo a ella.- Que por cierto, esta esperando su baño- en un acto rápido, Amelia le seco las lágrimas y le regaló su mejor sonrisa.-¿Vamos a bañar al mejor colchonero de la familia?.
-Amelia, porque el primer bodi que le pusimos fuera del Atlético de Madrid, no significa que el niño vaya a ser colchonero, lo mismo no le gusta ni el fútbol.- dijo Luisita separándose un poco del agarre de la morena.
-Ay Luisita, no me digas eso hija, que yo lo puedo superar, pero haber como le decimos a tu padre que su nieto no va a ser colchonero.- Amelia no lo pudo evitar y empezó a reír a carcajadas.
-De verdad, que voy a hacer yo contigo-dijo Luisita riendo mientras la miraba.
Un llanto que provenía de la habitación, hizo que las chicas se dirigieran hacia la cuna del bebé, para proceder al primer baño del pequeño en su nuevo hogar.
Las cosas no las tenían demasiado claras sobre donde iban a pasar su futuro. Deseaban poder volver a Madrid junto a los Gómez y poder disfrutar allí de ellos y su bebé, pero el pequeño aún debía hacerse pruebas y revisiones y aunque Luisita y Amelia se decían la una a la otra que su hijo ya estaba fuerte y sano, lo cierto es que aún quedaban varios meses para poder ver si realmente eso era cierto. Sabían que la familia de la rubia estaba pasando por un momento complicado, y aunque ya había pasado un mes desde la muerte de Marisol, aquello iba a ser mucho más difícil de superar de lo que todos pensaban. Manolita no levantaba cabeza, apenas comía y había perdido muchísimo peso. Marcelino a pesar de parecer que se mantenía fuerte, desaparecía todos los días un par de horas para estar solo. Pelayo, cada día encontraba menos palabras de consuelo para ayudar a Manolita. Manolín, mientras hacia creer a su abuelo y sus padres que lo iba llevando mejor con la llegada de su nuevo hijo o hija, lo cierto es que sentía a su hermana en todas partes, la buscaba en infinidad de sitios, donde nunca conseguía encontrarla, se sentía muy solo y no paraba de pensar día y noche en que podría haber hecho para evitar la muerte de Marisol. Y Ciriaco y Catalina, se dedicaban a abrazar a todo el que veían triste. A los mas pequeños les contaron que su hermana había ido a un lugar del que ya nunca iba a poder volver, pero que los quería muchísimo. Para Marcelino y Manolita fue durísimo contarles a sus hijos pequeños que una de sus hermanas mayores ya no volvería a estar con ellos nunca más, pero Manolita se obsesionó en que debía de ser ella la que les diera esa noticia.
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-Mójale la cabecita con la mano Amelia, me dijo la enfermera que eso le relaja muchísimo- le contaba la rubia a su chica mientras ella sujetaba al pequeño.
-¡Mira, se esta quedando dormidito Luisita!-dijo Amelia sin apartar la vista del niño.
-¿Te parece bien si lo sacamos ya y le damos de comer antes de que se quede dormido del todo?-preguntó la rubia mirando a Amelia.
-Me parece estupendo.
Mientras Amelia terminaba de secar y vestir a Marce, Luisita preparaba el biberón antes de que cayera rendido tras el baño. La rubia dejó todo colocado sobre la mesa del comedor, preparó el sofá con cojines para poder estar más cómoda sentada dándole el biberón a su hijo, y se dirigió a la habitación donde Amelia ya casi había acabo de vestirlo.
-Amelia, ¿en serio le vas a ponerle el dichoso bodi cada vez que esté limpio?.
-Cariño, hay que llamar urgentemente a tu padre para que nos mande otro, este ya casi no le cierra.
-Claro, si ya le dije yo que no lo comprara de 0 meses, que los niños crecen en nada, y eso que este pequeñín lo ha aprovechado muy bien.-Luisita rozó levemente los cachetes de Marce.
-Bueno venga, ¿donde has dejado las cosas?.
-En el salón, ya esta todo listo.
-Toma cógelo tu, yo voy a recoger esto y enseguida estoy con vosotros.
Luisita se dirigió al salón y se quedó esperando a que Amelia la acompañara para empezar. Cuando la morena volvió de recoger todo lo que habían utilizado para el baño, se encontró a Luisita aún de pie, meciendo a su hijo mientras le susurraba una canción. Amelia paró en seco, y no pudo evitar sonreír ante aquella estampa tan bonita.
-Mi amor..-dijo bajito para no romper aquel maravilloso momento.- como sigas así, al final lo vas a dejar dormido.
-Te estábamos esperando.
Ambas hicieron intención de coger el biberón a la vez, y cuando se dieron cuenta, se miraron fijamente. Era un momento muy especial, su primer baño en casa se lo habían dado juntas, pero el biberón es algo que supuestamente solo podía hacer una.
-Perdón, cógelo tu…-dijo Amelia un poco apurada.
-No no, cógelo tu…-contesto Luisita.
-Espera, tengo una idea mejor.
Amelia se dirigió al sofá, remodeló el orden de los cojines, cogió el biberón de la mesa, le ofreció la mano a Luisita y la llevó hasta el sofá.
-Vamos a hacerlo juntas.
Seguidamente se sentó, acomodándose bien entre los cojines, abrió las piernas y le hizo una señal a Luisita para que se sentara en ese hueco. La rubia obedeció, y con mucho cuidado se sentó y dejó caer su espalda sobre el pecho de Amelia. Las dos estaban nerviosas, era un momento mágico y aunque se podría repetir muchas veces más, ese era el primero y lo recordarían toda la vida. Amelia paso sus manos por debajo de los brazos de Luisita, le ofreció el biberón y dejó reposar su mano sobre el muslo de su hijo. Luisita, sostenía el biberón con su mano derecha, mientras que con el antebrazo izquierdo sujetaba la cabeza de Marce. Comprobó que la leche aún mantenía una buena temperatura y giró la cabeza para mirar a Amelia, que seguía con su mano en el muslo del niño y la mirada perdida en su pequeño cuerpecito.
-Cariño, sujeta el biberón- le pidió Luisita sacándola de su ensimismamiento.
Amelia sujeto el biberón y cuando se dispuso a bajar un poco la mano mientras esperaba a que su mujer se lo volviera a pedir, esta se la agarró y la dirigió hacia la boca de su hijo con cuidado. Amelia no pudo evitar mirarla, y Luisita volvió a girar su cabeza para mirarla también.
-Vamos a hacerlo juntas.
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Amelia terminaba de cantarle una nana a Marce mientras Luisita le rodeaba por la espalda. Las dos se movían al compás de la dulce voz de la morena, observando como su pequeño ya no podía vencer al sueño. Luisita acarició levemente la mejilla de su hijo y depositó un beso en la sien de Amelia, le pidió que terminara de acostar ella al pequeño en la cuna y que se presentará en el comedor en 10 minutos. Amelia, aunque un poco sorprendida, obedeció a su chica y cuando el pequeño se hubo relajado y vio oportuno, lo dejó en su cuna y miró su reloj de muñeca. Habían pasado solo 5 minutos desde que Luisita había salido de la habitación, así que prefirió esperar otros 5 minutos para darle tiempo a lo que fuera que estaba haciendo Luisita. Se quedó embobada mirando el vaivén del chupete de Marce y como su pecho subía y bajaba debido a la respiración. Les fue muy difícil conseguir su sueño, pero al ver esa imagen que tenia ahora delante de sus ojos, no se arrepentía de nada de lo que había sufrido y volvería una y mil veces a luchar por ello.
-Amelia, ya han pasado más de 10 minutos eh.-dijo Luisita apoyada sobre el marco de la puerta.
-Perdón cariño-dijo Amelia susurrando antes de echar un último vistazo a la cuna y girarse.- No podía dejar de mirarlo y pensar lo feliz que soy teniéndolo ya aquí con nosotras-Amelia le dio un beso rápido.-Veamos a ver para que querías tenerme entretenida 10 minutos.
Dejaron la puerta entreabierta y pusieron rumbo al salón. Al llegar, Amelia se encontró con la mesa decorada con un mantel blanco y con flores rojas, dos velas en el centro y los platos colocados de forma diferente a una cena normal. Entonces, supo que la rubia le quería dar una sorpresa. Ella sabía que los ánimos de Luisita estaban flojos, y se notaba incluso en la forma de haber decorado aquella mesa. Amelia la cogió de la cintura, le dio un beso que duró poco más de 5 segundos, le acarició la mejilla y le dió las gracias. Luisita le pidió que tomara asiento mientras ella iba por el primer plato a la cocina.
