"¿Bailarías conmigo?"
Esa pregunta lo inició todo. Jamás pensé que sería así, después de todo, las evidencias que ante mí se posaban no eran del todo esperanzadoras si seguía el juego que se planteaba ante mí y me hacía danzar sobre la cuerda floja. Yo esperaba una vida como marqués, un aristócrata rico y acomodado, sin preocupaciones… Si seguía el juego, solo me esperaba una constante preocupación por mi integridad física y psicológica…
"Buenas noches, perro de la aristocracia…"
Una particular forma de aparecer de la nada, seguramente entraste por una ventana o te colaste por las cuadras de la mansión. Sinceramente me costaba pensar que pudieras haber escalado la fachada del edificio, pero pensar en eso solo me deja más evidencias de que eres capaz de trepar lo que sea. Tienes una habilidad física extraordinaria, y aunque no me guste admitirlo en voz alta, sabes que aprecio que hagas lo que sea por llamar mi atención.
"¿Bailarías conmigo?"
La pregunta, salida de tus labios, lenta, era tan hermosa que parecía música. Tu tono francés endulzaba y erotizaba la pregunta hasta el punto de que mi mente confundía la pregunta con una proposición explícita. Realmente me gustaría decir en voz alta que soy capaz de aceptar ambas. Aunque claro, ya saben cómo es la aristocracia: ver, oír y callar… es algo que la gente rica en posición de peligro o las mujeres de la élite hacemos bien, vemos la belleza, oímos sus bellas palabras, callamos el deseo de decirle lo bello que es… aceptamos sus órdenes y tragamos lo que sea que nos obliguen a tragar.
Entre todas las pollas que he tenido que tragar a lo largo de mis diecinueve años de vida como marqués irregular, supongo que esta es la más decente y la que he tenido más honor, orgullo y ganas de hacer sentir bien que he tenido.
No estoy evidenciando que la vida relajada de marqués que yo quería conseguir estuviera viéndose opacada por la presencia de un minero barriobajero… bueno… en realidad sí, pero hagamos como que no. Digamos que mis objetivos son claros, como cualquier otro usuario con poder, quiero mantenerme, o incluso me gustaría crecer por encima de mis límites, me gustaría poder alcanzar la cúspide y poder sentarme con la realeza o la nobleza a tomar el té mientras tengo un séquito de sirvientes ante mis caprichos más egoístas… Cualquier aristócrata o burgués sueña con eso, y no soy el único.
"Buenas noches, rata inmunda de la élite"
A pesar de insultar a la aristocracia, parecía disfrutar de su estancia a mí alrededor, tal vez sabe que por la cuenta que le trae, debería tratarme bien, especialmente si luego quiere que le devuelva el favor.
Generalmente viene a visitarme cuando se aburre o lo expulsan de los burdeles, de hecho, suelen hacerlo muy a menudo, es un cliente habitual que va a esos burdeles a disfrutar de la vista, tocar todo lo que esté a su disposición sin tener que pagar y si no es capaz de conseguir lo que desea, sus pasos aprovechados se dirigen a la mansión de mi familia, trepa entre la fachada con una facilidad equiparable a la de un gato trepando un árbol y aprovecha mi disponibilidad nocturna para hacerme una visita, darme un par de carantoñas, que evidentemente me hacen caer en sus redes por la falta de cariño que tengo, y…
Bueno… consigue lo que quiere…
Aunque suene como una relación en la que sólo él salga ganando, realmente ambos lo hacemos. Aunque no sean capaces de ver mi punto, que él esté aquí, me use a mí y no a otro, y si no tiene a una mujer que le dé esa satisfacción, depende de mí para que yo sé la dé.
Parece que simplemente soy el segundo plato de un minero que podría ponerme en serios problemas… Pero yo no lo veo así; él es un varón que gusta de sexo, alcohol, tabaco y mujeres, no muy diferente al resto de mineros y hombres del pueblo llano en general… Pero él tiene algo que esos varones no tienen:
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170.- Would you dance with me? (Gregstophe)
Fanfiction"¿Bailarías conmigo?" Esa pregunta lo inició todo. Jamás pensé que sería así, después de todo, las evidencias que ante mí se posaban no eran del todo esperanzadoras si seguía el juego que se planteaba ante mí y me hacía danzar sobre la cuerda floja...