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Capítulo 01

Debido a la pandemia por un virus que ataca gravemente los pulmones, llenándose de mucosidad. Todo el mundo está en sus casas para protegerse del virus, o bueno los que trabajan fuera de casa se tendrían que exponer a este virus. 

Las clases se retornarán virtuales, dictó el presidente de cada país, para así evitar que se propague el virus entre los estudiantes. 

Mis padres trabajan fuera de casa y yo estudio virtualmente. Antes de ello, cuando las clases eran presencial, mis notas eran altas o promedio. Pero debido a la virtualidad, y sobre todo en matemáticas, mis notas han ido bajando. 

Mis padres son estrictos, me dijeron que debo mantener mis notas para que el próximo año, cuando vaya a la universidad pueda obtener una beca. 

Odio las clases virtuales. 

Odio las matemáticas. 

No entiendo cuando explican cómo resolver los ejercicios. Si antes me costaba mantener una buena nota, menos lo haré ahora. Cuando le digo al profesor que repita como se resuelve el ejercicio, no me hace caso o dice que no me escucha. Lo mismo pasa con mis compañeros, el profesor simplemente hace caso omiso cuando alguien reclama o pide que vuelva a explicar.

¡¿Y ahora qué hago?!. 

Tengo mis calificaciones de todas las áreas frente a mí, en la pantalla del ordenador. Salgo bien en todo menos en una, menos en matemática. 

10.

10, ¡saque 10! y la máxima es 20. ¿Qué hago?. Cuando lo vean mis padres me darán un discurso que durará una hora como máximo. 

Entiendo que ellos hacen de todo para que tenga una educación y todo lo demás. Pero ¿qué hago si al profesor no le importa que no entienda?. Si justifico con esto mi baja nota, mi padre no me hará caso y seguro me quitara mi preciado celular. 

Ya sé, suena infantil pero en mi celular tengo todo. Puedo distraerme de todo el caos que está pandemia ha creado. Cuando tengo mal humor o estoy triste, escucho música o veo una serie o leo. 

Escucho el timbre sonar, enseguida me paro y camino hasta la puerta con una botella de alcohol en las manos. Mis padres entran y los saludo con una gran sonrisa. 

Cómo si nada pasara. 

Les hecho el alcohol desinfectante en las manos y en toda la ropa, ellos se sacaron los zapatos y les entrego unos limpios. Luego tiran la mascarilla a la basura y se van a bañar, para quitar cualquier bacteria o virus de encima.

Yo me quedo en la sala, sentada en el sofá, mirando un punto fijo en la pantalla negra del televisor.

¿Cómo les digo que saqué C en matemática?, ¿Cómo les hago entender que no es toda mi culpa?.

Suspiro resignada a la severa regañiza que me espera. 

¿Si no les digo nada?. 

No, ya saben que hoy me entregaron mis notas. 

¡Ah, no tengo escapatoria!. 

Me paro de golpe cuando escucho unos pasos bajar las escaleras. Se que es mi mamá. Volteo a ver, y me encuentro con ella. 

—Mami, ¿Ya cenamos?.

La miró con una sonrisa sin mostrar los dientes, casi y me pongo a pestañear como un angelito. 

—Hija, pide servicio a domicilio. Tu padre y yo dormiremos, estamos muy cansados. 

Escuchar eso me regresa el alma al cuerpo. 

Eres Mi SalvaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora