Tercer Encuentro

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Ahora me sentía bien, ya no me sentía vacía como antes. Natasha se encargaba de enseñarme todas las cosas que ella sabía de la vida, me ayudaba con lo que yo no podía comprender y me mostraba su manera de pensar.

Algo que parecía muy extraño era que ella nunca quería salir a lugares muy poblados. Siempre prefería estar en casa, en el auto, en el bosque o en donde sea que no hubiera personas. Tal vez aquella vez que me había dicho sobre que no le gustaba que las personas la miraran era verdad. Aun así, no dejaba de parecerme rara su actitud.

Llevábamos casi dos meses desde la primera vez que la había visto, y aún no tenía ni idea sobre su vida. Ella se limitaba a hablarme de su familia, ni siquiera sabía dónde vivía o si tenía hermanos, amigos o algo. Lo único que sabía de ella era que se llamaba Natasha y que le gustaba que le dijeran Nat o Tasha.

También algo que notaba era que siempre llevaba aquella libreta de cuero café y constantemente la sacaba para escribir cosas. Sin embargo, por más que insistí, jamás me dejo verla. También había dejado de llevar la cadena con la llave en su cuello, de hecho, la única vez que se la vi puesta fue aquella vez en la tienda de discos.

Mi madre casi nunca estaba en casa, mi padre viajaba siempre al extranjero y mi hermano Pietro estaba estudiando en Londres; por lo que entonces para mí no había problema en meter a Natasha casi todos los días a mi casa.

La mayor parte del tiempo la pasábamos viendo videos por internet, de todo tipo, desde ciencia hasta pornografía. Natasha decía que una mente sana tenía que contener mucha información de todos los temas.

La tarde qué pasó lo más importante para mí estábamos tiradas en mi cama viendo un documental sobre brujas mientras estábamos comiendo palomitas de maíz. El documental era de lo más aburrido, pero Natasha se veía bastante interesada en el tema, así que yo me entretuve viéndola a ella.

Natasha comía palomitas sin quitar la mirada de la computadora, yo a penas las había probado, pero ella ya estaba por terminárselas todas.

Después de dos largas horas de escuchar sobre magia negra, el documental finalmente acabo. Natasha cerró la computadora fascinada y me miró.

—Wow... ¡Eso fue fascinante! —me dijo abriendo los ojos como platos.

—¡Sí, demasiado! —ella notó mi sarcasmo y me dio un golpe con la almohada—. Nat, eso ha sido muy aburrido —me lancé contra ella para besarla.

—¡Es porque tú no lo entiendes! ¡Eso es cultura, Wanda! ¡CUL-TU-RA! —me abrazo por la espalda. Ella siempre se burlaba de mi falta de interés en las culturas antiguas. Sin decir nada más la bese por un largo rato. Tenía una obsesión por sus labios, de eso estaba segura— ¿Que prefieres, ver otro documental o seguir aquí acostadas? —preguntó después de unos segundos.

—Adivina —seguí besándola. Enredé mis piernas con las suyas y me subí a su cuerpo. Ella me mantenía abrazada, me tocaba la espalda y después poco a poco comenzó a bajar sus manos hacia mi trasero. Se separó un poco para mirarme y yo asentí con la mirada para que ella continuara.

—Wanda... —hablo en mi oído. Yo besaba su cuello mientras me movía encima de ella.

—Mmm... —me estremecí al sentir su aliento contra mi piel.

—Creo que tengo que decirte algo... —pare y la mire preocupada. Su tono de voz me indicaba que era algo importante. Tardó unos segundos más en hablar—. Verás... no sé si esto que estoy por decirte este bien... p-pero q-quiero que sepas q-que... c-c-creo q-que... —balbuceaba mucho, hablaba demasiado nerviosa y no me miraba a los ojos—. Esqueyocreoqueteamo —dijo tan rápido que apenas pude entender sus palabras.

Pídele que vuelva - Adaptación WandaNatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora