Leo Radcliffe observó de nuevo el mapa que tenía entre manos y comprobó que efectivamente aquella pequeña cafetería tradicional en pleno centro de Dublín era su destino. El pequeño Leprechaun hizo un último vistazo a su presentación, se ciñó su traje verde esmeralda y comprobó la sujeción de su querido sombrero. Cuando estuvo plenamente satisfecho, tomó una larga bocanada de aire y entró a la pequeña cafetería. No fue una tarea sencilla, pues su diminuto tamaño apenas podía mover la pesada puerta de roble.
El tilín tintín de las campanillas de la puerta hizo que todo el mundo presente en la cafetería centrará su atención en el pequeño Leprechaun. Avergonzado, Leo quiso poner pies en polvorosa para después recordar que no tenía más opción que acostumbrarse a ser visto. Avanzó con sumo cuidado hacia la barra donde un hombre mayor, de barba y aspecto cuidado, preparaba en silencio un par de cafés irlandeses. Leo sintió que aquella cafetería era un lugar elegante y con una atmosfera acogedora que le recordaba su hogar natal.
— ¿Es usted Mister. Kilpatrick? Soy el Leprechaun que contrató cómo Bartender. — Dijo el hombrecillo sosteniendo su sombrero verde con ambas manos y dejando entrever su cabello rojizo.
— Ah, así que usted es Mister Radcliffe. Perdone mi descortesía, no esperaba que fuera un Leprechaun. — Dijo el hombre mayor mientras bajaba la cabeza — Deme un segundo para acabar de servir y le explicaré que debe hacer.
Leo asintió y trato de relajarse, pero empezó a notar un escalofrió y las manos sudorosas. Tal era su nerviosismo que tuvo que frotar el pequeño trébol de cuatro hojas que llevaba escondido bajo la solapa. Era el último presente de su madre cuando se fue de su hogar y se juró atesorarlo cómo si de un caldero lleno de monedas de oro se tratase.
Cuando el señor Kilpatrick volvió a estar detrás de la barra, dispuso de un taburete para que su nuevo compañero de barra estuviera a la altura indicada. Además, le hizo entrega de un pequeño delantal verde salvia a juego con el suyo. Satisfecho, le indicó que se pusiera a su lado para empezar su instrucción. El anciano era un maestro en el arte de la mezcla de bebidas espirituosas. Pronto, Leo se vio superado por el amplio abanico de combinaciones que se desprendían de la carta de la cafetería. Aun así, el joven Leprechaun puso su mejor empeño para familiarizarse con ellas lo más pronto posible. Cuando el señor Kilpatrick acabo, a Leo le dolía la cabeza, pero pronto descubrió que lo peor aún estaba por llegar.
De la nada, un nutrido grupo de jóvenes entraron en la hasta el momento poco concurrida cafetería. El parqué resonó y las mesas se llenaron de diversos comensales que pronto empezaron a acudir a la barra. La primera tarea que debía desempeñar Leo era la toma de pedidos de los clientes, así que tuvo que ir de mesa en mesa tomando notas. Pronto, la pequeña libreta con el sello de la cafetería que le había entregado el señor Kilpatrick había gastado cuatro hojas. Por desgracia para el pequeño Leprechaun esta no iba a ser su única tarea, porque debía repartirse dichos pedidos con el anciano y prepararlos por él mismo.
— Veamos, tres cafés irlandeses con un par de tartaletas de manzana para la mesa 3. Dos cafés con brandy acompañado con trufas de whisky para la 5... — repasó mentalmente el joven Leprechaun mientras trataba de reunir los diferentes pedidos en sus respectivas bandejas a un ritmo frenético.
Su vetusto mentor, en cambio, mantenía un ritmo mesurado y tranquilo. Mezclaba las diferentes bebidas y preparaba las bandejas con sumo cuidado, cómo si de un lienzo en blanco se tratase. Eran cómo la noche y el día, pero Leo no podía distraerse por estos detalles.
Una vez acabo de emplatar, el pequeño Leprechaun salió con sumo cuidado de la barra. Serpenteo a través de los diferentes obstáculos que ofrecían las diferentes mesas, esquivando a clientes despistados y sillas mal colocadas con esmero. Así transcurrieron sus frenéticas siguientes dos horas. Cuando por fin pudo tomar un merecido descanso, su cara y su barba parecían iguales. El señor Kilpatrick le indicó que podía tomar asiento en una de las mesas y que allí tomarían un pequeño refrigerio.
— Mister Radclieff ¿puedo preguntarle que motivo le impulso a ayudar a este anciano y su vetusta cafetería? No es muy común ver a un Leprechaun por aquí en Dublín, y mucho menos buscando trabajo — preguntó el hombre visiblemente interesado.
— Verá Mister Kilpatrick, cada año las diferentes familias de Leprechaun se reúnen y los hijos de cada una de ellas deben presentar un par de zapatos confeccionados por ellos mismos. Por desgracia mi par de zapatos no cumplió las expectativas de mi gente, así que traje el deshonor a mi familia, así que mi padre me expulso... ¿Por qué que va a hacer un Leprechaun que no sabe fabricar zapatillas? Así que tuve que tomar diversos trabajos para demostrar que aún podía por lo menos traer prosperidad a un negocio.
El anciano sonrió y le acercó un par de Scones al hombrecillo que los acepto con gratitud. Una vez saciados, los dos volvieron a la barra en silencio y siguieron sirviendo tan bien cómo pudieron a sus clientes hasta la hora del cierre. Ese era el momento más tenso para Leo, pues era ahí donde sabría si por fin había encontrado un negocio que le aceptasen. Una vez completado el cierre, el pequeño cuerpo del Leprachaun estaba a punto de estallar por los nervios.
El señor Kilpatrick cogió su abrigo de plumón y se dispuso a salir fuera del local, acompañado de cerca por Leo. Cuando ambos salieron fuera, las estrellas brillaban con intensidad.
— Bueno Mister Radclieff aquí nos despedimos. —
— Sí... claro, — dijo Leo visiblemente abatido.
— Mister Radclieff con ese entusiasmo, este local no va a prosperar, anímese — dijo el hombre con una sonrisa.
Una lágrima surcó entonces el rostro del Leprechaun.
— ¡Si Mister Kilpatrick! — exclamó feliz.
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Ars fantastica brevis
FantasyCompilación de relatos breves de fantasía que presente en los concursos organizados por Wattpad. 1er relato: Leo Radcliffe es un Leprachaun que trata de encontrar un empleo en Dublin sin éxito. En un último intento, empezará a trabajar en una cafete...