Bienvenidos a Circa, el mundo terracambiante

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NOTA DEL AUTOR

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NOTA DEL AUTOR

El año pasado publiqué mi primera novela de fantasía, llamada "La reina de Sara" (puedes ver los detalles aquí: www.historiasdecirca.com). Esta novela ocurre en un mundo llamado Circa, un continente con más de tres mil años de historia en donde cuatro países se disputan el control político mientras sobreviven a los desastrosos "kaínes", terremotos brutales que dos veces por año provocan cambios en la geografía. Pero como el mundo que inventé creció tanto, muchas historias, leyendas, libros perdidos, canciones y tradiciones orales se han quedado fuera. Lo que estás a punto de leer es apenas el comienzo de una larga saga de aventura steampunk. Que la disfrutes.

¿Por qué no iniciamos con un breve texto de la profesora Batolina Um, famosa académica de la Universidad Libre de Lamaria?

¿Por qué no iniciamos con un breve texto de la profesora Batolina Um, famosa académica de la Universidad Libre de Lamaria?

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EL REINO DE SARA NO SE HA PERDIDO DEL TODO (INTRODUCCIÓN A "LEYENDAS PERDIDAS DEL REINO DE SARA")

Rodeado de un mar violento, existe Circa, un continente dividido en cuatro países: Beatris, Senes, Gambia y Lamaria. En este mundo, habitado por humanos y autómatas, pobres y ricos sufren los vaivenes del poder político, los afanes expansionistas de la liga ferroviaria y la magia perdida del antiquísimo Reino de Sara. Además, dos veces por año la tierra se mueve debido a terribles terremotos llamados kaínes. Después de un kaín, pueblos y ciudades, ríos y montañas, son transportados a distintos lugares por lo que los cartógrafos son cruciales para sobrevivir.

 Después de un kaín, pueblos y ciudades, ríos y montañas, son transportados a distintos lugares por lo que los cartógrafos son cruciales para sobrevivir

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El Reino de Sara no se ha perdido del todo. Sobrevive en los cantos de la gente, en las manos ampulosas que recogen el maíz antes del crepúsculo. Es el aliento de los que se han perdido en este mundo y sienten que algo, entre los prados del río Escauro y las faldas sombrías de las Montañas de la Separación, los llama con palabras perdidas hace mucho tiempo.

Yo he viajado por el continente y he recogido los pedazos que han dejado atrás los ancianos y los viajeros. Nada de esto lo he inventado yo, ninguna palabra he agregado a las viejas historias que aún después de siglos se traman como ideadas por un aliento misterioso. Algo le da vida a las leyendas, algo las mantiene unidas y las organiza, como el espectro del mundo natural que mueve a los animales y traza la frontera de las estaciones.

A veces no es necesario entender todo lo que se nos cuenta. Tal vez ese sea el único secreto que guardan estos relatos que a los viejos académicos les parecen inconexos e incoherentes. A veces basta presentir entre sus líneas una intención, una vieja herida que mantiene corriendo los ríos, un presentimiento de que un orden nos ha sido impuesto, nos supera, pero nos conduce porque somos parte de él.

Yo no sé si existió Sara, yo no sé si las cosas ocurrieron como las cuentan las mujeres hipnotizadas de Marián durante sus rituales de primavera. Pero algo sí sé, y es que estamos hechos de eso que una historia quiere decir y no dice, eso que rodea el estanque y se mira en él pero nunca logra sumergirse en sus aguas. Somos ese reflejo y ese rostro que pregunta.

A mí, que soy vieja y contemplo sin cansarme el proteico Mar de Suntaz, sus remolinos de luz, no me importa nada más. Si he de desear que alguno de mis libros, necios libros sobre kaínes subterráneos o sobre la ciencia imposible de la tierra, permanezca deseo que sea éste, que no he escrito yo sino las abuelas de mis abuelos, sino el sueño de una sola persona que un día creó el mundo y amó sus misterios, aunque se perdiera en ellos para siempre.

Batolina Um,

Puerto Libre de Gorgo Et,, 2 de septiembre de 3205

Leyendas perdidas del reino de SaraWhere stories live. Discover now