-Luisita… no tendrías que haberte molestado. Se que estas cansada y no tienes ánimos para nada, y como te dije antes,conmigo no tienes que ser fuerte, se que todo esto es muy duro para ti y no quier…
-Amelia por favor, déjame decirte algo.- La cortó.
-Claro cariño.
-Es verdad que no estoy bien-decía mientras jugaba con sus manos y agachaba la mirada- ni puedo expresar la felicidad que debería sentir en estos momentos, pero no por eso no podemos celebrar que ya somos una familia. Que ya no tengo miedo a cumplir sueños porque tu estas conmigo.-Luisita posó su mirada en la morena.- Hemos conseguido algo que jamás pensé que haría estando contigo. Lo hemos pasado muy mal todos estos meses, pero no cambiaría nada viendo la recompensa que ahora tenemos. Yo quería hacerte esta cena porque es lo que hubiera hecho si nada de lo de mi hermana hubiera sucedido. Nos merecemos ser felices, y aunque el universo nos ponga siempre piedras en el camino, yo me siento fuerte estando a tu lado, y se que juntas, apartaremos todos los miedo y dudas que nos surjan en un futuro. Te quiero, te quiero más de lo que nunca he podido llegar a soñar.-Luisita estaba emocionada, pero tenia una sonrisa permanente.
-Amor -Amelia le limpió una lágrima rebelde que comenzó a caer por su mejilla.- soy muy afortunada de tenerte conmigo. Cuando recuerdo que una vez pude perderte, el corazón me empieza a latir tan deprisa que tengo que buscarte para comprobar que es pasado. Yo tampoco me arrepiento de nada de lo que he vivido contigo, pero si me arrepiento de haberme marchado y hacer que tu corazón tuviera que construir muros en nuestro amor. Pero ahora sé que todo aquello tuvo que pasar para hacernos más fuertes, para destruir esos muros que no te dejaban ver que volví porque no tenía alma. Porque se me quedó tan destruida, que solo podía volver a sanarla a tu lado. Luisita te quiero tanto, tanto…que se que aunque esto va a ser muy difícil, estoy dispuesta a renunciar a todo por vosotros.-Amelia completó su última frase con un beso en los labios de la rubia.
-Amelia no quiero llorar más, por lo menos no hoy. Quiero que termine siendo un día feliz y que lo recordemos como la celebración que merece.
-Esta bien, ¿vamos a la cama entonces?- contestó Amelia algo picara.
-¿No tienes más hambre?- preguntó Luisita asombrada.
-De comida no, pero de postre si.-Amelia levantó su ceja derecha sugerente.
-Genial, porque te va a encantar lo que te tengo preparado.-Luisita se levantó a recoger la mesa, y acto seguido Amelia hizo lo mismo.
-Venga, vamos a darnos prisa que me están entrando muchas ganas de comer el postre.- Amelia sonreía maliciosa solo de pensar en la sorpresa que le quedaba por ver.
-Pero Amelia, ve a sentarte en la mesa, yo termino todo esto y voy.-Amelia obedeció y fue a sentarse de nuevo en la mesa.
-Cariño, pero deja los platos ahí, mañana los recogemos.-dijo al ver que la rubia tardaba más de lo normal.
-Tachán -Luisita apareció con el famoso bizcocho y lo dejó reposar en la mesa.- Amelia de verdad, tantas ganas de comer el postre y no haces ni intento por coger un trozo.- Amelia comenzó a reír.- ¿Se puede saber que tiene mi bizcocho que te parece tan gracioso?.
-Ven aquí.-la morena estiró del brazo de su chica con destreza y la sentó en su regazo.- me encanta este bizcocho ya lo sabes.-dijo dándole besos por la cara.
-Entonces no entiendo porque te ríes.-dijo Luisita algo molesta.
-Porque yo creía que me ibas a dar otra clase de postre.
-Es que eso hoy no es posible mi amor.
-Luisita…-Amelia miró a la rubia con ojitos.
-Es que prefiero que durmamos los tres juntitos en la cama Amelia.
Amelia se quedó mirando a los ojos de la rubia, pero esta vez con una sonrisa.
-Estoy deseando despertar mañana para que seáis lo primero que vea al abrir los ojos.
-Entonces, ¿no te importa?.-dijo Luisita casi en un susurro.
-Es el mejor plan para terminar este día.
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La felicidad dentro de la tristeza
FanfictionDespués de la muerte de Marisol y unos duros meses de hospital, Luisita y Amelia intentan buscar la felicidad por la que tanto han luchado.